OBSERVATORIO
CIUDADANO DE LA
EDUCACIÓN
COMUNICADO No. 11
La reforma del SNI
n Respuesta a inquietudes de la comunidad científica
n Aciertos: se acepta que los investigadores enseñen, se restructuran las áreas disciplinares, se establece posibilidad de apelación
n Limitaciones: no alienta a investigadores jóvenes, afianza estructura piramidal, mantiene los mismos niveles de estímulos económicos
Hace 15 años se estableció el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y desde entonces ha sido reformado en cinco ocasiones, la última el pasado abril.
Conviene examinar su funcionamiento y el sentido de sus recientes cambios.
El SNI fue creado por decreto presidencial en julio de 1984 y es básicamente un sistema de evaluación y certificación de los investigadores indivi- duales; previa valoración de los méritos académicos, otorga la categoría de investigador nacional o candidato a investigador a quien se dedica de tiempo completo a esta actividad; la distinción conlleva un incentivo económico mensual acorde con la categoría y el nivel obtenido: candidato a investigador, niveles I, II y III e investigador emérito. Las diferencias son sustantivas entre cada categoría pues el monto que se recibe en el rango más alto cuadriplica el del más bajo; para los investigadores beneficiados el incentivo económico representa otro tanto o más de su salario base, por lo cual se ha convertido en un ingreso indispensable.
La pertenencia al SNI no sólo significa un ingreso económico adicional, sino una diferenciación de funciones y prestigios al interior del gremio. En el ámbito académico pertenecer al SNI se ha convertido en un indicador utilizado para variados propósitos, no todos explícitos: es requisito o garantía para obtener financiamiento de los proyectos, elemento que condiciona la conducción de las investigaciones, aval de la calidad de las instituciones y de su oferta de estudios de posgrado, requisito para acceder a puestos o para formar parte de instancias de evaluación y decisión.
La trayectoria en cifras
ƑCuál es el alcance real del SNI? Su dimensión ha sido y sigue siendo muy limitada. Se inició en 1984 con 1,396 miembros y 13 años después su membresía sumaba 6,356; a pesar de que la cifra casi se multiplicó por cinco, su crecimiento ha sido sumamente gradual y sigue siendo muy reducido su volumen en comparación con la comunidad de investigadores, de la cual comprende aproximadamente una quinta parte.
Otro aspecto que destaca en la evolución del Sistema es la escasa movilidad entre sus diferentes categorías y niveles. Al inicio 15% de sus miembros eran candidatos, 57% pertenecía al nivel 1, 19% al nivel II y 9% al III; en 1997 las proporciones eran muy similares, solamente los candidatos aumentaron su participación en 6 puntos porcentuales con la consecuente disminución en los otros niveles; conserva, por tanto, una estructura piramidal, en cuya base (candidatos y nivel I) se siguen concentrando tres cuartas partes del total de integrantes. De hecho, en el último año del que se tiene información, del total de miembros que solicitaron renovación, 7 de cada 10 conservaron el mismo nivel, dos lograron ascender al siguiente y uno fue rechazado o descendió de nivel.
No parece que ni el considerable incremento de los posgrados ni las políticas de becas para estudios de este nivel en el país o en el extranjero hayan incidido en forma significativa en el desarrollo del Sistema. Probablemente esto se deba a que se han incrementado paulatinamente los requisitos de ingreso; una de las consecuencias de este proceso ha sido que los beneficios privilegien sobre todo a los investigadores relativamente establecidos y menos a quienes aspiran a serlo. Entre 1992 y 1997 el número de candidatos a investigador disminuyó a la mitad (de 2,655 a 1,332) no porque hubiesen sido promovidos al siguiente nivel como hubiese sido deseable, sino porque se estableció el requisito de cursar el doctorado para ser aceptado como candidato.
La última reforma
Desde hace varios años la comunidad académica venía señalando varias limitaciones del SNI: su reducido alcance, la escasa movilidad ascendente y, sobre todo, las frecuentes insatisfacciones con los resultados de las evaluaciones; se pedía aplicar criterios cualitativos, establecer mecanismos más claros, diferenciar las normas por áreas de conocimiento e incrementar los estímulos económicos. Desde septiembre de 1997 el Conacyt abrió una consulta que recogió las sugerencias con miras a evaluarlas y efectuar reformas.
Un elemento que se sumó a los señalamientos críticos fue la recomendación que la Comisión Nacional de Derechos Humanos envió al SNI en julio de 1998 para que incluyera en su estructura normativa una instancia que permitiera impugnar los dictámenes de las comisiones dictaminadoras, toda vez que se consideró que los aspirantes estaban en condiciones de indefensión.
