n Interrumpió su gira en Cancún y voló a Puebla, la entidad más dañada


Pánico frente al sismo; auxilio a la población, ordena el Presidente

n Hemos sido afortunados, dada la magnitud del temblor, expresó Zedillo; aplican Plan DN-III

Rosa Elvira Vargas, enviada, Puebla, Pue., 15 de junio n En San Mateo Ozolco ya conocen de sustos. Su ubicación a diez kilómetros del Popocatépetl les ha dejado no pocas lecciones. Pero hoy, cuando empezó a temblar, todos corrieron con pánico, gritaron y se santiguaron. A doña Emelia Castillo no le dio tiempo de hacer nada: murió cuando una pared de adobe se le vino encima, mientras lavaba la ropa en el patio de su casa. Igual se derrumbaron otras 40 viviendas de este lugar, y esta noche 50 familias duermen en el albergue que instaló el Ejército.

El presidente Ernesto Zedillo visitó el poblado casi al oscurecer, y para toda la entidad dispuso medidas inmediatas para atender a la población damnificada, así como reconstrucción de inmuebles. Al final de la jornada, y tras recibir informes y constatar directamente parte de lo sucedido, concluyó que no obstante la magnitud del sismo y su duración, "hemos sido afortunados", pues un movimiento de 6.7 grados en la escala de Richtter, como el de esta tarde, "pudo resultar devastador".

En palacio de gobierno, ya por la noche, y luego de visitar ųaunque con luz insuficiente como para captar la magnitud de los dañosų el palacio municipal y la iglesia de San Agustín, fue notificado que en Puebla el temblor dejó, según las primeras estimaciones, 11 muertos y 22 heridos, así como 120 inmuebles severamente dañados en varias poblaciones de la entidad.

Informado desde los primeros minutos de la magnitud del sismo, el mandatario se comunicó telefónicamente desde Cancún ųdonde se encontraba de giraų con los gobernadores de Morelos, Guerrero, Oaxaca y Puebla, así como con el jefe del gobierno capitalino, Cuauhtémoc Cárdenas. Por los reportes, constató que la entidad más dañada era Puebla y hacia acá se enfiló.

sismo-cholula-1 En el aeropuerto de Huejotzingo lo esperaban los secretarios de Gobernación, Diódoro Carrasco; de la Defensa, general Enrique Cervantes, y de Comunicaciones, Carlos Ruiz Sacristán, así como el gobernador Melquiades Morales, quienes rindieron parte de lo sucedido, y luego de acordarse la aplicación del Plan DN-III, decidió volar, dada la magnitud de los daños, a San Mateo Ozolco donde, en efecto, la destrucción es palpable.

Elementos del Ejército ya se encontraban en el lugar. La gente no salía del susto aunque para entonces ya velaba a sus dos muertos (el segundo fue un hombre de 75 años, Ramos Buenaventura). Grandes pedruscos de adobe e incontables láminas, sobre todo de cartón, cayeron por la fuerza del temblor y debido también a la falta absoluta de cimientos y algún tipo de sostén, como los elementales castillos.

Ahí mismo, en la escuela que parcialmente ųuna sección de sus aulas también se averióų será utilizada como albergue, el presidente Zedillo giró instrucciones al titular de la Defensa para que "nadie se quede esta noche sin dormir bajo techo"; dispuso que se les provea de comida caliente y colchones, que los soldados limpien el pueblo, despejen el trecho de carretera que sufrió desgajamientos y, sobre todo, que se vigile aquellas viviendas que serán desocupadas, para evitar el pillaje. La urgencia de la gente de aquí es, sobre todo, que queden despejadas aquellas vías que les permiten evacuar el poblado, ante una eventual erupción en el Popo.

Y cuando se le presentó una lista provisional de las familias que sufrieron daños en sus casas, el mandatario dispuso que se procediera exactamente igual que cuando otros fenómenos naturales han causado ese tipo de pérdidas: registro individual de damnificados; nada de líderes ni de organizaciones, porque "eso no funciona". Mañana miércoles, ordenó, que la alcaldía instale una mesa para levantar el censo y, una vez completado, "asistir a la gente en la reconstrucción".

