n Estudiantes huelguistas de la UNAM realizaron mítines en diferentes sedes
En medio de estricta vigilancia se aplicó el examen para bachillerato
n Acudieron 247 mil aspirantes, el mayor número en los cuatro años que lleva el proceso de selección
Claudia Herrera Beltrán n Entre mítines de estudiantes huelguistas de la UNAM en algunas sedes y un dispositivo especial de seguridad se aplicó ayer el examen de ingreso al bachillerato en la ciudad de México y la zona conurbada a cerca de 247 mil aspirantes, el mayor número en los cuatro años que lleva este concurso de selección.
Custodiadas por patrullas policiacas, las 180 sedes pusieron en práctica estrictas medidas para el ingreso y la salida de los jóvenes a fin de evitar problemas con los paristas, que en algunos planteles no fueron bien recibidos, como ocurrió en la Universidad del Pedregal, donde trabajadores que se identificaron como de Auxilio UNAM les exigieron que no repartieran sus volantes cerca del edificio escolar, señaló el estudiante Luis Contreras.
Para los organizadores del concurso, la presencia de los activistas ''no alteró el desarrollo del examen'', y a decir del director del Colegio de Bachilleres, Jorge González Teyssier -uno de los nueve titulares de las instituciones convocantes-, estaban confiados de que así sucedería debido a que el secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero, les ofreció su apoyo para mantener el orden en los planteles.
En el sur, el mayor brigadeo
La mayor actividad de las brigadas universitarias se dio en el sur de la ciudad. A su llegada, los estudiantes fueron recibidos con desconfianza por parte de los padres de familia, aunque en algunos planteles ganaron aplausos. Natalia, una de las 125 mil jóvenes que se presentaron al concurso, comentó: ''Está bien su lucha porque de eso depende nuestro futuro''. Pero también hubo escépticos que se alejaron de los paristas y luego los calificaban de ''flojos''.
Los más arrojados fueron los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, que dieron un discurso de una hora a las puertas de El Colegio México, donde se concentraban los padres de familia en espera de que sus hijos concluyeran el examen. Por otro lado, afuera del Colegio Madrid, la escuela donde el rector de la UNAM, Francisco Barnés, aprendió sus primeras letras, los activistas se acercaban tímidamente a grupos de familiares para platicar con ellos.
Como en años anteriores, miembros de la Coalición Trilateral en Defensa de la Educación Pública -férrea opositora del examen- estuvieron presentes en algunas sedes, como la Universidad del Valle de México, y pegaron carteles en las paredes llamando a los jóvenes a no aceptar el examen y preguntaban a los padres: ''ƑQué nivel de educación quieren para sus hijos?''.
A las seis de la mañana, los jóvenes del turno matutino comenzaron a llegar a las 180 sedes -80 en la ciudad de México y 100 en la zona conurbada- para participar en el competido examen, en el que cerca de 150 mil de ellos tienen como máxima aspiración ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y al Instituto Politécnico Nacional (IPN), que en conjunto ofrecen 59 mil lugares.
Las otras opciones, menos disputadas, son el Colegio de Bachilleres (CB), el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), los Centros de Estudios de Bachillerato (CEB), los Centros de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) e instituciones que dependen del gobierno del estado de México.
Mientras los estudiantes de la máxima casa de estudios criticaban el examen de ingreso al bachillerato e invitaban a los aspirantes a no aceptar una ''universidad elitista'', el director del Colegio de Bachilleres, Jorge González Teyssier -que se encontraba en un plantel de la delegación Xochimilco-, defendía el concurso de selección y negaba que este sistema fuera el causante del aumento de la deserción escolar en ese nivel educativo.
A unos pasos, en uno de los centenares de salones que acogieron a los aspirantes, Sandra Merino se esmeraba en contestar lo mejor posible el cuadernillo de respuestas. En 1998 vivió la peor experiencia de un aspirante: obtuvo 30 aciertos y no los 31 que requería para obtener un lugar, ''el que fuera''. Así que un año después y luego de varias sesiones de su curso remedial, de 128 preguntas sólo se le dificultaron las de química.
Quizás más preocupados por la larga espera, sin certeza, se encontraban los centenares de familiares que rodearon los planteles escolares entretenidos en lecturas, conversaciones y consumiendo alimentos en los numerosos puestos que se instalaron afuera de los centros escolares. Pero ellos eran los más afortunados, porque había otros muchos que permanecían de pie y absortos frente a la puerta de salida de los jóvenes.
''Buenos días, somos estudiantes de la UNAM y estamos luchando por el derecho a la educación de sus hijos'', fue la frase que rompió con el ambiente de expectativa afuera de un colegio particular. Después de insistir en lo que han insistido tantas veces, los huelguistas recibían como respuesta aplausos, indiferencia o caras largas. Un padre le comentaba a su esposa: ''Lo que espera el gobierno es que pase lo del 68''.
Poco después del mediodía, los rostros tensos comenzaron a relajarse con la salida de los aspirantes. Entre abrazos, besos, un taco, un refresco o desesperadas preguntas, los familiares recibieron a los miles de aspirantes que desocuparon las sedes para permitirle el acceso a sus compañeros del siguiente turno.
Así, ayer comenzó la cuenta regresiva hasta el 6 de agosto, día en que se publicarán los resultados.