Sumemos: Aguas Blancas, Polo Uscanga, Acteal, Posadas Ocampo, Francisco José Ruiz Massieu, El Bosque, Luis Donaldo Colosio, las mujeres de Ciudad Juárez.
Restemos: Francisco Stanley.
Recordemos: Aguas Blancas se convirtió en realidad sólo después que Ricardo Rocha mostró en la televisión las imágenes del asesinato. Las páginas previamente escritas carecían de valor. Había que ver la sangre en la televisión. Tenía que ser la televisión la que confirmase que los muertos realmente habían sido asesinados.
Aceptemos: hace dos o tres años desde Televisa se dijo, palabras más, palabras menos, que su programación es lo que debe ver la población mexicana, "un pueblo jodido". O sea, a la masa hay que ofrecerle lo que puede mamar, lo que requiere para no desaparecer y lo que se le quiera vender. Masa incluye adoctrinamiento, sojuzgamiento, manipuleo, chantaje, deformación de la realidad. Y con la masa todo se vale: la no opinión, los aprietos económicos, la ausencia de presente, la desculturización y "cierto fanatismo", son tierra fértil para no cuestionar y, por extensión, para absorber todo. Todo.
Analicemos: el repudiable asesinato de Stanley y de Juan Manuel de Jesús Nuñez, quien se encontraba por casualidad en el lugar de los hechos, evidenció dos demonios mexicanos de nuestro fin de siglo: la violencia como sinónimo del avance del crimen organizado y el poder de las imágenes televisivas como equivalente de manipuleo y de "informar a pesar de desinformar". La suma es una combinación letal: la violencia y las muertes fueron usadas por algunos medios informativos para golpear al rival. No para unir a la sociedad, no para reflexionar sobre el papel que el gobierno de la ciudad y el federal, los propios medios audiovisuales y la comunidad deberíamos tener para contrarrestar la fuerza de quienes escondidos intimidan y matan.
Ante la amenaza y el contubernio no firmado de las dos grandes compañías de televisión, poco importa quién le dio a Stanley la credencial que lo identificaba como "servidor público" y le permitía portar consigo "cualquier tipo de arma de fuego para uso de persona civil". Tampoco es ahora trascendente si fue asesinado por estar o no vinculado con el narcotráfico, ni cuánta cocaína se le encontró. Lo que ahora es crítico es hablar de la ética de nuestros informadores.
Se exige que médicos y políticos sean éticos. Se juzga a la policía por faltas a la moral. Se habla repetidamente de la impunidad y corrupción de los gobiernos como sinónimos de amoralidad. ƑQué decir del manejo no ético de la información? ƑQué pensar, en relación con la ejecución de Stanley, de la acometida política mostradas, sobre todo por Televisión Azteca y secundariamente por Televisa? ƑSon realmente autónomos y tienen derecho a decir ante millones de connacionales todo lo que desean o todo lo que se les indica a sus locutores que digan? Y, finalmente, Ƒdebe la información ser ética y contar con reglas, aunque sean mínimas, de transparencia y moral?
La embestida recién lanzada, con cintillos, voces, imágenes e incontables opiniones, constituyeron una de las peores arengas de los últimos tiempos, que sin tener la tarjeta de ser política, fue netamente política.
La información debe contener una dosis nimia pero vital de moral y cumplir con una serie también mínima de lineamientos éticos. La campaña en contra de Cuauhtémoc Cárdenas violó esos principios y supera todos los supuestos nexos que se sabe existen entre las grandes cadenas informadoras y el gobierno.
Al reflexionar sobre el virus del sida, el novelista francés Bernard Noël escribió: "También los virus son invisibles: cuando su crueldad aparece ya es demasiado tarde. Lo curioso es que el origen de las violaciones, las masacres y la destrucción también aparece demasiado tarde, pues los responsables, para no ser culpables, parecen enceguecernos".
No hay duda de que el mal uso de la información, su interpretación y la forma en que se le ofrece al público esconde más de lo que exhibe. Explotar los sentimientos usufructuando la muerte de un conductor de televisión que aparentemente no era tan ético como se dijo en un principio, deformar el origen de la muerte para lanzar los sentimientos en contra del adversario político y tamizar la información desvirtuando la realidad son actos no éticos. Son acciones que se permiten donde campea la injusticia y flaquea la moral. Donde tener la razón no sólo no sirve, sino que es contraproducente.
El Congreso de la Unión, la sociedad o los mismos medios deberían encontrar las vías para que los informadores comuniquen enmarcados por principios éticos. La ejecución de Stanley debe aclararse al igual que las que encabezan el primer párrafo de este artículo. La violencia debería detenerse en toda la geografía nacional: enumeré asesinatos ocurridos en Jalisco, Baja California, Chihuahua, Guerrero, Chiapas, Distrito Federal.
ƑPor qué sólo pedir que renuncie Cárdenas cuando el mal es universal? ƑSon sesgados nuestros informadores, partidistas, ciegos, desconocedores de la geografía o de los otros asesinatos? ƑO? Simplemente, šoh!...