* El nuevo libro de Rafael Aviña busca la relación entre ficción y vida cotidiana
La realidad supera al cine de horror
Raquel Peguero * Género tan explotado como menospreciado, el cine de horror y fantástico dice mucho de la naturaleza humana y su lado oscuro. Lo hace "de una manera oblicua, nebulosa, precisamente para que el espectador se turbe y sienta que aquellas cosas pueden pasar, pues lo que plantea son elementos de la realidad cotidiana de manera exacta, concreta e inquietante", afirma Rafael Aviña, quien con su libro El cine de la paranoia, editado por Times, busca explorar esos entrecruzamientos que se dan entre la ficción y la realidad.
La génesis del libro data desde que Aviña era niño y se entusiasmaba con programas como La dimensión desconocida, y con películas como El hombre con la vista de rayos equis y La máscara de la muerte roja. "Por supuesto que veía cintas de otra índole, pero éstas me inquietaban, me creaban un hueco en el estómago y sentía que me decían algo que las otras no". Explica que entonces todo ello le llegaba de manera visceral, pero ahora, como escritor, busca que ello no pase desapercibido y se conjugue, en partes iguales, con una cuestión intelectual. ''El reto para mí, como crítico, es interesar al lector para que vea la película y llegue a sus propias conclusiones".
El autor de El cine oscuro. El placer criminal: crónicas del infierno, también editado por Times, explica que el cine de horror ha sido "sobrexplotado'': ''funciona una película y se vuelve una fórmula". Sin embargo, está convencido de que plantea situaciones reales: ''Por ejemplo, los personajes de Scream ya no son los asesinos sobrenaturales como Jason o Freddy Krueger, sino chavos normales que van a la escuela ųcomo los asesinos de Juegos divertidosų, que podrían ser los mismos chavitos que mataron a sus compañeros en Colorado.
''Eso muestra que de pronto el cine de horror sí puede adelantarse o prever situaciones, sin que por ello diga que son profetas o hacen análisis superprofundos de la realidad humana. Lo que sucede es que para estos cineastas la realidad está en las pesadillas, y la manera en que más nos podemos acercar a explorar nuestros miedos es por medio de nuestras pesadillas".
Explica que hay una serie de temas que han provocado en las audiencias miedos, angustias y curiosidades extrañas. ''En el caso de la religión, ésta ha creado al bueno y al malo, por lo que las expectativas del demonio pueden ser muy específicas, dependiendo de las creencias de cada quien; algo similar sucede con los extraterrestres. Cuando empezaron a tomar cuerpo las películas del tema, ya había aparecido el caso Rosswell y, para cuando vimos las películas El escorpión negro, Tarántula, El mundo en peligro y Mutaciones atómicas ya había pasado lo de Hiroshima y Nagasaki, y el mundo había sentido las consecuencias de la bomba atómica. El cine reflejó esos miedos.
''Lo que busco en este libro es plantear esas dualidades: la realidad y la ficción, qué tanto se acercan unos a otros, y al mismo tiempo cómo puede tener un contexto social muy determinado y convertirse en un vehículo de entretenimiento".
En relación con el éxito que posee ese género, Aviña consideró que radica en el hecho de que nos acercamos a él con "expectativas muy ínfimas y en general resulta que es totalmente distinto a lo que se pensaba". En los últimos tiempos hubo un acercamiento a él con mayor profundidad, pues antes se hablaba de ir a ver una película de miedo o de espantos, lo que podía ser ver una de fantasmas que un thriller.
"Ahora vamos con más conciencia, y nos topamos con películas inteligentes, irónicas divertidas, más anómalas en la manera de presentar el argumento, que consiguen producciones como Masacre en cadena, que ninguna tecnología ha logrado superar. Su éxito radica, quizá, en la manera burda y visceral que tiene de presentar las cosas y que la hace tan inquietante y terrible".
Aviña consideró que el cine de horror y de asesinos seriales "presenta a los nuevos monstruos, porque lo son, como lo fueron en su momento Drácula y Frankestein, y después los Jason y Freddy Krueger. Son personajes extraídos de la realidad, y eso los hace más atractivos e interesantes, porque son gente con la que podemos toparnos a la vuelta de la esquina.
''Algunos dirán que en México no se da, pero está lo de Ciudad Juárez, las chavas que sacrificaron en Tepepan, o lo de la colonia Malinche, que no era otra cosa que cine snuff. Te das cuenta que son situaciones tan absurdas que nos emparentamos con ellas, pero lo más terrible es que en la realidad puede haber personas mucho más malignas y viles que un Búfalo Bill o un Hannibal Lecter. Eso es lo que me aterra. La paranoia para mí está ahí, no en el cine".