Cuando las elecciones estatales se vuelven importantes para el contexto nacional, como sucede ahora con el estado de México y Nayarit, puede ser por dos motivos: por representar cambios en las tendencias electorales, o por ejemplificar los escenarios más probables para la sucesión presidencial del año 2000, es decir, una competencia de tres fuerzas o una de alianza de oposición amplia frente al PRI. Los resultados del próximo 4 de julio serán importantes no sólo para los respectivos estados, sino para las estrategias y los cálculos políticos de los partidos a nivel nacional.
El próximo 4 de julio pueden darse tres escenarios básicamente: el triunfo del PRI en ambos estados; la victoria de la oposición en ambos casos; y un resultado dividido, la oposición se queda con uno y el PRI con otro. De acuerdo a las encuestas más recientes se puede observar un nivel de alta competencia, no hay un triunfador claro en ninguno de los dos estados, debido a que las tendencias de opinión se han ido cerrando en las últimas semanas. La revista Milenio, que hizo cuatro levantamientos en el estado de México, llega en su última encuesta (22 y 23 de junio) a un empate técnico entre PRI y PAN de 39 por ciento y 22 para el PRD; el diario Reforma (25/VI/99) señala que en Nayarit, según el último levantamiento, la coalición (PAN, PRD, PT y PRS) tiene un 48 por ciento y el PRI un 51 por ciento.
El tema de las alianzas regionales se empieza a volver cada vez más importante a nivel regional. Los partidos de oposición se han ido convenciendo de que la mejor forma de enfrentarse a la maquinaria del PRI, es a través de alianzas amplias de partidos. Hasta el año pasado se habían dado coaliciones limitadas, pero exitosas, en estados como Tlaxcala y Baja California Sur. Pero este año surgió el caso de Nayarit en donde una alianza amplia puede hacer la diferencia para vencer al PRI en un territorio que ha sido particularmente priísta y caciquil, o para decirlo de otra forma: un estado con un partido casi único. De manera similar se está armando una alianza amplia en el estado de Coahuila, y es posible que suceda algo similar en Chiapas. Así, mientras el PRI se resistió a cambiar las reglas electorales en materia de coaliciones y candidaturas comunes, por el lado de la práctica política la oposición apuesta por alianzas amplias en las regiones, tal vez como la respuesta más eficaz ante la maquinaria priísta que está construida con mucho dinero, clientelismo, compra y coacción del voto. Esa maquinaria está anclada en los problemas estructurales del país, el atraso en los niveles educativos y la pobreza brutal en la mitad de los mexicanos. En estas condiciones, Ƒcómo se puede dar una ciudadanía fuerte? Si la alianza de Nayarit gana el próximo domingo, será una modificación importante de las tendencias y ubicará el tema a nivel nacional en los primeros lugares de la agenda de los partidos de oposición; en el caso contrario, será un argumento que puede perder interés para el 2000.
En el caso mexiquense su importancia cruza por otros lados. Se trata de un escenario en el que se enfrentan las tres grandes fuerzas y la oposición va en dos grupos con alianzas limitadas (PRD con el PT y PAN con el PVEM). El estado de México es el más importante del país por su padrón electoral; representa uno de los últimos símbolos de un grupo del PRI poderoso, el famoso Atlacomulco. Por eso, perder este territorio no sería sólo una derrota más, sino un aviso grave de que puede perder la presidencia en el 2000. La estrategia del PRI para el estado de México ha sido a la antigua, con un candidato que no logró repuntar, que fue bajando en las encuestas y que ni siquiera aceptó debatir con sus contrincantes; con una movilización de sus recursos clientelares y una guerra sucia, que ya se ha convertido en un factor que no puede faltar en las campañas priístas. En este caso, la batalla será entre una oposición dividida y la maquinaria del PRI.