n La PGR, aún sin respuesta sobre supuesta indagatoria contra el mexiquense


Batalla diplomática entre México, EU y Costa Rica por el caso Hank

n Cese de un embajador, nota de la SRE a Washington y fricciones con San José, las consecuencias

David Aponte y Roberto Garduño n El caso de Carlos Hank González ha puesto a las diplomacias de México, Washington y San José en el cuadrilátero, en una batalla que ha provocado el cese de un embajador mexicano, una nota diplomática de Tlatelolco a Estados Unidos y fricciones en la relación con Costa Rica.

Y en medio de eso, la Procuraduría General de la República (PGR), encargada de establecer vínculos y programas de cooperación con las agencias de Estados Unidos en el combate a la delincuencia, no ha recibido, hasta la fecha, notificación especial sobre la existencia de líneas de investigación que involucren a Carlos Hank y a su hijo Carlos Hank Rhon.

El escándalo que rodea a la familia del ex gobernador del estado de México, considerado líder del grupo Atlacomulco, hizo mella en las relaciones diplomáticas de las tres naciones, pues Hank y su primogénito están señalados como lavadólares que establecieron contacto con el actual presidente de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez, quien ahora se ve envuelto en un torbellino de críticas.

A pesar de la información en torno a la investigación realizada por autoridades de Washington -difundida por este diario- el Ministerio Público federal no ha recibido notificación sobre el particular. En los últimos meses, la PGR ha establecido programas de colaboración con la Procuraduría Estadunidense, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la agencia antidrogas (DEA), pero no hay respuesta que confirme o desmienta la indagatoria en contra de los Hank.

Por su parte, el Departamento de Estado estadunidense ha utilizado la filtración de documentos y a su representación diplomática en Costa Rica para confirmar imputaciones de posibles nexos de la familia del político mexiquense con el tráfico de drogas y el lavado de dinero.

Mientras, la cancillería mexicana espera pacientemente una respuesta oficial de la diplomacia estadunidense, relativa a la existencia de una investigación por narcotráfico y lavado de dinero en contra de los miembros de la familia Hank.

Paralelamente, los partidos políticos de Costa Rica, opositores al actual gobierno emanado del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), han comenzado pesquisas sobre la eventual relación de Hank González con el presidente Miguel Angel Rodríguez.

La diplomacia de Estados Unidos ha recurrido a un doble lenguaje: de manera extraoficial, los funcionarios estadunidenses dicen a México que por el momento no hay ningún caso judicial contra la familia Hank, y a Costa Rica, que las actividades del político mexiquense son investigadas por el Centro Nacional de Inteligencia Antidrogas de Washington.

De esa forma, el caso Hank ha provocado tensiones en las relaciones de México con Washington y San José.

Decires y desdecires

Las diplomacias de México y Costa Rica subieron al ring en mayo de 1997, cuando la prensa dio a conocer la celebración de una reunión entre el entonces candidato presidencial del PUSC, Miguel Angel Rodríguez, y Hank González.

La diplomacia de Estados Unidos incorporó sus baterías en junio de 1999, con la filtración a la prensa de un documento del Centro Nacional de Inteligencia Antidrogas que da cuenta de presuntos nexos del político mexicano con el narcotráfico y el blanqueo de activos.

"La vieja obra de teatro de la prensa" -así la denominó el embajador de Estados Unidos en México, Jeffrey Davidow- comenzó con una invitación de Carlos Hank al ahora presidente de Costa Rica, celebrada en mayo de 1997. Rodríguez, el ex presidente Rafael Angel Calderón y el actual canciller Alberto Rojas viajaron a territorio mexicano en un avión de Hank.

Los políticos costarricenses fueron alojados en un rancho de Santiago Tianguistengo, propiedad del político mexiquense. El Partido de Liberación Nacional de Costa Rica circuló la versión de que Hank habría financiado la campaña electoral de Rodríguez con un millón de dólares.

El entonces embajador mexicano en Costa Rica, José Rafael Castelazo, intervino para defender a Hank, hacer declaraciones en contra del sistema político costarricense, al cual calificó de "oligarquía", y ocasionar el deterioro de las relaciones entre México y San José. Tras sólo tres semanas de gestión, el político priísta convertido en diplomático tuvo que renunciar a su misión, antes de que el gobierno de Costa Rica pidiera su retiro bajo la fórmula diplomática de persona non grata.

En ese momento, el canciller costarricense Fernando Naranjo declaró a la prensa mexicana que Hank era investigado por los órganos legislativos de su país. La batalla había comenzado.

A los pocos días, las cancillerías de México y Costa Rica tuvieron que salir al paso del problema causado a la relación bilateral: Tlatelolco envió a un diplomático de carrera, Enrique Berruga, a la embajada mexicana en San José, y el canciller Naranjo se desdijo públicamente: "No hay nada contra Hank".

De visita en México como presidente electo, Miguel Angel Rodríguez afirmó en marzo de 1998, ante un grupo de periodistas, que él no tenía ninguna relación con el mexiquense, y mucho menos había recibido dinero de él para la campaña electoral que lo llevó al gobierno de San José.

Asunto latente

Aparentemente, las diplomacias mexicana y costarricense cerraron el capítulo llamado Hank González. No obstante las decisiones políticas de los ejecutivos de ambos países, los partidos de oposición de Costa Rica mantuvieron sus investigaciones en contra del político mexiquense.

Dos años después, Washington entró al ring. A unas cuantas horas de celebrarse la 16 reunión de la Comisión Binacional México-Estados Unidos, el Centro de Inteligencia Antidrogas estadunidense filtró a la prensa un documento con reportes de los eventuales nexos de la familia Hank con el narcotráfico y el lavado de dinero.

La información publicada el 2 de junio en The Washington Post provocó que la cancillería mexicana enviara una nota diplomática al Departamento de Estado para que dicha autoridad estadunidense "certificara o cancelara esa información".

El 4 de junio, la procuradora de Justicia de Estados Unidos, Janet Reno, dijo en público que no conocía evidencia alguna que relacionara a Hank con el tráfico de drogas. Los reportes publicados por la prensa son "incorrectos", precisó.

Las autoridades estadunidenses no hicieron referencia a las investigaciones de la Reserva Federal de Estados Unidos sobre las transacciones financieras de la familia Hank para adquirir acciones del Laredo National Bank, las cuales fueron publicadas por La Jornada.

Entonces, el Departamento de Estado recurrió a la triangulación para dar una repuesta a la petición sobre la existencia de investigaciones en contra de Hank González. La embajada de Estados Unidos en Costa Rica confirmó que el político mexicano y miembros de su familia son objeto de una pesquisa por posibles vínculos con el tráfico de drogas y el lavado de dinero, de acuerdo con una carta de la encargada de negocios de la misión diplomática, Kathleen Daly, enviada a la Asamblea Legislativa costarricense.

Hasta la fecha, la cancillería mexicana no ha recibido ninguna respuesta a su nota diplomática enviada el 2 de junio. Oficialmente, el Departamento de Estado no ha dicho a Tlatelolco si las agencias antinarcóticos estadunidenses investigan a la familia Hank.

Los voceros de la embajada de Washington dijeron que no tenían "ningún comentario" a la información difundida por la representación diplomática estadunidense en San José. "En todo caso, llamen a la embajada de Estados Unidos en Costa Rica", recomendaron en forma irónica.

Por lo pronto, Washington y San José no han cerrado el caso Hank González. El cuadrilátero sigue abierto a las diplomacias de México, Estados Unidos y Costa Rica.