La Jornada miércoles 16 de junio de 1999

UNAM: ESCALADA DE PROVOCACIONES

SOL Lejos de encaminarse a un diálogo que propicie vías de entendimiento y solución, el conflicto en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha fortalecido las posiciones de intransigencia presentes en los dos polos centrales en pugna: las autoridades universitarias ųRectoría y Consejo Universitarioų y el Consejo General de Huelga (CGH) de los estudiantes. En ese entorno enrarecido, posiciones sensatas y auspiciosas, como la de la Comisión Plural de Investigadores (CPI), en vez de ser escuchadas y aprovechadas para abrir perspectivas de arreglo, han caído en oídos sordos.

Hace una semana, el Consejo Universitario aprobó las propuestas del rector Francisco Barnés para modificar el Reglamento General de Pagos, estableciendo el carácter voluntario de las cuotas. Fue una admisión sustancial que habría podido contribuir al levantamiento de la huelga de haber sido formulada con más generosidad y un mayor reconocimiento al CGH. La instancia estudiantil, por su parte, desaprovechó la oportunidad de coronar el movimiento con una victoria política.

De entonces a la fecha, en uno y otro campo se abren paso iniciativas de confrontación, y hasta de provocación, que causan un grave daño a la UNAM en su conjunto y a la sociedad en general: las autoridades formulan llamados, directos o soterrados, a recuperar las instalaciones tomadas por los huelguistas, mientras que sectores del CGH, exacerbados por agresiones condenables como la sufrida anteayer por una estudiante del CCH Oriente ųasalto que debe ser investigado y sancionado por las autoridades correspondientesų, hacen nuevos llamados a cerrar los institutos de investigación de la máxima casa de estudios, emprenden campañas de linchamiento moral y de purga contra quienes, en el seno del movimiento estudiantil, buscan salidas mediante el diálogo, y realizan cortes a la circulación en importantes arterias de esta capital, una acción que agravia a la ciudadanía, incrementa los problemas urbanos y se revierte, así, contra el movimiento estudiantil.

Por el bien de la Universidad y de la sociedad, las actitudes provocadoras de confrontación, violencia e intolerancia, vengan de donde vengan, deben ser descartadas por todos los sectores de la comunidad universitaria.