La Jornada domingo 4 de julio de 1999

DECLARACIONES IMPROCEDENTES

SOL Las universidades públicas en México ųcon la UNAM como la mayor y más importanteų son centros de elaboración de ideas y de soluciones para los dilemas de nuestro país y, sobre todo, instrumentos para la construcción de la identidad nacional y para la comprensión científica y humanística de los problemas técnicos, sociales, económicos, políticos, sanitarios, ambientales y culturales, entre otros, que nos aquejan hoy y aquí. En la universidad pública se realiza la mayor parte de la investigación e, incluso, aquella que tiene origen en el extranjero que, para ser eficaz, debe adaptarse a las condiciones y características nacionales.

La universidad también es el centro de formación de cuadros y el semillero de las ideas y de las esperanzas que permitirán al país contar no sólo con profesionistas y futuros líderes, sino también, y particularmente, con ciudadanos conocedores del pasado y presente nacionales y comprometidos con el futuro de los mexicanos.

Por todo ello, las palabras formuladas por el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Alberto Fernández Garza, en el sentido de que la solución a los problemas que actualmente vive la UNAM es el cierre de la institución ''por espacio de dos, tres, cuatro o los años que sean necesarios'' y la concesión de becas, con los recursos fiscales destinados a esa casa de estudios, a los alumnos para que estudien en universidades extranjeras resultan, a la vez, falaces y peligrosas.

En primer lugar son improcedentes y equivocadas, no sólo porque suponen el desmantelamiento del más importante centro de conocimiento del país, lo que implicaría una pérdida para toda la sociedad, sino porque con ello la nación claudicaría de una de las tareas más importantes y necesarias, tanto en el presente como en el futuro: la formación y la revitalización de la identidad y la inteligencia nacionales.

Además, estas declaraciones, emitidas por el presidente de una importante agrupación empresarial, son inquietantes y peligrosas, pues en ellas se traslucen planteamientos intolerantes y autoritarios que en nada contribuyen al anhelo de consolidación democrática de la sociedad mexicana y que son parte de los lastres de un pasado que hoy la nación se esfuerza por superar. Suponer que con un golpe de fuerza en una institución autónoma es posible resolver un problema que, en buena medida, ha sido provocado por la falta de vías de entendimiento y colaboración para enfrentar de manera incluyente los retos de la universidad es, por lo menos, reflejo de una profunda incomprensión de las especificidades y de la problemática de la UNAM y de la educación pública en general.

Declaraciones como las del presidente de Coparmex en nada ayudan a encontrar las vías de diálogo para que la universidad y los universitarios resuelvan el conflicto presente y, por el contrario, se colocan en la misma posición intransigente que intentan descalificar y enrarecen todavía más el clima de tensión y desencuentro que prevalece en la universidad.

Finalmente, cabe preguntarse si las palabras de Fernández Garza ųa las que él atribuye el carácter de propuesta oficialų retratan realmente las convicciones del empresariado al que representa ųcircunstancia francamente dudosaų o si se trata de un planteamiento a título personal que ha aprovechado, para darle mayor resonancia, el nombre de un organismo de influencia e importancia incuestionables.