Luis Javier Garrido
El zigzag

La huelga en la Universidad Nacional, que lleva más de nueve semanas, está siendo aprovechada por el equipo del aspirante priísta a la Presidencia de la República, Francisco Labastida, a fin de sacar provecho político para el 2000. Esa, y no otra, es la explicación de que las autoridades de la UNAM se sigan negando a negociar la salida al conflicto con el Consejo General de Huelga.

1. La pregunta que se hacen amplios sectores mexicanos es por qué la Rectoría de la UNAM, a más de nueve semanas de estallado el conflicto, manifiesta tal oposición a iniciar el diálogo con los estudiantes del CGH y se ha empeñado a todas luces en prolongarlo, sin más estrategia que la de desprestigiar a los jóvenes y mentirle a la Nación.

2. ¿Por qué los altos funcionarios de la UNAM están actuando como priístas y no como académicos?

3. El rector Francisco Barnés y sus colaboradores no tienen ni pueden tener una explicación a la comunidad universitaria de por qué han dado muestras de la mayor incompetencia y mala fe que se recuerde en muchos años en la universidad. De por qué tras hacer aprobar al Consejo Universitario un reglamento ilegal se dedicaron durante varias semanas a una febril actividad política buscando culpables de la inconformidad de los universitarios, de por qué turbios motivos políticos buscaron culpar de la huelga al PRD para terminar comprometiendo a varios de sus dirigentes en una componenda vergonzosa que no resolvió nada. De por qué, ignorando de nuevo a la comunidad, hicieron aprobar al Consejo, en otra sesión en la que se violó la normatividad universitaria (por la forma en que fue convocada), un nuevo reglamento anticonstitucional que era evidente que no llevaría sino a un agravamiento del conflicto, y ahora orquestan una de las campañas de desinformación más deplorables de los últimos años.

4. La Rectoría de la UNAM no tiene una explicación de por qué no ha empezado a negociar la huelga, y de por qué ha derrochado decenas de millones de pesos del presupuesto en una campaña para calumniar al movimiento estudiantil, de la cual diez millones han sido tan sólo para los desplegados de los últimos días, según Proceso (núm. 1181). Una propaganda en la que pretende que ya no puede ``ceder más'' cuando no ha atendido a ninguno de los seis puntos del pliego estudiantil, y no hay expectativas de que vaya a hacerlo. El rector Barnés, luego de aceptar dialogar de manera directa con los estudiantes en la Cámara de Diputados (17 de junio), tras la aceptación del CGH (19 de junio), una vez más se echó para atrás y ahora dice que sólo enviará a algunos miembros de la llamada Comisión de Encuentro (22 de junio), que no se sabe si lo representarán a él o al Consejo Universitario, y que no son más que el símbolo de la ineptitud de una burocracia que no quiere asumir sus responsabilidades.

5. La campaña de difamación en contra de los estudiantes en huelga de la UNAM no tiene parangón en la historia reciente del país, pues la casi totalidad de la prensa está presentando como trabajos de reporteros los boletines de la Secretaría de Gobernación, en los que el movimiento es ya una cuestión de seguridad nacional (o de seguridad pública). La huelga, que es un derecho legítimo de los estudiantes, a los que las autoridades no dejaron otra alternativa, se muestra como una acción violenta e ilegal. El movimiento estudiantil, que es la expresión democrática de escuelas y facultades, se hace aparecer como la acción irreflexiva de unos cuantos encabezados por un grupo de imaginarios extremistas sin rostro, ``los ultra'', en quienes periodistas y escritores descargan su impotencia, acusándolos incluso de estar armados. La universidad, en fin, que es una comunidad, se presenta como un patrimonio del régimen y de sus burócratas que exigen ``su devolución'': a ellos.

6. Las actuales autoridades de la UNAM están en entredicho, pues el fracaso de la campaña cacerolera en el Periférico (23 de junio) y el mitin de Santo Domingo (24 de junio), en el que a pesar de los empleados de confianza no llenaron más que la mitad de la plazoleta, no hace sino poner de relieve que, además del respaldo del candidato priísta Francisco Labastida (y acaso el de Zedillo), la administración de Francisco Barnés puede contar con los medios oficialistas (Radio Red, Televisión Azteca y Televisa) pero no tiene consenso alguno en la propia universidad.

7. ¿Qué más puede entonces intentar la Rectoría de la UNAM, si se sigue negando a dialogar, que el uso de la fuerza? ¿Quiere que el Ejército ocupe las instalaciones universitarias para tratar de aplastar el problema que ella creó y que no ha querido enfrentar? María Cristina Valero de Barros Sierra, viuda del ingeniero Javier Barros Sierra, refiriéndose al que fuera ilustre rector, le decía por eso a Barnés: está usted haciendo ``exactamente todo lo que él no haría'' (El Correo Ilustrado de La Jornada, 23 de junio).

8. El verdadero grupo de extremistas que actúa de manera impune e irreflexiva en la universidad es sin duda el que encabezan las actuales autoridades, que contra la razón y por la fuerza están tratando de desmantelar el proyecto histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México, imponiendo una serie de medidas desquiciadas: estableciendo mecanismos de exclusión social, restringiendo la matrícula, desmantelando las licenciaturas y el posgrado, subordinando las políticas académicas y los contenidos curriculares a los dictados del Banco Mundial, combatiendo el pensamiento crítico. Poniendo, en suma, la docencia, la investigación y la difusión de la cultura, ya no al servicio de la Nación, sino de los intereses de las corporaciones trasnacionales. Y que por ello se oponen a que se abra una discusión democrática.

9. Todo esto puede, y debe discutirse en un congreso general resolutivo, que será legítimo o legal, conforme a la normatividad universitaria. ¿O qué acaso no lo era el congreso de 1990 en el que Francisco Barnés fue delegado?

10. El movimiento estudiantil de 1999, a contracorriente, ha resistido a todo, desde las presiones con los ilegales cursos y exámenes extramuros hasta los intentos por lograr su división, y tarde o temprano va a triunfar.