En 1980, cuando la economía estaba a punto de iniciar el prolongado problema de crecimiento que padece, había en México casi 29 millones de personas menores de 15 años. Eran el 43 por ciento de la población. Entre aquel año y el actual nacieron unos 31 millones más de mexicanos. Esto quiere decir que alrededor de 60 por ciento de los habitantes tienen hoy menos de 35 años. Este contingente demográfico es mayoritario y representa el presente y el futuro inmediato y mediato de la sociedad. ƑQué imagen del país tiene esta mayoría?
Carecemos de evidencias al respecto, pero debe ser una visión muy diferente a la de los mexicanos de las generaciones precedentes (es decir, a la de aquéllos que, teniendo más de 35 años, forman parte de los diversos estratos que van de la "edad madura" a la vejez). Estos últimos nacieron en un país en expansión económica continua. No se olvide que México mantuvo durante cuatro décadas (de 1940 a 1980) la sexta o séptima tasa de crecimiento más intensa a escala internacional. Y si bien es cierto que el ingreso que generó ese crecimiento era ya distribuido de manera muy inequitativa, había un horizonte efectivo de progreso. La economía y la sociedad ofrecían expectativas ascendentes. Incluso tomando en cuenta la acumulación de rezagos, desequilibrios y desigualdades de todo tipo que el modelo posrevolucionarios generó, multiplicó y terminó por no resolver, la movilidad social formaba parte de la experiencia vital de la población. La crisis terminal de este modelo y los pobres resultados del que lo sustituyó, primero bajo el signo de la "modernización" y después bajo el de la "responsabilidad macroeconómica", crearon desilusión, frustraciones, probablemente amargura y decepción en quienes crecieron, se formaron y trabajaron en aquel México. Para ellos el pasado está perdido, el presente y el futuro son inciertos.
Es distinta la experiencia colectiva de los millones de adultos, jóvenes, adolescentes y niños que crecieron y nacieron en las últimas dos décadas. El país que ellos conocen es uno en el que las expectativas de progreso económico y social son decrecientes y tienden a estar socialmente muy concentradas. Es un país de muy bajo crecimiento general en el que el ingreso por habitante está prácticamente estancando. Uno en el que la oferta de empleos es sumamente raquítica --además de ser éstos, por lo general, poco remunerativos. Un país de economía frágil e inestable: la memoria económica de este grupo de mexicanos está forjada por la experiencia de tres grandes episodios recesivos (1982-83, 1986-87 y 1995-96), de intensidad cada vez mayor y seguidos de fuertes disparos inflacionarios, choques monetarios y bruscas depreciaciones del tipo de cambio. El México que conocen es uno de brechas entre regiones y sectores sociales y productivos, que no se cierran ni disminuyen, sino que tienden a ensancharse.
Los referentes históricos a partir de los que cada uno de estos dos grandes grupos demográficos construye sus representaciones de la realidad social del país no pueden ser más distintos. ƑQué pensarán, por ejemplo, los más jóvenes cuando los responsables de administrar la economía cargan en la cuenta de las "políticas erróneas de pasado" la falta de oportunidades de trabajo, la insuficiencia del ingreso, la fragilidad financiera, la inestabilidad recurrente? El "pasado" que estos mexicanos conocen es el de estas dos últimas dos décadas de casi estancamiento e inestabilidad recurrente y es muy probable que sus proyectos de cambio y renovación de la realidad social, cualquiera que éstos sean, incluyan, en primer lugar, la modificación de las estrategias y las políticas públicas que han predominado en este tiempo. Un programa económico que durante casi veinte años de ejecución no puede acreditar más resultados que la promesa permanente de una futura mejoría de las condiciones de vida de la población, es un programa obsoleto, usado por el tiempo, sin futuro. Representa el pasado.