Octavio Rodríguez Araujo
¿Le importamos al gobierno del DF?

El gobierno del Distrito Federal y la Procuraduría General de Justicia correspondiente parecen ser rehenes de las dos principales empresas televisoras en esta ciudad. El lunes pasado, policías judiciales y preventivos del DF cerraron las laterales de Periférico Sur, entre la glorieta de San Jerónimo y Luis Cabrera, desde antes de las 11 de la mañana hasta después de las cinco y media de la tarde, complicando el tráfico de sur a norte y de norte a sur por más de seis horas, además de impedir el tránsito a la gente que vive o trabaja en la zona que cerraron.

Este caos vial, y las molestias a los vecinos o empleados de la zona, fue porque un presunto drogadicto de la televisión fue asesinado frente al restorán El Charco de las Ranas, hace unos días. El motivo de los obstáculos y molestias mencionados fue que estaban haciendo una reconstrucción in situ --incluido un par de ráfagas de metralleta (supongo que con balas de salva)-- del asesinato de Paco Stanley.

¿Puede imaginarse el lector que en cada asesinato que hay en el DF se reconstruyeran los hechos por seis horas y se cerraran las calles en donde ocurren actos criminales de este tipo? No, desde luego que no, porque no todos los asesinados son animadores de TV Azteca o de Televisa, ni cargan cocaína a la hora de ser asesinados. Interpreto que esta reconstrucción de hechos se debe a cualquiera de dos motivos: que el Gobierno del DF y la Procuraduría de Justicia quieren quedar bien con TV Azteca, donde trabajaba Stanley, o que las presiones recibidas por la empresa han sido suficientemente fuertes como para obligarlos a desquiciar una amplia zona del suroeste de la ciudad, sin aviso previo a los ciudadanos y sin importarles los perjuicios que ocasionaron. Otra interpretación que salta a la vista inmediatamente es que tanto el Gobierno del DF como la Procuraduría le dan especial importancia al asesinato de alguien que se movía en una camioneta de 700 mil pesos, mientras que quienes viajan en microbuses o a pie apenas reciben la atención que cualquier ciudadano merece ante la ley. Aquello de que los ciudadanos somos iguales ante la ley, aunque seamos desiguales en el ámbito de la economía, no se cumple en la ciudad de México.

Para que el lector se dé una mejor idea de las implicaciones de la reconstrucción del asesinato de Stanley, piense que quienes tuvieron la desgracia de transitar de sur a norte hicieron tres horas (sí, tres horas) del cruce de Insurgentes y Periférico Sur a la glorieta de San Jerónimo, es decir, de las 11 de la mañana a las dos de la tarde, y luego para que no los dejaran circular por la lateral que corre de norte a sur, a pesar de que el asesinato fue en la lateral de sur a norte. Ni siquiera quienes vivimos en la lateral de enfrente, en el Periférico, pudimos llegar a casa en automóvil.

A propósito del Gobierno del DF y del Charco de las Ranas, junto a este restorán hay una discoteca que se llama Interior Uno-Vucciria. En septiembre de 1998 mandé una queja al subdelegado de Medio Ambiente de la Delegación Alvaro Obregón, porque es la delegación a la que corresponden el restorán y la discoteca mencionados. Mi queja, que no ha sido atendida desde entonces (nueve meses), fue porque conforme avanza la noche, sobre todo entre las doce y las cuatro de la mañana, la discoteca produce un ruido insoportable para quienes vivimos en la acera de enfrente, en la misma donde el lunes no nos dejaron circular. He tratado de informarme sobre esta discoteca y me han dicho que pertenece a Televisa. Otra vez, el Gobierno del DF parece rehén de los consorcios de televisión, pues no ha hecho nada al respecto: el director general de Prevención y Control de la Contaminación (Enrique Rico Arzate) ha ignorado olímpicamente mi derecho de petición (artículo 8 constitucional) y el oficio que le envió el subdelegado el 5 de octubre del año pasado sobre mi denuncia de contaminación por ruido producido por la discoteca. Nuevamente, los ciudadanos no contamos. No si los intereses que pudieran ser afectados tienen que ver con grandes empresas. ¿Es este el gobierno que queríamos cuando votamos por Cárdenas, a quien en lo personal estimo y respeto?