n Estadísticas oficiales y opinión de especialistas muestran el lado negativo


Deserción y diferencias sociales, saldos del concurso

Claudia Herrera Beltrán y Karina Avilés n A cuatro años de que se instituyó el examen de ingreso a la educación media superior han comenzado a aparecer estadísticas de su posible impacto negativo, como son incremento de la deserción escolar en ese nivel educativo y mejor desempeño en la prueba de los hombres que las mujeres.

Los estudios de los organizadores del concurso también han sacado a la luz las diferencias sociales y los problemas del sistema educativo mexicano. Los aspirantes exitosos en el concurso son los mejor alimentados, con padres de escolaridad alta, con pocos hermanos y que provienen de escuelas privadas.

El vocero de las nueve instituciones organizadoras, Roberto Castañón, dijo desconocer las cifras de deserción escolar que recientemente difundió la Secretaría de Educación Pública (SEP), y defendió el examen al decir que es igualitario, equitativo y genera ahorro en las familias.

Sin embargo, las críticas al examen resurgen con las evidencias numéricas, aun cuando el instrumento se ha ido perfeccionando hasta disminuir los conflictos de sus inicios, cuando jóvenes con promedios altos eran asignados a escuelas que no eran de su preferencia o que debían estudiar en planteles muy retirados de su domicilio.

Organizaciones opositoras al concurso, como la Coalición Trilateral en Defensa de la Educación Pública, señalaban en 1996 que la prueba ocasionaría deserción escolar porque muchos estudiantes iban a ser enviados a escuelas que no eran de su preferencia. Cuatro años después, el más reciente informe de labores de la SEP indica -en cifras preliminares- que en el ciclo escolar 1997-1998 se registró el índice más alto de deserción de la educación media superior en el Distrito Federal, que pasó de 17.1 por ciento en 1995 a 24.4 por ciento ese año.

Por otra parte, la realidad social y económica de los jóvenes capitalinos y de los municipios conurbados también quedó al descubierto. Egresados de secundarias particulares que consumen con mayor regularidad carne, huevo y leche, ocupan varias horas para hacer sus tareas y practicar deportes y cuyos padres son de escolaridad alta, obtienen los mejores promedios.

Este perfil se desprende del Informe Final del Concurso de Ingreso al Bachillerato de 1998, el cual indica en su anexo estadístico que los egresados de secundarias privadas obtuvieron 62 por ciento por ciento de aciertos por 52 de los de escuelas oficiales.

El concurso se ha convertido en un filtro para ''discriminar a los sectores más desprotegidos'' de la población estudiantil, dijo Hugo Aboites, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Lo anterior, agregó, obedece a que el examen único coloca en una competencia a estudiantes que no han recibido la misma carga de información y que no tienen acceso, en muchas ocasiones, a la misma educación y nivel cultural, respecto a los que sí han tenido esa oportunidad. Por ejemplo, un estudiante que vive en una delegación semiurbana ante otro del Colegio Alemán, ''queda en desventaja''.

Según los cuestionarios de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems), los alumnos con más de 70 aciertos de un total de 128 consumen a diario carne o pescado, huevo, leche y sus derivados. En el siguiente nivel de desempeño se ubican los que consumen entre cuatro y seis veces estos alimentos y así sucesivamente hasta los jóvenes que los comen menos de una vez o nunca.

Otro problema es que los estudiantes de familias de menores recursos aparecen como los menos capaces. En el examen capitalino, quienes tienen ingresos familiares de 9 mil 500 pesos mensuales, o más, califican en promedio con 992 puntos de la escala del Centro Nacional de Evaluación (Ceneval), y los aspirantes cuyas familias ganan 2 mil 500 pesos tienen 967 puntos, indican estudios de la Coalición Trilateral en Defensa de la Educación Pública.

En 1998, los críticos del examen -encabezados por Hugo Aboites- presentaron una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Basados en el Informe de Labores de Resultados 1997, del Ceneval, señalaron que estas pruebas tienen efectos ''discriminatorios'' para las mujeres, pues en 29 de las 30 entidades donde se han aplicado evaluaciones, las aspirantes obtuvieron una calificación inferior a la de los varones.

Para Aboites, existen características en el examen de opción múltiple que enfatizan las diferencias entre hombres y mujeres, ya que estudios del extranjero han demostrado que las mujeres son mejores para realizar ensayos que para presentar pruebas de reactivos.