Se consolida en Chiapas la infraestructura militar
* Pistas aéreas, cuarteles y nuevas vías cambian el rostro de la selva
Hermann Bellinghausen, enviado, San Quintín, Chis., 21 de junio * Se llama, sin eufemismos, avenida Aeropuerto. Se trata de una larga pista asfaltada en medio de esta inmensidad de selva y caminos, cuando los hay, de lodo. Es el tatuaje indeleble de una ocupación militar que llegó para quedarse. La base aérea de San Quintín, como dicen los campesinos que dicen los soldados, podría recibir en cualquier momento grandes aviones de guerra, pero ahora sólo se utiliza para el abasto del cuartel y los vuelos comerciales de la población.
En pocos años, el rostro de San Quintín ha cambiado profundamente. Ya hay luz eléctrica, decenas de comercios, que venden productos hasta hace poco inverosímiles en la selva, talleres, restaurantes, cantinas y burdeles. También unidades habitacionales, clínicas, escuelas y numerosas edificaciones de material. Por todos lados el progreso dice Pepsi, en los muros recién pintados.
A lo largo de la pista asfaltada, y a escasos kilómetros de la reserva de la biosfera de Montes Azules, se extiende una larga hilera de comercios, suerte de rústico shopping mall atendido por campesinos tzeltales para los miles de soldados que viven en la comunidad y son quienes consumen.
En el extremo distal del aeródromo, hacia la comunidad Emiliano Zapata y la Laguna de Miramar, el Ejército ha construido una zona urbana integrada por oficinas, decenas de edificios habitacionales e instalaciones deportivas y castrenses. Una barda de ladrillo de cientos de metros separa la pista del complejo militar.
La presencia castrense es total. Un gran vivero, cubierto con lonas negras de cientos de metros cuadrados, garantiza abasto inmediato para las tropas. No lejos, el flamante puente que cruza el río Jataté permite el acceso directo, vía terrestre, al cuartel del Ejército en Guadalupe Tepeyac, pasando a través de La Realidad. De hecho, la carretera (aún de terracería) une ya Ocosingo con Las Margaritas, trazando una larga U en el corazón de la zona de conflicto.
Aquí los caminos, los puentes y los servicios han llegado para las instalaciones militares. Los beneficios materiales que alcanzan a recibir las comunidades son subsidiarios, secundarios. La luz eléctrica, que reciben ahora los pueblos de la cañada, se instaló para el cuartel de San Quintín y los campamentos del trayecto.
El auge es desigual, por supuesto. Puesta al servicio de los soldados, la población de San Quintín, en términos materiales, vive mejor que en La Garrucha o El Prado, comunidad en resistencia. Incluso poblados como Betania, de mayoría ARIC- Independiente (o sea, no en rebeldía), van a la zaga de los beneficios visibles en las localidades priístas como Balboa y San Quintín, o en las que hay gente de diversas organizaciones como Patihuitz, La Soledad y Rómulo Calzada, las cuales están divididas (y lo seguirán estando mientras las ocupe el Ejército).
La paramilitarización fallida
A diferencia de otras regiones de Chiapas, en las Cañadas de Ocosingo la estrategia paramilitar no ha logrado consolidarse. Aunque desde hace dos años se habla del Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA), todavía muchos niegan que éste exista.
No obstante, a partir de que el dirigente de la ARIC, Lázaro Hernández, dejó la diputación que obtuvo por el PRI, se han incrementado las agresiones de civiles pro-gobiernistas contra los campesinos de los municipios autónomos.
Después de operativos como el de Taniperla, o el más reciente en La Trinidad, queda claro que la contrainsurgencia dentro de las comunidades tzeltales tiene un límite. En general, los indígenas no parecen dispuestos a matarse entre sí, y si bien la mecánica de la delación ha sido pertinaz, los efectos reales son escasos.
Eso explica, por un lado, que el único avance real contra los pueblos rebeldes dependa del despliegue del Ejército, y por el otro, que el gobierno estatal insista en su campaña publicitaria de las deserciones, a cual más de confusas e inverosímiles. La más reciente, fechada el 8 de junio, fue dada a conocer apenas ayer: 30 campesinos de Suschilá, en Ocosingo, declararon dejar el EZLN, siendo que son, y dicen ser, de la ARIC-Unión de Uniones, con una argumentación que deja sin aliento. Dicen los desertores, en un acta de acuerdo que no parece redactada por ellos sino por sus enemigos:
"Analizamos que nosotros hemos sido muy engañados durante 23 años de lucha en la organización Quip-Tic Lecuptesel, y (en el) transcurso de unos años se aliaron las regiones cambiando de nombre. ARIC-Unión de Uniones fue cuando surgió la organización clandestina de un núcleo guerrillero, y hasta llegar a formar el EZLN, juntos la ARIC y el EZLN venían avanzando reclutando más gente para la derrota de gobierno; antes del conflicto armado en nuestro estado se dividen ARIC-Unión de Uniones con el EZLN ya muy avanzado, es cuando surge el conflicto del 1Ɔ de enero de 1994. Meses después, cuando se lanzó al presidente de la ARIC a la candidatura de diputado, Lázaro Hernández Vázquez, es cuando ARIC-Unión de Uniones se divide en dos... se forma otra organización, la ARIC-Independiente Democrático, y así nos traía engañando hasta aliar con el partido del PRD, de nombrar nuestro concejo municipal haciendo marchas, bloqueos de carreteras, plantones, toma de oficinas, huelgas y sufrimientos en las calles, etc.
"Y este largo recorrido lo hemos sufrido; nosotros fuimos también nacido(s) en la lucha y fuimos miembro(s) del EZLN, fuimos también las FMM (Fuerzas Mexicanas de Milicia), y hasta la fecha somos miembros de ARIC-Independiente y Democrático, pero durante este largo recorrido de sufrimientos y de hambre no hemos sido beneficiados en ningún apoyo por parte de nuestra lucha; las bases de las organizaciones es muy desconocidos y marginados, los que salen beneficiados son las autoridades de la organización, con casas en la ciudad de dos plantas, con carros, con ranchos, con un buen depósito de dinero en el banco, con dos o tres mujeres, etc."
Hasta donde se logra entender, esos desertores del EZLN no son zapatistas, y en realidad se están quejando de los dirigentes priístas y de la ARIC; éstos serían, en todo caso, los únicos beneficiados con casas de dos plantas, carros, ranchos, cuentas bancarias y dos o tres mujeres.
Esa confusión no impide que las oficinas gubernamentales de prensa difundan el asunto como "nueva deserción zapatista".
Maquillajes más, o menos, la única presencia institucional que cuenta en las Cañadas es la del Ejército. Y es, sencillamente, la mayor maquinaria de guerra desplegada en todo el territorio nacional.