Enrique Calderón A.
4 de julio, estado de México
Con más de 12 millones de habitantes y 17 por ciento de la economía nacional, el estado de México es hoy en día el más poblado del país y el que mayores recursos económicos genera. Estas son las razones por las que el proceso electoral del próximo 4 de julio, en el que los mexiquenses elegirán a su próximo gobernador constitucional, se convertirá en la referencia obligada de la vida política del país.
En este contexto, vale la pena poner en el papel algunos datos tan desconocidos como sorprendentes, empezando por los de su crecimiento, que fue de más de seis veces entre 1960 y 1998, cuando lo hizo de 2 millones a más de 12, mientras el país entero crecía 2.5 veces, con una de las tasas más elevadas del planeta. Sin embargo, el crecimiento interno del estado mostraba diferencias más sorprendentes aún. En los municipios que conforman el área metropolitana de la ciudad de México el crecimiento fue de más de 15 veces, un municipio en particular, el de Ecatepec, pasó de 40 mil habitantes a un millón 700 mil (más de 42 veces en 38 años), y otro más, el de Coacalco de Berriozábal, aumentó 64 veces.
Estas cifras, nos presentan un fenómeno desmedido, que afortunadamente no se ha dado en ninguna otra parte del país, que habla claramente de la ausencia de un plan estatal de desarrollo y de normas que dieran un orden mínimo al crecimiento; los municipios conurbados se convirtieron así en escenarios fantásticos para la especulación, en la que participaron por igual funcionarios estatales y fraccionadores privados.
El crecimiento lo desbordó todo, colonias fueron creadas sin pensar en los requerimientos básicos de agua, drenaje y energía eléctrica. Gaseras e industrias de alta contaminación rodeadas de viviendas, ausencia total de vías de comunicación y de transporte, tiraderos de basura en lugar de parques, tianguis callejeros en vez de mercados. Pareciera que en la vasta zona del área metropolitana todo ha ido quedando fuera de la norma, sino es que de la ley, ante la aceptación de autoridades municipales y estatales, para quienes todo esto simulara ser motivo de beneplácito, en cuanto a los enormes ingresos que eso les representa.
Y sin embargo, las preocupaciones de la población son otras y muy mayores, que tienen que ver con su sustento y las posibilidades de sobrevivir un día más, y quizás tienen razón; con tasas de crecimiento cercanas a 10 por ciento anual los mexiquenses del área metropolitana requieren cerca de 700 mil nuevos empleos cada año, cifra que a veces, logra cubrirse en todo el país, según dicen las cifras oficiales, y eso cuando todo está bien. Setecientos mil empleos cada año son mucho, eso lo han sabido los gobiernos del estado, que prefirieron ignorar el problema antes que afrontarlo; la población no puede hacer lo mismo, y es su propia existencia la que está en riesgo; por otra parte, son muchos los que llegan cada día de otras partes de la República, donde la miseria es aún más grave.
Sin pensarlo mayormente, los jóvenes, las mujeres y los adultos se lanzan a buscar nuevas actividades que les permitan lograr un ingreso, dos terceras partes, 66 por ciento de los puestos de trabajo se ubican en la economía informal, principalmente en los servicios (un millón 20 mil 310) y en la industria (876 mil 120); el comercio, siendo la parte que más se ve, es con mucho la más pequeña (381 mil 350). Actualmente cuatro de cada cinco nuevos trabajos se generan en economía informal y la gente los busca sin reparar que en ellos los ingresos serán bajísimos y las prestaciones nulas.
Para un grupo importante de jóvenes, la solución a la falta de los ingresos es otra más simple, la delincuencia, con lo cual se ha generado el problema más grave del estado: la inseguridad. En una encuesta que realizamos recientemente en la Fundación Rosenblueth nos encontramos que 39 por ciento de los habitantes de los municipios conurbados han sido víctimas de algún tipo de asalto; en 82 por ciento de los casos los delincuentes parecían ser menores de 25 años.
Este es en fin, el escenario del estado de México, después de 70 años de gobierno priístas, y como resultado de acciones y omisiones directas de esos gobiernos; el próximo 4 de julio, los mexiquenses decidirán si eso ha sido suficiente o si aún desean otros seis años con más de lo mismo.