La Jornada jueves 24 de junio de 1999

Sergio Zermeño
Un ciclo ha terminado

La idea de revolución, de ruptura total, de refundación integral de lo existente ha estado asociada al pasaje desde los grandes imperios hacia las modernas democracias y hacia los socialismos; ha estado asociada también a la caída de las dictaduras más elementales de los países atrasados del Tercer Mundo (guerra de movimientos la llamó Gramsci, diferenciándola de la guerra de posiciones propia de la política reformista y de los pequeños pasos de las sociedades más estables de la modernidad).

La refundación de la Universidad Nacional arrancando desde la trinchera de la educación gratuita y el fin de la era neoliberal con base en la lucha antiprivatizadora, no son desde ningún punto de vista proposiciones ilegítimas de los estudiantes menos negociadores. Venga el ejemplo que más nos llega en el momento actual: el ``bomberazo'' de 20 mil millones de pesos para salvar la Banca Serfin hace ocho días, más los 82 mil 400 para el ``saneamiento'' de Bancrecer con que arrancamos esta semana, constituyen nada menos que diez veces el presupuesto de la UNAM en este año. Ahora bien, 23 mil millones de dólares (de dólares, léase bien), de un nuevo préstamo del FMI, servirán para este rescate bancario, así como para no descuidar el gasto social, indispensable en un año electoral y, naturalmente, quién puede dudarlo, para financiar las campañas electorales del partido de Estado, tal como sucedió cuando el presidente Zedillo fue ``elegido'' hace cinco años.

¿Quién se atreve con estas evidencias, aunque fueran tachadas de estereotipos, a extrañarse porque las organizaciones populares, los ciudadanos, las manifestaciones sociales, los movimientos estudiantiles y juveniles o algunas organizaciones políticas de oposición se declaren decepcionados de las instituciones, de las leyes, de la procuración de justicia, de la igualdad de oportunidades, y hagan un llamado al cambio drástico, al ¡Ya Basta!? ¿Por qué nos admira tanto que se desate el ``radicalismo'' en la UNAM si sociológicamente no hay ninguna razón para que no se desate?

Y sin embargo también es cierto que en sociedades complejas los movimientos sociales tienen un ciclo de fuerza, un periodo de influencia y que, terminado ese ciclo, sus debilidades aparecen; entonces, después de una calculada espera, como en Chiapas, las poderosas fuerzas de la injusticia contra las que con toda legitimidad se dirigen esas luchas, retoman el control de la situación y los ingenieros de la desconstrucción identitaria pasan a hacer su trabajo empleando la violencia cruda y la violencia simbólica. Una sociedad tan desgarrada, tan empobrecida, tan atemorizada por la violencia y la delincuencia cotidianas, tan pulverizada y recluida defensivamente en lo privado, tan rota como la nuestra, no parece estar en el mejor momento para entender los mensajes radicales, por más legítimos y lógicos que sean. Junto a ello, el control estricto que los más poderosos intereses globales (del exterior y del interior, incluido el gobierno y su partido) mantienen sobre los medios informáticos, vuelve inoperante los llamados a la confrontación, a la lucha total, y los convierte en un bumerang para esas luchas.

Por estas razones los movimientos sociales en nuestro tiempo y en un país, tan globalizado y atrasado, tan desigual y sometido, se deben plantear formas oportunas y ágiles de entrar y salir, de evidenciar las injusticias, de capitalizar las ganancias, de pasar la estafeta sin perder el aliento, de evitar la represión y el desmantelamiento...

En la UNAM un ciclo se ha terminado. El pliego petitorio estudiantil ya no es indispensable. En donde dice: ``no a las cuotas'' debe decir: ``por un presupuesto justo para la educación superior'', o bien (qué pena decirlo con estos términos para un universitario), ``por un presupuesto tan generoso como el otorgado a los banqueros''. La lucha debe ser por un presupuesto que permita que el mayor número de jóvenes entre 15 y 25 años tenga acceso a la educación pública (y no sólo para un joven de cada diez de los que hoy tocan a las puertas de la UNAM). En donde dice ``pase automático'' debe decir ``pase al siguiente ciclo para los cinco de cada diez jóvenes mejor preparados que tocan a las puertas de la educación superior'', asegurando que los aspirantes de menores recursos hayan contado, a lo largo de sus estudios, con becas y apoyos que los coloquen en menor desventaja que la que de por sí rige en el medio educativo.

Levantar la huelga a cambio de un debate de análisis, consenso y resolución (a pesar de Barnés), que permita ganar a la opinión pública, sería una salida digna para este movimiento de huelga, si de veras somos universitarios y no agentes de Gobernación en busca de desestabilizar el gobierno de la ciudad y a cambio de una charola vitalicia.