Secretos para arrancar las carcajadas
Mónica Mateos y Angel Vargas n En el ingenio radica su secreto. Ya no tienen que deambular de comarca en comarca ni atenerse a los caprichos de un solo palacio. Escogieron una profesión que "da ñáñaras", en verdad difícil. Y es que provocar la risa no es cosa de risa, pero cada quien a su manera está dispuesto a enfrentar el enorme reto.
Son los modernos arlequines, "los papuchos de papuchos" de la casi cincuentañera televisión mexicana, y "como dicen una cosa, dicen otra". Para ellos lo más importante es que "no panda el cúnico".
Cuentan los juglares que Manolín y Shilinski, Viruta y Capulina, Sergio Corona y Alfonso Arau, El Panzón Panseco, Pompín Iglesias y Manuel Loco Valdés fueron de los primeros en aparecer en la pantalla chica, luego de que Rómulo O'Farrill pusiera al aire el canal 4 (XHTV), el 1o. de septiembre de 1950, y con ello se coló otro miembro más a "la gran familia mexicana": la mismísima tele.
Desde entonces, la misión de este medio es entretener para vender, Ƒpero a quién? La magistral respuesta tardó 40 años en hacerse pública en boca del descendiente directo de Emilio Azcárraga Vidaurreta, creador del actual imperio televisivo, luego de asociarse con O'Farrill.
"México es un país de una clase modesta, muy jodida... que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil", dijo El Tigre Emilio Azcárraga Milmo en un homenaje que se le brindó a Verónica Castro por el éxito de su teledrama Los ricos también lloran.
Por ello, los paladines de la risa entraron a sus anchas en la tele, como anillo al dedo. Han sido imprescindibles en el cometido del entretenimiento, han batallado al lado de los especialistas en provocar los nudos en la garganta y que el moco se afloje: los actores dramáticos.
Ya sea de la carpas, de la radio o del cine, los comediantes irrumpieron en la pantalla chica con un arma sin la cual todo sería "muy horrible, hooorribleee": el ingenio. La salvedad es que cada quien lo aplicó y lo ha aplicado con el criterio de que según el sapo es la pedrada. "ƑTengo o no tengo razón?".
Provocar la risa es tan fácil como querer mojar a un pez y tan díficil como fingir un doctorado para ser secretario de Estado. Por eso, los hacedores de la risa siempre han encontrado un público dispuesto a festejarles sus ocurrencias, sin importar si se trata del albur, el doble sentido, el lenguaje directo y picoso, el recurrente pastelazo, las situaciones simplonas o el gag muy elaborado.
"Para todos sale el sol y siempre hay un roto para un descosido", asegura Enrique Cuenca, El Polivoz, quien junto con Roberto Gómez Bolaños Chespirito, Andrés Bustamante y Eugenio Derbez, comparte sus experiencias y "secretos de humor".
A partir de hoy, estos actores hablan con La Jornada y dan un panorama general acerca de lo "chido, chido... de madres" y lo "gacho, Nacho" que este género ha brindado a la televisión me-xicana: desde la censura, los tabúes y las limitantes que enfrentan hasta cómo se configuran los programas que hacen época, los personajes inolvidables, en fin, la fama.
Nuestro tema es, así nomás, el humor en la televisión mexicana. Las declaraciones son de los que quieren hacer reír. Las conclusiones serán, en todo caso, de quienes ven la tele y ahora tienen frente a sí a los cómicos, sin tele. "Chamacos mugrosos, llegó la hora del prau prau".