n A ritmo de batucada nació el Frente Universitario
"No se han cumplido las demandas, este movimiento no ha terminado"
n Los paristas, más que ultras, son los ultrajados de la temporada
Hermann Bellinghausen n "No podemos volver a los tiempos anteriores a la huelga", dice Higinio Muñoz a los reporteros que lo rodean en un palco del estadio. El representante de Ciencias agrega que una pequeña burocracia no puede seguir decidiendo por todos. Llama "a que no se confunda la opinión pública", con lo que declaran las autoridades. "No se han cumplido las demandas, este movimiento no ha terminado".
Hacia las 6 de la tarde, cuando está por iniciarse el acto del nuevo Frente Universitario, los voceros de la Comisión de Prensa y Propaganda del CGH hablan, en abigarrada conferencia de prensa, ante los medios de comunicación.
Jesús Lozano, de Psicología, niega reiteradamente que existan armas dentro de CU. "Las únicas armas son la palabra, la razón y la organización", y dice que eso de las armas es una idea para justificar la represión.
La conferencia, donde participan también David Morales y Francisco Cruz Retana, a ratos debe competir con la sonora batucada que en otro palco no dejan de tocar los de Música. Los voceros estudiantiles niegan que existan grupos guerrilleros en la huelga, y sobre todo, que ellos se encuentren divididos. Lozano afirma, que, en cambio, el Cisen sí está metido en la universidad.
Según Muñoz, existe "una campaña que rebasa a la propia rectoría". Y aclara, ante las insistentes preguntas, que sí, existen corrientes y grupos dentro de la huelga, "pero no son los que deciden; las decisiones se toman en las escuelas". Que los consideren manipulados es otra de las formas de discriminación que han sufrido los huelguistas.
Por los balcones que dan la vuelta al estadio se ven colgadas decenas de mantas, algunas nuevas y otras usadas en marchas y ocasiones multitudinarias. Superhuelga y Superfilos, adecuadamente enmascarados, dan la vuelta olímpica sobre la pista llevando una bandera rojinegra del Instituto de Materiales y cosechando porras y goyas.
Sobre la cancha, a la altura del mediocampo, dos grandes lienzos dan la patada inicial: "No entregaremos la universidad a los dueños del dinero", dice una. Y la otra: "Ni un paso atrás. Sólo los pobres de corazón no llegan al final. Nuestra razón, unida contra la absurda violencia. El Frente Va".
Los ultras llegaron ya
Ahora resulta que todo la ultra. La culpa la tienen los ultragruesos, ultralocos, ultranacos, ultratercos. La denominada, y ahora hasta autodenominada ultra debe estar sorprendida. La coartada clasista de los medios funciona para estigmatizar una huelga estudiantil que nació ultradifamada, ultraagredida, ha sido ultradespreciada y hoy se encuentra ultrapresionada. Ultradesconfiados, ultraencuerados, uy, qué van a decir de nuestra universidad, con esa plebe. Esa no es una protesta, nos dicen, sino una anomalía.
El Estadio Olímpico de CU no se presta a trucos. Se ve lo que hay. Distribuida en las dos graderías mayores, la concurrencia llena poco más de la tercera parte del México 68. La mayoría está constituida por los propios huelguistas, que son bastante más que un puñado de acelerados sin control, aunque en ocasiones se pasen de intolerantes.
La creación del Frente Universitario por la Educación Pública y Gratuita es empujada por los estudiantes. Confluyen en el Frente el STUNAM y la Asamblea Universitaria Académica, los trabajadores de la UAM y los telefonistas democráticos, los padres de familia (que han compactado y fortalecido el apoyo a sus hijos, ahora tan amenazados) y el Frente Gay y Lésbico. Llegan saludos de los trabajadores electricistas y de la Pascual. Ocupan varias zonas de las tribunas los miembros del movimiento urbano popular (Frente Popular Francisco Villa, CUT, MPI, Colonos de Milpa Alta y La Magdalena, y otros). En la tribuna oriental, bajo el pebetero olímpico que encendiera Enriqueta Basilio en aquel diazordacista entonces, octubre de 1968, una manta ondea diciendo: "Para todos todo, nada para nosotros".
