El titular del Ejecutivo y el secretario de Energía no quitan el dedo del renglón. Repiten sin descanso que hay que abrir completamente la industria eléctrica al capital privado. Pero no hay ningún argumento que valga. Tanto vigor y persistencia para impulsar un cambio tan radical y desmedido respecto a la naturaleza y dimensiones del problema del sector (garantizar la expansión del sistema eléctrico) despiertan suspicacia.
La motivación no es la falta de recursos, porque fuentes de financiamiento existen y están disponibles, aunque las autoridades se nieguen a verlas (aumento de tarifas hasta cubrir los costos, crédito de proveedores, arrendamiento financiero, excedente petrolero...). Es falso que el gasto social esté en la cúspide de las prelaciones gubernamentales, porque se ha visto que el rescate de empresarios privados pasa por encima de todo. No se trata de una situación de emergencia, porque si se cumple correctamente el programa de obras del sector eléctrico no habrá problema con el suministro. Por otra parte, el nuevo modelo de organización y regulación que propone el Ejecutivo es una solución muy compleja de instaurar y, por lo tanto, no atraería ningún capital antes del año 2001 para centrales que, en el mejor de los casos, entrarían en operación en el 2003. Además, el argumento de que México no se puede quedar atrás de otros países que ya abrieron su industria eléctrica, cae por su propio peso ante los cuestionables resultados de esa apertura. ƑPor qué insistir en esa falsa solución, si el clima y los tiempos políticos son adversos? ƑPor qué obstinarse, si la propuesta del gobierno no ha logrado, a pesar de la campaña del miedo, generar consenso entre los partidos, la sociedad ni en el propio gobierno?
La creación de un clima de confianza y continuidad en el modelo económico, así como las razones ideológicas y los compromisos con los organismos multilaterales de crédito son, ciertamente, motivaciones importantes, pero ninguna ni todas juntas parecen tener un peso específico determinante en la vehemencia aperturista. Entonces, Ƒpor qué tanta insistencia en lanzar a la industria eléctrica nacional a la arena del mercado? ƑSólo por el gusto de ver cómo se la comen los leones? ƑInterés acaso?
De lo que sí podemos estar seguros es de que tal iniciativa abre el apetito de muchas empresas, ciertamente nacionales, pero sobre todo trasnacionales. Se trata de firmas provenientes del sector eléctrico de otros países ųpúblicas algunas de ellasų que desean internacionalizarse, o firmas que actúan en otras industrias (gas natural, metalmecánica...) y que buscan diversificarse. Pero para todas el objetivo es idéntico: obtener una renta diferencial en las actividades que serían expuestas a la competencia (producción y comercio), y una renta de monopolio en los segmentos donde gozarían de derechos exclusivos (transporte y distribución). Esas firmas aplauden la iniciativa presidencial porque en el fondo se trata de un "quítate tú para ponerme yo". En ese contexto, no es extraño que el secretario de Energía haya sido nombrado líder mexicano para el próximo milenio por la revista estadunidense Time; reconocimiento sin duda a su empecinamiento desnacionalizador.
Es conocido que en Chile, los directivos de la antigua empresa eléctrica pública fueron los que compraron las compañías que se crearon a raíz del proceso de apertura. La privatización no fue más que una autoventa. ƑNo es acaso lo que vox populi afirma que pasó en México con Telmex, AHMSA y otras? ƑDe qué lado están los funcionarios públicos que promueven la apertura total y la privatización de la industria eléctrica? ƑDe qué lado estarán cuando termine el sexenio?
* Profesor de la Facultad de Ingeniería, UNAM