n Villamil, en La sociedad diversa y sus enemigos


Expandir cultura de los derechos, antídoto contra la intolerancia

n Forjar una nueva identidad femenina, planteó Graciela Hierro

Raquel Peguero n ''La expansión de la cultura de los derechos es, quizá, el mayor antídoto contra la intolerancia, al tiempo que constituye el principal motor para la democratización del país. Sin cultura jurídica la sociedad diversa seguirá siendo victimizada por los uniformes", afirmó Jenaro Villamil como conclusión de la primera conferencia del ciclo La sociedad diversa y sus enemigos.

De la intolerancia religiosa a la homofobia y el sexismo, la mesa reunió -en una colmada sala de la Casa de la Cultura Reyes Heroles- a Graciela Hierro, Carlos Martínez Assad y Carlos Bonfil como ponentes; mientras Carlos Monsiváis fungió como presentador/moderador -y cuyo texto se reproduce aquí- y Villamil como relator. El recuento de un siglo de intolerancia en esas vertientes fueron el motor de las reflexiones que llevan a preguntar por qué existe una sociedad diversa y sus enemigos, así como las transformaciones ocurridas en México, ''donde el proceso ha sido más acelerado que el registrado en otros ámbitos, sobre todo el político", señaló Villamil, para quien la diversificación de la sociedad está ligada con ''el cambio estructural que se ha dado en la sociedad".

Martínez Assad hizo un recuento de la intolerancia religiosa en el país, desde la Colonia hasta nuestros días, y en la que el papel de la Iglesia católica es fundamental no sólo porque ha desarrollado un amplísimo activismo y fomentado ''pasajes de intolerancia ligados a una sistemática invención de prohibiciones que se remontan al papado de Calixto I". Estas han ido de las acusaciones de brujería contra los indios, a los crueles autos de fe en Yucatán, en tiempos de don Diego de Quijada, a las constantes noticias de frailes y sacerdotes que seducían doncellas en el confesionario, en el Tabasco del siglo XVII, a la rebelión de los tzeltales en 1712 por manifestar una religión sincrética, al listado de libros prohibidos en distintas épocas, sin faltar ''la formación de la legión mexicana de la decencia, que elaboró entre 1931 y 1958 un catálogo de los espectáculos censurados con la venia del asesor del Episcopado" y donde salían mal paradas las películas de Dolores del Río, María Félix y hasta Pedro Infante en Ustedes los ricos, porque tenían ''elementos netamente contrarios a la moral o por razones de su ambiente deprimente y malsano".

Eliminar formas de sujeción

Martínez Assad habló de cómo la píldora y la influencia definitiva en las prácticas sexuales motivaron una nueva disputa entre la Iglesia y el Estado, y el surgimiento de Pro Vida, que ''actuará contra los valores que la sociedad secularizada va imponiendo", así como la reforma del artículo 130 constitucional llegó sin que se hubiera pedido, pues ''como muchas otras fue producto de una negociación cupular que dio al traste con uno de los principios que permitieron la refundación del sistema político mexicano después de 1910". Dijo que muchas expresiones de intolerancia ''surgen frente al avance de otras asociaciones religiosas no católicas y es casi prohibido hablar de la nueva religiosidad que ha cambiado el campo cultural en Chiapas y todavía se dice menos de Tabasco, los estados donde ha disminuido mayormente la feligresía católica para dar paso a evangelismos y poner en evidencia la diversidad que vive el país".

De la necesidad de constituir ''una nueva identidad femenina, de acuerdo con nuestras necesidades, posibilidades y deseos" fue lo que abordó Graciela Hierro en su disertación sobre El sexismo y la diferencia sexual. Habló de las teorías que se han hecho al respecto, desde Aristóteles hasta las contemporáneas, sin olvidar el patriarcado cristiano, en el que la mujer ha sido definida a partir de las diferencias biológicas que hacen ''naturalmente" superior al hombre.

Explicó cómo todo ello ha afectado al conocimiento, acción, educación y creación femenina, y para lo cual se han levantado diferentes teorías feministas que critican la ''visión asimétrica de la diferencia sexual: el feminismo cultural, el posestructuralismo y el constructivismo". Se refirió sólo a las dos primeras por la consideración de las ''mujeres como hombres parciales", por la identificación de dos prinicipios en la naturaleza -masculino y femenino, que considera al primero superior- y porque se contempla la feminidad en términos de los intereses y necesidades masculinas.

Luego de analizarlas, manifestó que es posible formular una nueva teoría para reinterpretar ''nuestra posición y reconstruir nue stra identidad política, como mujeres y feministas y que conlleve la eliminación de formas de sujeción y alternativas de relaciones más democráticas con los demás sujetos sociales y políticos". Dijo que debemos plantear las teorías del sujeto femenino ''desde el feminismo contemporáneo, que critiquen los planteamientos patriarcales y apoyen el trabajo feminista de articular nuestra experiencia y recobrar la conciencia", para construir un feminismo de fin de milenio.

Bonfil hizo un recuento de la homofobia, término cuya apropiación, dijo, es reciente en México ''y sirve para calificar no sólo los crímenes de odio contra homosexuales, sino una variedad de comportamientos y actitudes discriminatorias en los ámbitos familiar, laboral, escolar o institucional".

Después de hablar de la discriminación antihomosexual en las leyes y los anatemas que se lanzan desde los púlpitos, que han multiplicado la violencia física contra los gay y propiciado ''165 asesinatos-ejecuciones en México entre 1995 y 1998, o que un homosexual sea ultimado en Brasil cada cuatro días u ocurran 11 asesinatos de gays en Estados Unidos en cinco meses, así como linchamientos de travestis o ajusticiamientos en Teherán'', habló de los terrenos que, paradójicamente, se ganaron pues ya existe ''la noción de tolerancia muy vinculada a la defensa de los derechos humanos".

Indicó que de manera irónica, la conquista de espacios está ligada al origen y expansión del sida. ''Si bien en los años ochenta se desató una fuerte ola homofóbica que sacudió muchas de las certidumbres y conquistas de la revolución sexual, paralelamente muchos homosexuales manifestaron, frente al acoso de la enfermedad y el desprecio, su capacidad de movilidad política" que permitió crear grupos de presión que obligaron a los gobiernos de EU y Europa a tomar medidas para frenar la epidemia. Consideró que en México, ''la utilización creciente del término homofobia para señalar, denunciar y sancionar pronunciamientos discriminatorios y crímenes comúnmente olvidados, representa una conquista para la tolerancia" pues la ''intolerancia sólo puede ser un lastre en el tránsito de la democracia''.