Astillero Ť Julio Hernández López
Apenas están bajando el telón las campañas partidistas en el estado de México y ya ha aparecido como actor principal, a mitad del foro, el fantasma del conflicto postelectoral.
No es temprana dicha aparición ni injustificada. Todo hace pensar que, efectivamente, el sistema político tradicional de aquella entidad (gobiernos federal, estatal y municipales, más estructura del PRI, más caciques regionales, más el Grupo Atlacomulco) está dispuesto a poner en juego todos sus recursos y experiencia para impedir que el PAN logre un importantísimo triunfo estatal que pondría además al partido blanquiazul en una perspectiva muy favorable rumbo a los comicios presidenciales.
A la tendencia natural e histórica que tiene cualquier sistema para defender sus privilegios (sobre todo en un territorio emblemático, como es dicho estado de México) debe agregarse la percepción clara de que el candidato Arturo Montiel fue perdiendo terreno conforme avanzaba el calendario de campaña, de tal manera que si a alguien ha favorecido el cierre de actividades de proselitismo es al priísta, a quien posiblemente una semana más de desatinos públicos le hubiese llevado a un descenso claro en las de por sí no siempre confiables encuestas de opinión.
Montiel: un candidato verdaderamente incómodo
No es exagerado decir que las tentaciones de montar operativos de defraudación electoral en el estado de México son proporcionales al creciente temor de que el candidato tricolor no genere el suficiente volumen de sufragios como para triunfar legítimamente.
Ciertamente, Arturo Montiel no ha logrado levantar el vuelo en su campaña de proselitismo, debido, entre otras cosas, a factores de índole absolutamente personal, pero inevitablemente definitorias en una contienda política.
El tono de voz, las insuficiencias respiratorias, las incapacidades pronunciativas y las sonrisas de estudio le impidieron despegar siquiera en los promocionales de televisión que le confeccionó el genio publicitario Alazraki (``no soy Jesucristo Superestrella'', ha dicho, tal vez para protegerse cuando los priístas mexiquenses le reclamen no haber hecho con Montiel el milagro que sí ha hecho con Roberto Madrazo).
Y, en su campaña cotidiana, la recurrencia al viejo y gastado rollo priísta, al enfoque cajonero de los problemas y el atraso ideológico le hicieron un candidato poco atractivo, lo mismo en los mítines que en las entrevistas radiofónicas.
Durán Reveles: la derecha ilustrada
Por el lado panista, a su vez, la propuesta fue clara y sencilla: un político joven, triunfador en elecciones de uno de los municipios más importantes del estado de México, con propuestas superficiales pero pegadoras, sin profundidad ni compromiso ideológico, pero con capacidad para la promoción mercadotécnica esencial.
José Luis Durán Reveles ha sido, sin lugar a dudas, una buena propuesta para los ciudadanos de clases media y alta de las zonas urbanas de la citada entidad. No ha tenido un avance arrollador porque, finalmente, su estatura política no es verdaderamenta elevada ni tanta su capacidad organizativa.
Pero, si en lugar del citado Durán Reveles el candidato blanquiazul hubiese sido otro panista, de esos mesiánicos cuyo brillo y estruendo se han producido en otras latitudes, entonces el PAN tendría un triunfo realmente asegurado.
Higinio: ¿un presagio del 2000?
El Partido de la Revolución Democrática aparece frecuentemente en tercer lugar en las encuestas de opinión.
Higinio Martínez, el senador perredista que fue postulado candidato a gobernador, es un político trabajador, metido en el tejido de las alianzas regionales y en el proselitismo de base, pero eso no le ha sido suficiente.
Cuando arrancaban las campañas había quienes hacían cuentas alegres respecto a las expectativas perredistas. Ciertamente, los antecedentes electorales mostraban a un partido del sol azteca con buenas perspectivas.
Pero, en el camino, el sol se le fue oscureciendo a Higinio, y no necesariamente por culpas propias.
En el tramo de su candidatura, se produjo el escándalo de mapachería desatado en la elección para dirigente nacional de ese partido. Además, Porfirio Muñoz Ledo desplegó en ese mismo lapso todo su tenderete de acusaciones y enjuiciamientos contra el emblema electoral del PRD, que es Cuauhtémoc Cárdenas. También en esas fechas se multiplicaron las pifias en el Gobierno del Distrito Federal, que afectan al electorado del estado de México en la zona más densamente poblada, que son los municipios conurbados.
En ese contexto, la candidatura de Higinio no tuvo el éxito originalmente esperado, que, si bien nunca podría llevar sensatamente a pensar en la obtención del triunfo, si parecía tener como objetivo alcanzable un lugar bastante decoroso, que consolidara al PRD como una fuerza estatal importante.
La aritmética electoral, preludio del conflicto
Bajo las consideraciones anteriores, el PRI aparece como un partido con fuerza corporativa, caciquil, controlada, que podría ganar sin necesidad de incentivos extraordinarios, sobre todo si el PRD arrancase al PAN un buen número de sufragios.
Pero, si el PAN se dispara electoralmente el día de los comicios, y el PRD no despega, los jefes de las tribus agrupadas bajo el emblema tricolor no tendrán reserva en liberar sus artes alquímicas para garantizar que el PRI continúe en el poder.
Si ya antes el Grupo Atlacomulco ha hecho ganar hasta a candidatos a la presidencia de Costa Rica, ¿por qué no habría de actuar en defensa propia en su feudo?
Astillas: Que dice el máximo tribunal electoral del país que los gastos de campaña del PRI en 1994 son ya cosa juzgada... Los partidos dirigidos por Manuel Camacho, Gilberto Rincón Gallardo y Dante Delgado tienen ya registro y presupuesto. El Estado mexicano y el dinero de los contribuyentes abren la puerta para una mayor confusión ideológica, para los juegos cupulares, para el tianguis de apoyos, para las ventas de cochera para amueblar los sueños de las alianzas opositoras... Denso el ambiente en torno al asunto de los asesinados del Estado Mayor Presidencial. En algunos medios, silencio y desatención. Son muchas las implicaciones de ese asalto atípico.
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