Biodiversidad y bioseguridad, Ƒmisión imposible?
Yolanda Cristina Massieu Trigo
El término bioseguridad cobra especial relevancia en países como México, que padecen atraso económico-tecnológico y son dueños de una biodiversidad considerable. Esta última, que siempre ha sido fuente de sustancias medicinales y para otros usos, actualmente adquiere mucho más valor económico, pues es la fuente principal de genes, materia prima indispensable de la ingeniería genética.
En el ámbito internacional se da la paradójica situación de que la biodiversidad se localiza en países atrasados, mientras que la tecnología capaz de utilizarla se encuentra en el mundo industrializado. Un ejemplo: sólo en cuanto a riqueza florística, la región de los Tuxtlas posee más especies que las islas británicas en su conjunto. Por desgracia, la biodiversidad mexicana se halla en un lamentable estado de descuido. De continuar el ritmo actual de deforestación y depredación, en una década habrán desaparecido 96 especies de reptiles, aves, mamíferos, peces y anfibios, así como 66 de plantas y hongos. Sin ir más lejos, la reciente sequía es consecuencia en buena media de la deforestación desmedida durante varias décadas.
Hay países con experiencias más exitosas de conservación y cuidado de la biodiversidad que incluso han encontrado en el ecoturismo una fuente importante de ingresos, como el caso de Costa Rica. En otros se toman medidas importantes para impedir que la expansión incontrolada de cultivos transgénicos dañe sus ecosistemas, como el caso de India, cuyo gobierno decidió recientemente prohibir la importación de semillas estériles Terminator ųsobre lo que ya ha escrito el doctor Gustavo Viniegra en estas páginasų de la compañía Monsanto. En contraste, Brasil permite la deforestación sin control de la selva del Amazonas.
La cuestión del cuidado y preservación de la biodiversidad cobra actualmente mayor relevancia, no sólo por ser reserva de genes, por su importante papel en el clima mundial y como pulmón del planeta, sino por los riesgos potenciales que implica la siembra creciente de cultivos transgénicos, aquellos a los que se han insertado genes de otra variedad o especie.
Su ventaja consiste en que ahorran mucho tiempo en el mejoramiento de los cultivos y la obtención de la característica deseada es mucho más precisa. Los peligros comprenden la posibilidad de que las nuevas plantas se crucen con otras que no son modificadas genéticamente o sus parientes silvestres, transfiriendo a éstas la característica inducida por ingeniería genética. Si ésta es la resistencia a insectos, es posible que se creen nuevas supermalezas incontrolables o se acabe con poblaciones de insectos benéficos.
Recientemente se alertó sobre la posibilidad de que el maíz transgénico sembrado en Estados Unidos ataque a las mariposas monarca. Además, se desconoce si existen riesgos para la salud humana al consumir esos alimentos. Por eso, es imperativo que los países legislen sobre cómo liberar en el ambiente esos nuevos vegetales, pues su cultivo mundial creció de 2 millones de hectáreas en 96, a 12 millones en 97, especialmente en China y Estados Unidos.
En febrero pasado se realizó en Cartagena, Colombia, una reunión auspiciada por Naciones Unidas para elaborar un protocolo internacional de bioseguridad, lo cual desafortunadamente no se pudo lograr por los intereses en pugna. Especialmente, las grandes compañías agrobiotecnológicas están interesadas en que no se legisle al respecto.
En México funciona un Comité de Bioseguridad para la cuestión agrícola desde 1988, existe una Comisión Nacional de la Biodiversidad y recientemente el presidente Ernesto Zedillo ordenó la creación de dos comisiones, una consultiva y otra ejecutiva intersecretarial, para elaborar estudios y tomar decisiones al respecto. Además, el país cuenta con una Ley de Variedades Vegetales desde 1996 y actualmente se debaten en el Senado una de acceso a recursos genéticos y otra de bioseguridad.
Pese a ello, como bien recuerda Liza Covantes, de Greenpeace, importamos maíz transgénico estadunidense sin ningún control (La Jornada, 23 de junio). A la fecha, se han autorizado pruebas de jitomate, soya, algodón y papa. Si no queremos un futuro ensombrecido por la contaminación genética, que puede dañar irremediablemente la riqueza que implica nuestra biodiversidad, es imperativo que se legisle ųy se actúe en consecuenciaų en función del interés nacional y para proteger la salud humana y el medio ambiente.
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