En su discurso del 8 de agosto de 1994, en el primer Aguascalientes de Chiapas, el subcomandante Marcos decía: "esperamos que la madurez y la sapiencia los lleve a descubrir que el enemigo principal no está aquí sentado entre ustedes". En esa ocasión Marcos se dirigía a los miembros de la sociedad que asistíamos a la fundación de la Convención Nacional Democrática (CND). Sin embargo, en muy poco tiempo se hicieron notar grupos y sectores en la CND que parecían radicales, pero que en realidad eran sectarios y querían, como se demostró después, hegemonizar el movimiento, incluso calificando a Marcos de "reformista". Más papistas que el Papa, podríamos decir.
Lo que ocurrió en la CND lo traigo al presente por la profunda preocupación de que algo semejante pudiera estar ocurriendo en el Consejo General de Huelga de la UNAM. En la CND los sectarios, que también fueron llamados ultras, tendían a descalificar, incluso con violencia verbal, a quienes no coincidían con sus puntos de vista o, más precisamente, con su estrategia. A semejanza de ahora, se tendía entonces a excluir a todo aquel que fuera o pareciera intelectual o que no perteneciera al movimiento campesino o al urbano popular, o que formara parte de un partido político (PRD, PT o PRT, principalmente). Fueron esos sectarios los que impidieron la constitución del Movimiento para la Liberación Nacional (MLN) que, según la propuesta zapatista, habría de conjuntar a la CND con Cuauhtémoc Cárdenas para formar un gran frente opositor. Y por lo mismo, al impedir que surgiera el MLN, le demostraron al poder que su calculada división de las fuerzas progresistas de la sociedad se cumplía, y que, por lo tanto, el Gobierno podía lanzarse con toda su fuerza contra el EZLN y sus presuntos dirigentes (contra los cuales, cuatro días después de que no se pudo formar el MLN, se dictó orden de aprehensión). Me refiero a los primeros días de febrero de 1995.
En el discurso citado, Marcos dijo: "nos dirigimos con todo respeto a esta CND para pedir que no les den la razón a todos los que predicen el fracaso de esta convención, que busquen, que encuentren lo que nos une, que hablen palabra verdadera, que no olviden las diferencias que los separan, que las guarden un momento, suficiente para descubrir al enemigo común." Pero hubo quienes no quisieron escuchar ni posponer sus diferencias por un momento, y la CND y el MLN fracasaron, dándole armas al verdadero enemigo para continuar su política neoliberal y antipopular. La gran tragedia de esos momentos, que esperemos no se dé en la UNAM ahora, es que hubo quienes quisieron ganar presencia y dirección en las mesas de debate, en las plenarias, en el Consejo Nacional de Representantes de la CND, no convenciendo de sus posiciones, no mediante el diálogo y la búsqueda de lo que es común a muchos, no mediante la democracia, sino por la intransigencia y la descalificación, por el grito y la intolerancia para anular al contrincante, confundido éste, frecuentemente, con el enemigo. La característica principal de los ultras fue negar en los hechos aquello por lo que decían luchar: la democracia, imponiendo con estridencias y con maniobras de asamblea lo que por el diálogo racional y honesto no podían ganar.
La condena, el veto, la excomunión y la intolerancia parecen adueñarse de ciertos sectores estudiantiles en este ya largo periodo de huelga universitaria. No faltan los estudiantes y algunos de sus simpatizantes que ven en sus compañeros de lucha al enemigo, en lugar de verlo donde verdaderamente está. Preocupa el sectarismo de algunos que ven enemigos en quienes difieren de la estrategia inmediata, aunque coincidan en los proyectos de transformación de la UNAM. Preocupa que el extremismo del todo o nada se quiera imponer cuando es evidente que no lo comparten todos los universitarios. Preocupa que algunos estudiantes, que hablan de democracia y que critican la imposición de rectoría como método, quieran imponer a otros, con quienes coinciden en los objetivos, su estrategia, su método de lucha. Preocupa, en fin, que algunos estudiantes quieran jugar el papel de luditas universitarios a más de un siglo del movimiento de los obreros ingleses que destruyeron las máquinas por considerarlas responsables del desempleo forzoso de la época.