los dedos de la mano
Benito Taibo
Pulgar
Más del 68
Circula una serie de documentos esclarecedores sobre el 68, compilados y comentados por Julio Scherer y Carlos Monsiváis, con el muy sugerente título Parte de guerra, que sólo viene a confirmar lo que todos ya sabíamos: el Estado Mayor Presidencial disparó sobre los manifestantes y sobre los propios elementos del Ejército aquel día plomizo -2 de octubre- que se quedó para siempre en nuestra memoria colectiva.
De las revelaciones de los documentos del general Marcelino García Barragán hay una particularmente inquietante: Echeverría ordenó al rector Barros Sierra que organizara la hoy ya famosa manifestación de respeto a la autonomía universitaria.
Lamentablemente el rector Barros ya no está entre nosotros para responder a esas acusaciones. Lo único que puedo decir es que me resulta muy, muy difícil creerlo, y me niego a descolgar de mi pared esa maravillosa fotografía en la que encabezaba la marcha, hombro a hombro, con los estudiantes que defendían su casa.
Sobre todo en estos tiempos cuando en vez de hombro a hombro, a los rectores les da por ponerse frente a frente con los estudiantes. De rector a rector, me quedo con Barros, sin dudarlo.
Índice
Don Joaquín
De niño me encantaba acompañar a mi padre a las oficinas en la colonia Roma de don Joaquín Díez-Canedo. Olían a recuerdos, a tinta, a papel, y sobre todo a dulzón tabaco de pipa.
Me sentaba muy serio frente a don Joaquín y lo escuchaba hablar, embelesado, de la comida, de la condición humana, de la Guerra Civil Española, pero sobre todo de libros y autores, cientos de libros y autores que guardaba en ese magnífico archivo que era su memoria.
Ese hombre mayor, bonachón y encantador, que tenía más pinta de científico distraído o filósofo que de editor de libros, se movía con una parsimonia magnífica, y cada vez que sus manos se trenzaban en un combate ficticio con el aire para, con esos ademanes darle todavía más peso a sus palabras, un halo de humo lo envolvía y lo dejaba en una suerte de bruma que sin duda James Joyce o Melville podrían describir mucho mejor que yo.
De niño era muy impertinente y casi siempre interrumpía las conversaciones de los adultos. Excepto en presencia de don Joaquín. Ante él, un respeto sobrecogedor se apoderaba de mí.
El viejo Díez-Canedo siempre ponía un libro en mis manos, me palmeaba muy españolamente la cabeza y con una sonrisa socarrona en los labios se despedía de nosotros en la puerta. Unos metros después ya sólo veía el humo de tabaco esparciéndose por la calle.
Dicen que se fue. No lo creo.
Anular
Darwiniana
Arturo Montiel, candidato priísta a la gubernatura del estado de México, dijo -en uno de los anuncios televisivos de su campaña- una frase poco afortunada: "Los derechos humanos son de los humanos, no de las ratas".
Estoy completamente de acuerdo y me reservo los comentarios mordaces...
Siguiendo con este exótico juego darwiniano, lo apoyo con tres frases, por si las quiere usar para su próxima campaña:
"Los derechos de los quelonios son de los quelonios, no de los cefalópodos".
"Los derechos de los niños son de los niños, no de los pedófilos".
"Los derechos de los derechos son de los derechos, no de los zurdos".
Meñique
With money dances the dog
No hay bronca si tu equipo de Primera División baja a segunda (o eufemísticamente a Primera A, como le dicen ahora), lo único que tienes que hacer es comprar al equipo que subió y cambiarle el nombre. šPobre del Curtidores! Tan lejos de Dios y tan cerca de la federación...
Los guanajuatenses, que apoyaron con todo a su equipo, se quedaron sin nada y ahora deben estar encantados cada vez que oyen la ya famosa frase de Madrazo: šQuién dice que no se puede!