La reforma del Sistema anunciada el pasado abril atendió algunas de las sugerencias; ignoró otras. Los cambios más notables fueron: se aceptó que los investigadores participan en actividades docentes y de innovación tecnológica; se amplió el número de las áreas de conocimiento y de sus comisiones dictaminadoras; y se instaló una comisión revisora que atenderá y resolverá las inconformidades.
La aceptación de que los investigadores puedan emplearse en actividades docentes y de innovación tecnológica, parece corresponder a una política más amplia que se intenta impulsar de manera estructural en el ámbito académico. En septiembre de 1998, el Colegio de Directores de la UNAM formuló una serie de normas para impulsar la participación de investigadores en la enseñanza. Asimismo, en la Ley para el Fomento a la Investigación Científica y Tecnológica recientemente aprobada por el Legislativo se establecen preceptos en sentido similar.
En cuanto a la ampliación de las áreas de conocimiento, se agregaron tres áreas más a las cuatro existentes y se reorganizaron las disciplinas comprendidas en cada una; modificaciones de este tipo se han hecho en cuatro de las cinco reformas efectuadas. Se trata de un aspecto medular del SNI del que depende el tipo de créditos que se aplican; se espera evitar así distorsiones en el proceso evaluatorio y disminuir las insatisfacciones de los evaluados. El reciente ajuste parece positivo, aunque habrá que dar tiempo a las adecuaciones para evaluar los impactos reales.
La posibilidad que ahora se establece de apelar las decisiones de las comisiones dictaminadoras es un cambio sustancial, esperado por largo tiempo, que contribuirá sin duda a un funcionamiento más justo del SNI y a que sus dictámenes finales sean mejor aceptados.
Las limitaciones
En contrapartida, hay que señalar que las reformas no favorecen la ampliación de la base de los miembros, ni tienden a estimular el desarrollo de los investigadores más jóvenes; tampoco se aumentan los montos de los estímulos. El incremento de los requisitos de ingreso para los candidatos a investigador -en la última modificación se solicita grado de doctor o producción equivalente- seguramente reforzará la disminución de esta categoría que viene acusándose desde 1992, lo que indicaría que se está desalentando la carrera de investigador. La categoría de candidato sigue siendo problemática, ya que sólo una muy pequeña proporción de quienes se inscriben en ella llegan a constituirse como investigadores y permanecen en el sistema; la mayoría simplemente aprovecha el estímulo económico mientras cursa su doctorado. En cuanto al monto real de los estímulos, no parece probable que puedan incrementarse en el corto plazo; el SNI consume ya cerca de 20% del presupuesto total del Conacyt.
En conclusión, las recientes reformas al reglamento del SNI afianzarán el carácter restringido del mismo y la tendencia a que sus beneficios económicos se concentren en un sector reducido de la comunidad científica; no estimularán el desarrollo de amplios grupos de trabajo en las instituciones ni de redes interinstitucionales; en suma, será escasa su contribución a la renovación y consolidación de la planta de investigadores científicos del país.
Hubiera sido de desear que las reformas traslucieran una concepción más amplia y ambiciosa de las políticas gubernamentales respecto a la investigación científica. El SNI no es sólo un organismo que evalúa y certifica a investigadores individuales, sino una pieza central de la política científica y tecnológica nacional. Proyecta su influencia sobre la calidad de los programas de posgrado y de las instituciones, la calidad de los proyectos aprobados y financiados, el nivel de las revistas científicas, las prioridades en la asignación de becas, las relaciones académicas con otros países y el concepto mismo de lo que entienden las universidades por excelencia académica. Inclusive el SNI influye en la manera como se percibe y se enseña la ciencia en el conjunto del sistema educativo, en el surgimiento de vocaciones de jóvenes a la investigación y en la cultura científica de toda la población.
Interrogantes
-ƑNo hubiese sido conveniente que el Conacyt, al dar a conocer las recientes reformas, publicara un análisis de las sugerencias recibidas de la comunidad científica y una evaluación de las mismas que justificara por qué unas se tomaron en cuenta y otras se rechazaron?
-ƑHan hecho las autoridades algún análisis de la relación entre la ampliación de los programas de posgrado, junto con las políticas de becas, y la evolución del SNI en los últimos años? Si se considera, por ejemplo, que los egresados de doctorados más que se duplicaron entre 1990 y 1996 (de 201 a 504) Ƒno sería esperable que estos incrementos se reflejaran en el fortalecimiento del SNI y de la comunidad científica nacional?
-La información anual que publica el Conacyt (principalmente los "Indicadores de Actividades Científicas y Tecnológicas") es muy rica cuantitativamente; Ƒno sería posible completarla con análisis cualitativos que, en el caso del SNI, pusieran al descubierto las articulaciones de éste con las demás políticas de ciencia y tecnología?
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