Todavía entre el polvo de calles, siempre así pero ahora cubiertas por los trozos de adobe, Zedillo llegó a la casa de Emelia Castillo, consoló a su llorosa hija adolescente, declinó pasar a la vivienda donde la mujer era ya velada, "para no incomodar a la familia", y siguió girando instrucciones para, cuanto antes, levantar lo perdido, habilitar y proteger a la población. Tanto así, que cuando incluso se le informó que la iglesia del lugar resultó con daños en su estructura, el mandatario se permitió pedir a la gente, "con todo respeto", se abstenga de acudir al templo hasta en tanto se evalúe la dimensión de los perjuicios.

La gente se sintió, ciertamente, confortada con la visita presidencial. El susto, insistía, fue muy fuerte. "Mándenos medicinas", clamaban los de San Mateo y algunos del cercano San Nicolás de los Ranchos, donde se reportó la muerte de una persona.

A su llegada a la capital poblana, Zedillo fue conducido directamente a la sede de la presidencia municipal, donde no obstante que ya llovía y la noche era total, podía advertirse lo destruido que quedó este bello inmueble que data del siglo XVII. Como desde su llegada a la entidad, la información siguió fluyendo, y ya se documentaba también que muchos otros edificios del centro histórico de la Angelópolis se dañaron.

Todo eso, ofreció el mandatario, se atenderá "caso por caso", y para ello ofreció a las autoridades municipales "toda la colaboración para que con recursos del gobierno federal", y de los propios fondos locales, pueda hacerse la reconstrucción y la reparación pertinentes.

Igualmente y tras subrayar que lo primero es atender a las personas damnificadas y asistir a los familiares de quienes fallecieron, se dispuso del personal militar y civil necesarios. Ernesto Zedillo consideró que mañana mismo, y con el arribo de funcionarios federales responsables, podrá disponerse de las primeras acciones para la reconstrucción de viviendas.

No descartó también regresar en esta misma semana a la entidad para "tomar algunas decisiones adicionales", y expresó, en nombre de todo el pueblo mexicano, su solidaridad y pesar con esta, la entidad más castigada por el temblor.

Sabedor también del impacto y la angustia que se vivieron en otras entidades y en la capital del país, Zedillo expresó su comprensión ante tan impactante experiencia y comentó que el propio titular de Gobernación "me describió las escenas de pánico, preocupación, profunda tristeza que se percibía en la gente que salió a las calles ųsobre todo en el Distrito Federalų naturalmente con el recuerdo de aquella terrible tragedia de 1985''.

Ante la televisión nacional, ya en la ciudad de México, reiteró que "dada la intensidad del sismo, creo que no nos fue tan mal", pues la zona metropolitana "ha mostrado resistencia" ante un fenómeno de tal magnitud.

En Puebla, dos hospitales ųentre ellos el Generalų tuvieron que ser desalojados; la alcaldía quedó prácticamente fuera de servicio y tendrá que ocupar un edificio provisional; la Universidad Autónoma de Puebla sufrió daños en varios de sus edificios, entre ellos el central; se vino abajo parte de la iglesia de San Agustín; se averió parte del nuevo Centro de Convenciones, lo mismo que el hotel Crown Plaza. Seis escuelas resultaron afectadas y otras instalaciones de poblados cercanos, como Atlixco e Izúcar de Matamoros, también resintieron los efectos del sismo.

La natural improvisación que se produjo con esta visita a Puebla provocó situaciones peculiares para su cobertura. Apenas dos helicópteros ųuno de ellos donde viajaba el Presidenteų llegaron juntos a San Mateo Ozolco e hicieron la inspección. Sólo algunos periodistas pudieron llegar, pero en las prisas no estuvo ahí ningún reportero gráfico ni camarógrafo.

También y cuando estaba por iniciar la reunión con el comité de protección civil en el palacio de gobierno, se armó tal desorganización para el ingreso al salón de la prensa, que el presidente Zedillo se impacientó. Dejó su lugar en la mesa y llegó hasta la puerta para controlar el acceso de los reporteros.