ASTILLERO Ť Julio Hernández López
Entre los detalles que han caracterizado el atípico ejercicio presidencial de Ernesto Zedillo está el de su discutible sentido de la oportunidad política. En varias ocasiones se han producido gestos de extrañeza entre sus propios aliados o subordinados por los arranques con los que el Presidente de la República ha afrontado determinados hechos políticos.
Una de esas acometidas inoportunas, que parecen provenir más de resortes emocionales que de visiones políticas, se ha producido para manifestar el apoyo presidencial a la entrampada gestión del rector de la UNAM, Francisco Barnés, y para impulsar la lucha de los universitarios que, a juicio presidencial, no se dejan llevar por intolerancias y enconos; aquellos que no son paristas ni ultras, dicho de otra manera.
Las palabras presidenciales han tenido la mala fortuna de aparecer justo cuando el panorama del conflicto universitario es crecientemente amenazado por las exigencias de los partidarios de la mano dura, que tratan de empujar a las autoridades a "rescatar" la casa de estudios de los paristas.
Ciertamente, hoy se abre una promisoria oportunidad de resolución pacífica y civilizada del conflicto, pues la comisión representativa de los huelguistas se reunirá con su contraparte institucional en uno de los salones del Palacio Legislativo de San Lázaro, pero aun así, persisten los himnos que ensalzan las garras del halcón sobre la figura de la paloma de la paz.
Y, por si fuera poco, luego de las palabras presidenciales, que algunos han considerado diazordacistas, se han dado a conocer los documentos del general Marcelino García Barragán, en los que se establece que elementos del Estado Mayor Presidencial dispararon contra Ejército y estudiantes el 2 de octubre.
El Parte de guerra dado a conocer en estos días por Julio Scherer y Carlos Monsiváis muestra los alcances dramáticos que pueden tener los arranques presidenciales, las visiones polarizadas, los conflictos no resueltos y convertidos en asuntos casi de honor.
La guerra sucia: de los dichos a los hechos
A nadie a quien preocupe de manera genuina el progreso político de la nación le puede agradar la metralla de albañal con la que hoy se trata de degradar la figura de Roberto Madrazo Pintado.
El gobernador tabasqueño con licencia tiene sobre la mesa ųa ojos vistosų, sin necesidad de hurgar en los canales de las aguas negras, los suficientes datos públicos que servirían para censurar su conducta política, para promover su encarcelamiento y para luchar contra su increíble pretensión de ser presidente de México.
Sin embargo, no son sólo estos los puntos sobre los que descansa el acribillamiento propagandístico contra Madrazo Pintado, sino, más bien, en terrenos de índole privada, propios de la morbosidad, fértiles para el escarnio fácil.
Para enjuiciar y repudiar a Madrazo, como se apunta líneas arriba, no se necesitan expedientes secretos, hojas curriculares escandalosas, filtraciones de nota roja. Basta con reconocer su papel corruptor al frente del gobierno tabasqueño, el empobrecimiento de su estado a causa del desvío de recursos para promociones televisivas, la documentada demostración de su gasto de campaña electoral para gobernador, entre otras cosas.
Pero, desde las entrañas del sistema, que es desde donde se tejen las intrigas contra Madrazo Pintado, no se deciden a crucificarlo por sus reales culpas, pues finalmente éstas son las del sistema, las de todos los hombres del poder.
Entonces, prefieren instalar la batalla en los terrenos de la guerra sucia, con el riesgo de que, de los ataques por Internet, del envío de expedientes por vía postal, se pase más adelante al enfrentamiento entre las mafias del poder, con resultados que podrían arrastrar en su estruendo al país entero.
Del discreto encanto de la bandera ecologista
El Partido Verde Ecologista de México fue altamente beneficiado por los imprevistos de la irrupción electoral no priísta de 1997, al grado de que obtuvo desde entonces en la Cámara de Diputados una serie de consideraciones, encargos y privilegios que no correspondían a su fuerza representativa real, sino a las necesidades de los partidos grandes (PAN y PRD) de contar con los votos suficientes para afrontar al PRI.
Convertido en un ejemplo claro de las desviaciones y aberraciones a las que puede llevar la aritmética electoral, ahora el PVEM ha decidido postular a su dirigente nacional, Jorge González Torres, como candidato a la Presidencia de la República.
Es obvio que tal lance no tiene perspectivas reales de triunfo, pero sí de negociaciones a alto precio. En esos menesteres de la falsa oposición, no sería raro que a cuenta de apoyar a uno u otro candidato de los partidos de a de veras, se llegase a algún arreglo familiar, como el que colocó a un hijo de González Torres en la coordinación de los diputados de ese partido.
Por ejemplo, el próximo secretario de Gobernación podría ser ese mismo hijo afortunado, si el papá supiese hacer las alianzas partidistas adecuadas.
Astillas: Ya que en este país las autoridades pueden actuar con discrecionalidades violatorias de leyes y reglamentos sin que nada suceda, la Secretaría de Gobernación ha informado, con toda naturalidad, como digno homenaje a la impunidad crónica que rige al país, que de 530 credenciales que ha expedido para la portación de armas, 30 de ellas fueron en realidad para ciudadanos, como fue en el caso de Francisco Stanley, y el resto para servidores públicos. Lo que no dijeron los funcionarios informantes fue si entre los simples ciudadanos beneficiados con las apantalladoras charolas hay apellidos como Carrillo, Arellano, Félix o similares y conexos... Se ha incrementado la campaña de prensa en medios nacionales contra Antonio Echevarría, el candidato a gobernador de Nayarit postulado por la alianza de varios partidos. No son críticas genuinas, sino movidas por el signo de pesos con el que los estrategas del oficialismo pretenden contrarrestar el avance del polémico y riquísimo personaje que pasó del priísmo a algo parecido a la oposición... Respecto al estado de México, la contienda se ha centrado entre el panista José Luis Durán Reveles y el priísta Arturo Montiel. La diferencia la hará el peso del aparato oficial, que intentará actuar con toda la experiencia del caso para sacar adelante al candidato del tricolor... El PRD no se puede regalar la oportunidad de cometer pifias similares a las vistas en la pasada elección interna de dirigente nacional. Las evidencias no sólo de desaseo, sino de verdadera delincuencia electoral, avergonzaron a buena parte de los militantes y simpatizantes del partido del sol azteca, aunque la decisión posterior de anular los resultados y convocar a nuevos comicios restableció la esperanza entre esos alicaídos perredistas. Una segunda caída sería fatal para ese partido, cuyo virtual candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas, aparece en algunas encuestas de opinión en el tercer lugar de preferencias. Por ello, aparte de los amarres políticos que han dado como resultado la planilla de unidad encabezada por la inteligente zacatecana Amalia García, el PRD está obligado, en esta reposición de su proceso interno, a mostrar transparencia, limpieza y seriedad. De otra manera, difícilmente podrá aspirar a mejores cosas en el futuro inmediato.
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