A pesar de la fama que se les ha hecho, los miles de estudiantes reunidos en el primer acto político independiente que alberga este estadio en toda su historia, no lucen delirantes. Están prendidos, eso sí. Y en cierto modo, quién lo hubiera dicho, políticamente embarnecidos.
El vapuleo de adjetivos contra la ultra crecida en el CGH ha tenido el efecto de condensar la huelga. Las corrientes extremas han bajado su beligerancia, y se siente. Los voceros del CGH insisten hoy ante la prensa: "El movimiento estudiantil no está dividido". Tienen la asamblea del viernes, en Iztacala, para demostrarlo.
Según la Corriente Nacional de Telefonistas por la Democracia, que confluye en el naciente Frente, "los ultras son Barnés", las autoridades universitarias, el gobierno federal. Lo que sí queda claro es que los estudiantes paristas son los ultrajados de la temporada. A más de 60 días, apenas van a ver qué diálogo les dan. El movimiento estudiantil, que nació con un perfil de clase inevitable y se fortaleció hasta la exasperación en su lucha por la gratuidad, ha sido radical, como lo son los demás actores del drama universitario.
ƑNo les echaron ayer a los de la FES- Cuautitlán un helicóptero militar, a eso de la una de la tarde? Quince minutos sobrevoló el campus y estuvo a punto de aterrizar. Los estudiantes anotaron la matrícula: 1809.
La huelga sigue caliente, para nerviosismo de todos. Exige interlocución. Recibe amenazas. Ya les piden las autoridades que devuelvan la universidad. Televisa los llamó "ladrones". Si minimizarlos no se puede, pues bueno, amenazarlos más, y ridiculizarlos.
Sobre el césped donde tan mal papel han hecho últimamente los Pumas de primera división (negocio de la empresa UNAM), una orquesta y un coro de la Escuela Nacional de Música interpreta bajo la lluvia moderada (ella sí), la canción Frente a Frente, que Silvestre Revueltas compuso para la lucha antifascista. Un toque sinfónico espléndido que, dadas las circunstancias del personal y sus atuendos, y la sonoridad de los altavoces que suelen anunciar goles, hace pensar más bien en Frank Zappa. Como treinta chavos tocan trompetas, timbales y demás, y otros cantan las complejas estrofas de Revueltas, aquel Buda de la tina retumbante.
Más propiamente plebeyos, como sus nombres indican, el Nako y el Mastuerzo hacen bailar a las tribunas como hormiguero. "Estaba la langosta en su salsa, y no me la comí porque estaba muy salá", con estrofas para la ocasión: "Aunque los duros, no quieran, esta huelga vencerá".
Más adelante, en uso del micrófono, Alfredo Velarde, de Economía, llamará a los duros de la canción "palafraneros de la autoridad".
Ya bailaron los estudiantes, ya dijeron, ya guardaron un minuto de silencio por sus dos compañeros muertos, ya se mojaron. Una larga fila de chavos sin camisa (han de ser ultras, de seguro) recorren la parte superior del Estadio Olímpico enarbolando una bandera rojinegra.
De tramo en tramo se detienen. Se apoyan contra el muro como para ser fusilados y sobre sus espaldas, en cada una, una letra se lee: "No a la privatización. Viva la huelga". Luego se dan la vuelta, y sobre sus pechos traen otra letra, cada uno. Dice "Voca 10", y se la mientan a Barnés.
Sólo al final, hacia las 8, asoman entre las nubes los rayos del sol, últimos pero igualmente buenos, y los estudiantes se dispersan hacia Insurgentes, a seguir su huelga. En las afueras del estadio, en una rampa, varias decenas de estudiantes se aglomeran frente a un pequeño stand de feria, donde le tiran la pelota a una caricatura grande del rector. Hay que atinarle a la boca.