El paquete financiero anunciado por el gobierno no es un blindaje. Se parece más a un chaleco salvavidas, aunque tiene rasgos de camisa de fuerza. En todo caso, es necesario ponerlo al desnudo para apreciar sus defectos naturales.
Para la coyuntura del 2000 el gobierno necesitaba asegurar una tasa de crecimiento de 5 por ciento aunque fuera temporal.
Eso requería satisfacer tres condiciones. Primero, recalendarizar los vencimientos de corto plazo que todavía tenía el gobierno pendientes con el FMI. Segundo, contar con los recursos fiscales necesarios para alimentar las cuentas del IPAB (ex Fobaproa) sin desequilibrar las finanzas públicas. Tercero, tener los recursos necesarios para cerrar la enorme brecha de divisas que el crecimiento de la economía mexicana desencadenaría. Veamos cómo el paquete permite enfrentar estas condiciones.
La primera parte del paquete, 4 mil 200 millones de dólares del FMI permite recalendarizar los vencimientos de corto plazo pendientes. Ese crédito permite hacer al gobierno lo que no había podido resolver: enfrentar la mayor parte de los vencimientos de deuda para el periodo 1999-2000. Pero hay que aclarar que el gobierno no los va a amortizar: sólo los trasladará a los años 2003-2005. Es lo que se llama aventar la pelota al próximo gobierno.
La segunda parte del paquete son los créditos del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por 8 mil 700 millones de dólares, fundamentalmente para los programas destinados a los mexicanos de menores ingresos e infraestructura. Veamos cómo este componente permite liberar recursos fiscales para el IPAB.
El Presupuesto de Egresos para el 2000 debe incluir ya una partida de alrededor de 7 mil millones de dólares para iniciar la amortización de los pagarés del ex Fobaproa. Para el gobierno eso es crucial para asegurar la recapitalización (hoy estancada) de la banca. Sin esa aportación, los tenedores de los pagarés del ex Fobaproa comenzarán a dudar también del IPAB.
ƑDe dónde sacar recursos fiscales? Sólo de una brutal reorientación del presupuesto, que implicaría un recorte del gasto social. En año electoral, algo desastroso.
El paquete financiero viene a colmar el agujero. Los créditos del BM y del BID permiten esa desviación de recursos fiscales sin abrir un boquete en el presupuesto, y hasta se puede prever una ligera baja en el déficit, fiscal.
El paquete también permite enfrentar el desequilibrio externo generado por el crecimiento de la economía mexicana.
El crecimiento pronosticado para 1999 era de 2.4 por ciento y el déficit en cuenta corriente alcanzaría 14 mil 700 millones de dólares. Una tasa de crecimiento del PIB de 5 por ciento desencadenaría un saldo negativo en cuenta corriente de unos 20 mil millones de dólares. La inversión extranjera directa no podría financiar ni 40 por ciento, y el resto tendría que ser financiado con capitales de corto plazo. Esos capitales muy probablemente no acudirían al llamado mexicano a pesar de altas tasas de interés, por preferir títulos de una mayor calidad.
El paquete financiero resuelve este tercer aspecto del problema al ''reducir al máximo la necesidad de acceso a los mercados financieros''. Aquí se incluye el apoyo del Acuerdo Financiero para Norteamérica (NAFA) por 6 mil 800 millones de dólares en ''caso de presentarse un evento de naturaleza contingente''. Una vez más, el FMI y el Tesoro estadunidense ofrecen un chaleco salvavidas para rescatar el modelo neoliberal en México.
El blindaje es delgado y consiste en el aumento de las reservas por la recalendarización de vencimientos con el FMI y el apoyo del NAFA. Pero Ƒa qué costo se obtiene ese resultado? Una camisa de fuerza impone compromisos de privatizaciones, mayor apertura y una política fiscal definida al margen del Congreso.
Finalmente, ingenuamente se anuncia que el paquete excluye partidas para el financiamiento de campañas. Por supuesto que no incluye pagar espacio en televisión para la campaña del candidato del PRI. No es necesario tanto rodeo. El paquete financiero permite ir directamente al gran yacimiento de votos que son los ''grupos más desfavorecidos'' con el crédito del BM y del BID. El paquete financiero cristaliza la injerencia externa en la vida política de México.
El gobierno enfrenta con endeudamiento externo un proceso de crecimiento artificial para el año 2000, así como el desequilibrio desencadenado por ese crecimiento en las cuentas externas. La deuda externa pública aumentará por lo menos unos 10 mil millones de dólares como resultado. Al igual que en los peores gobiernos populistas, el actual recurre al crédito externo para crecer artificialmente y así curarnos del descalabro que ocasiona su política equivocada.