n Aseguran industriales que no pueden subir sueldos para no alterar la inflación
Aliarse, opción ante la voracidad de maquiladoras
n Llama la líder Martha Ojeda al Congreso y al gobierno federal a "frenar tantos abusos"
Fabiola Martínez, enviada, Ciudad Juárez, Chih., 18 de junio n La única opción de los trabajadores ante la "voraz" expansión de la industria maquiladora de exportación es la "alianza global para combatir a ese verdadero monstruo que no sabe de límites", señala Martha Ojeda, directora de la Coalición Pro Justicia en las Maquiladoras.
Con un llamado al gobierno federal y al Congreso de la Unión "para que se ponga un alto a las constantes violaciones a la legislación laboral, a los derechos humanos y al deterioro del ambiente", la CJM cumple 10 años en apoyo a los trabajadores de las 3 mil 143 fábricas de este tipo que se encuentran instaladas actualmente en nuestro país, es decir, 986 más que en 1994.
Sin embargo, representantes de las más de 100 organizaciones no gubernamentales que participan en este esfuerzo trinacional (México, Estados Unidos y Canadá) no se conforman con enviar cartas y solicitudes de apoyo a los funcionarios y oficinas internacionales; insisten en que la movilización unitaria es la única vía para lograr sus objetivos. "A chingarle, a trabajar con todos y para todos", resume sin cortapisas un activista de Tampico.
La directora ejecutiva de CJM laboró 20 años en plantas de General Electric, Jhonson & Jhonson y Sony; en esta última encabezó una lucha sin precedente para lograr elecciones democráticas dentro de su organización sindical, proceso -violentamente truncado- que llegó a denuncias internacionales y a un enfrentamiento cara a cara con el extinto dirigente cetemista Fidel Velázquez.
Ante una investigadora estadunidense, Ojeda explica: "en Sony mi supervisor también era mi dirigente sindical, 'algo está mal aquí, dije entonces'... pero finalmente -en 1994- Velázquez me advirtió en su oficina de Vallarta 8 "you will eat fire" (comerás fuego).
-ƑQué significa eso?, le pregunta Sarah Anderson, del Instituto de Estudios de Políticas Públicas -con sede en Washington.
-Simplemente que si yo lo retaba iba a morir.
Abogada de profesión, carrera que estudió gracias a una beca, la activista señala que hay "una voracidad tremenda" entre los empresarios de la industria en cuestión. "No sólo no se conforman con venir a explotar la mano de obra barata, sino que abusan de nuestros derechos laborales, humanos, ambientales con un descaro y un cinismo grande y, por si fuera poco, son solapados por nuestro gobierno, que es lo peor de todo. 'Vengan -les dicen- aquí es un paraíso; vengan a Juárez que al cabo no hay sindicatos, vengan a Tijuana, puro contrato de protección".
Ante el avance de lo que se denomina economía global, dice en entrevista con este diario, nosotros debemos desarrollar una solidaridad también global para poder enfrentar este fenómeno, porque que a donde ellos van, China o Haití, donde quieran, necesitan trabajadores y consumidores.
-El gobierno destaca en sus informes el millón de empleos generados por esta industria, Ƒcuál es su opinión al respecto?
-Ellos pregonan el número de empleos en la maquila, pero no dicen los que se perdieron en la mediana, pequeña y micro industrias mexicanas que sobreviven o quiebran por la competencia inequitativa, ante empresas trasnacionales de este tipo que no pagan impuestos, aranceles ni utilidades, mientras que las compañías nacionales tienen que pagar absolutamente todo.
-En el ámbito laboral Ƒcuál es la situación de los obreros que se desempeñan en este sector de la industria?
-El precio de esos empleos es, sin duda, un salario marginal, de sobrevivencia; niños con defectos de nacimiento (por la exposición a tóxicos) y un ambiente contaminado. A ese precio no queremos empleos, preferimos que nuestro gobierno desarrolle estrategias. Es cierto, estamos en economía global, bienvenida, es un fenómeno irreversible, pero también se debe adaptar a las reglas del juego y, sobre todo, a la legislación mexicana.
-Argumentan que traen el desarrollo a través de plantas modernas, Ƒcuál es la realidad al interior de estos complejos industriales?
-La ley dice que la jornada debe ser de ocho horas, pero nos hacen trabajar 10 o 12, sábados y hasta domingos con un salario mínimo con el que, sin embargo, produces más y más; te ponen un estandar (de calidad) que elevan y elevan sin fin. En efecto, en las fábricas hay aire acondicionado, pero a cambio está uno dejando -a consecuencia de los movimientos repetitivos y por la exposición a tóxicos y solventes- los pulmones, los tendones, los brazos, la vida misma, porque a uno lo tratan como desechable. Esa es la explotación que estamos combatiendo, expresa Ojeda.