n Mesa sobre la situación de ese género literario
Irrelevante, el lugar del deseo en la novela actual: Beltrán
n No está en peligro de desaparecer sino de volverse banal, dice Volpi
Arturo Jiménez n El lugar del deseo se ha vuelto irrelevante en la novela contemporánea, la cual además privilegia la superficie y no el contenido, señaló Rosa Beltrán luego de recordar que, por ejemplo, en una situación diferente, los críticos todavía no se ponen de acuerdo sobre lo que realmente deseaba Ema Bovary, personaje de Flaubert.
Beltrán participó ayer en la mesa redonda sobre el sentido actual de la novela, en la Casa Lamm, junto a Jorge Volpi, autor de En busca de Klingsor, ganador del Premio Biblioteca Breve, y otros siete escritores de la llamada generación del crack.
La escritora dijo que en la narrativa actual ''el deseo es una compulsión, algo que no tiene un sitio preciso, una suerte de compensación necesaria pero que carece de un fondo que lo sustente", y agregó que en las novelas de hoy existe la posibilidad de contar numerosas historias, con muchos personajes, espacios y una fusión de discursos, como lo hace Volpi.
Beltrán señaló que, a diferencia de las ficciones en los medios de comunicación masiva, que hablan a todos al mismo tiempo y con la misma voz, la novela tiene un significado único para cada lector. Además, agregó, ''si el cine y la televisión son disparadores de reacciones, la novela sigue siendo un detonador de mundos imaginarios".
Sin embargo, luego de aclarar que la novela actual se alimenta de la televisión y del cine -y viceversa-, recordó que Borges sostenía que ser villano o héroe no depende de algo esencial al ser humano sino del azar.
Utopía y romanticismo, los enemigos
En una mesa que prometía un debate e intervenciones breves, lo que no sucedió, Volpi trató de glosar los planteamientos y luego afirmó que la novela no está en peligro de desaparecer sino de volverse banal.
Agregó que las novelas que realmente importan son las que ofrecen, junto al placer, la posibilidad de conocimiento y no la búsqueda de verdades absolutas. La novela, como la ciencia, consideró, incorpora el azar no como error, y la poesía y la narrativa deben provocar cosas.
Pedro Angel Palou señaló que el novelista no debe hacer ''ninguna concesión al mercado, a las políticas de uniformidad y represión del imaginario por medio de etiquetas" ni tampoco sustituir las ''reflexiones narrativas personales y riesgosas".
Ignacio Padilla respondió a la pregunta de para qué escribir novelas: hay personas que las leen. Y acerca de la cuestión hacia dónde va, dijo que Italo Calvino habló de brevedad y ligereza, la cual ha terminado por deformarse como frivolidad.
Eloy Urroz dijo que son dos los enemigos a vencer, mediante la ficción, a los que se enfrenta Volpi en sus novelas: utopía (Marx) y romanticismo (Rimbaud) -''cuyo clímax y auge se dio en el siglo pasado pero su poder de irradiación abarca el XX"-, en los que veía formas incipientes de totalitarismo para homologar la sociedad y uniformar a los individuos.
Habló en favor de la novela de la diferencia, de la diversidad, la del otro, la plural, la multicultural y multirracial.
Mario González Suárez mencionó tres características de la novela actual en el país: el debilitamiento de los temas mexicanos, de las visiones apocalípticas y la mayor elaboración de las obras.
Vicente Herrasti consideró que la narrativa mexicana irá perdiendo origen y penetrará con mayor facilidad en los mundos literarios de otros países.