n Nuevas movilizaciones policiacas y militares crean tensión entre sus pobladores


La Trinidad vive enmedio de un clima de guerra, dicen indígenas

n Son cotidianos en esa región chiapaneca los rumores de ataque y patrullajes terrestres y aéreos

Jesús Ramírez Cuevas, especial para La Jornada, La Trinidad, Chis., 4 de julio n Nuevas movilizaciones militares y policiacas en la cañada de Las Tazas han provocado inquietud y temor en los indígenas simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que ahí habitan.

En medio de un ambiente de tensión, los tzeltales de esta zona denunciaron que en los últimos días se han reiniciado el hostigamiento y la intimidación de policías estatales y soldados en contra de las bases de apoyo zapatistas. Señalaron que los cateos de casas, rumores de ataques, patrullajes militares terrestres y aéreos, son cotidianos.

Agregaron: el pasado jueves primero de julio, policías de Seguridad Pública catearon varias casas de La Trinidad. Los simpatizantes zapatistas de esta comunidad no pueden salir a trabajar porque los soldados los atajan en el camino, los interrogan y amenazan. El centro del pueblo está tomado por los policías, junto a la escuela comunitaria cuelgan uniformes oficiales recién lavados por manos indígenas. La escuela y el dispensario médico comunitarios permanecen cerrados desde hace un mes.

El gobierno prepara nuevos actos de entrega de armas

Francisco, representante del gobierno local elegido por los indígenas rebeldes de esta región, señaló: ''La policía de Seguridad Pública y los ejércitos amenazan con realizar nuevas incursiones sobre los pueblos organizados en el municipio autónomo de San Manuel. El gobierno de Albores Guillén (Roberto, gobernador interino de Chiapas) está disfrazando a priístas como zapatistas y prepara nuevos actos de entrega de armas con supuestos desertores''.

El indígena zapatista informó que el gobierno está preparando nuevas deserciones de rancherías vecinas en los próximos días. ''El sábado se reunieron varios representantes priístas con los paramilitares. En total, 45 personas se juntaron. De la ranchería San Francisco y de la ranchería Zaragoza, van a entregar sus armas Marcelo Jiménez Lorenzo y Mariano Lorenzo Cruz; de la ranchería Carmen, Jerónimo Ruiz; de la ranchería Nueva Independencia, Artemio Ruiz Ruiz; de la comunidad Delicias Casco, Julián Toledo Cruz''.

Asegura Francisco que ''ninguno de ellos son militantes zapatistas. Son priístas que se hacen pasar por zapatistas para que les den ayuda. A los priístas les está saliendo bien el negocio, se hacen pasar por zapatistas para sacarle ayuda al gobierno, pero son puras mentiras. Con el pretexto de protegerlos de los zapatistas, el Ejército se quiere meter en otras comunidades''.

Los cantos de guerra de los soldados que entrenan se escuchan en todo el ejido. Los policías realizan ensayos de ataque frente a las casas. En pocos días, este pueblo tranquilo se ha convertido en un escenario de guerra. Los policías han propagado el rumor de que ocurrirá un ataque zapatista. Los soldados se retiraron por poco tiempo, pero desde hace tres días regresaron de nuevo.

Soldados vestidos de negro recorren el monte a ver quién cae

El Ejército patrulla cada noche el pueblo. Hay un grupo especial ''Gire'', cuyos integrantes visten de negro; son contrainsurgentes que patrullan la montaña a ver quién cae. Un grupo del Ejército pasa por la carretera, va gritando y entrenando en la calle. Luego pasan formados los policías, pero ellos gritan: ''Queremos ver a los zapatistas para chingarlos. Si son hombres, que vengan. Nosotros nunca nos vamos a ir, salgan a pelear si son hombres'', denunció Marcelo, promotor de salud de La Trinidad y base de apoyo del EZLN.

Desde el 9 de junio llegaron aquí la policía y el Ejército, con el pretexto de proteger a los supuestos desertores del EZLN. Actualmente hay 150 soldados y unos 100 policías estatales destacados en este ejido. De los supuestos desertores, Marcelo confirmó: ''Nunca han sido zapatistas, sólo los usan para justificar la militarización de nuestro pueblo''.

Según el indígena, ''la policía dice que hay rumores de que los zapatistas van a tomar el pueblo. La policía ya prohibió el alcohol porque dijeron que bolos (borrachos) si se atraviesan se van a morir. La gente ya puso trincheras en sus casas por miedo para protegerse, por si eso es cierto. Pero los zapatistas no van a entrar al pueblo, estamos tranquilos. Esas son mentiras que inventan para chingarnos''.

Nerviosismo de policías por

rumores de ataque del EZLN

Abunda: ''El primero de julio corrieron esas informaciones falsas. Los policías se pusieron nerviosos y se espantaron mucho. No sé qué escucharon en su radio, pero esa noche se movilizaron, juntaron todas sus cosas y dijeron que los iban a atacar. Entonces vino el Ejército para ayudarles. Al día siguiente, llegó a mi casa el comandante Magaña con 12 policías más vestidos de negro y armados; nos cayeron por sorpresa. A la fuerza se metieron a la casa y mi mamá tuvo miedo. El comandante me dijo que querían hacer una revisión. No traían orden para entrar pero el policía me dijo: 'voy a entrar porque voy a entrar. Venimos por el radio grande. Nos dijo la comunidad que ustedes lo tenían' (llegaron encabezados por José Hernández Cruz, uno de los supuestos desertores). Los demás policías rodearon la casa. Encontraron un radio pequeño descompuesto. Me preguntaron que dónde estaba el otro radio. Con su ametralladora corta con un cargador grande me apuntó en el pecho y me dijo que iba a disparar si no le entregaba el aparato. Como ellos tienen radio Motorola, el se quejó: 'es que nos están rechingando por la radio de que nos van a atacar y ustedes tienen esa radio con que nos molestan', me dijo''.

El comandante se molestó mucho -continuó relatando Marcelo-, ''revisó toda la casa, movió las cosas y los bultos. Como tenemos una televisión y una grabadora, me preguntó si eran nuestras y le dije que sí. Los prendió para ver si servían. Como tenemos celda solar nos los quería quitar, pero no nos dejamos. Antes de retirarse, el comandante amenazó con regresar. Nos quieren detener y llevarnos a Cerro Hueco porque somos zapatistas''.

Marcelo, preocupado, concluyó: ''No nos dejen solos, ojalá pueda venir más gente a ver lo que está pasando. Queremos que se vaya el Ejército y la Seguridad Pública. Aquí estamos tranquilos, quieren volver a entrar a las casas. Nos acusan de robar el ganado que les dieron a los priístas, pero es mentira porque ellos ya lo vendieron''.

Entrevistado junto a su nuevo cuartel, el comandante Magaña confirma la información y justifica su presencia en el lugar: ''Las comunidades quieren que estemos por aquí. Les damos seguridad y les compramos comida (a 15 pesos cada plato), eso ayuda a la gente. Está prohibido tomar alcohol por los rumores. La ambulancia la utilizan como transporte de personas. Nosotros pagamos la gasolina. No tenemos agua, nos tenemos que bañar en el río, no tenemos luz ni nada. Los soldados están en un potrero donde hay mucho lodo y chaquiste. El general Fermán Pérez Casanova se queja de la situación''.

A su lado, Vicente Pérez Castellanos (un señalado delincuente convertido en desertor zapatista por el gobierno del estado) señaló que ''en La Trinidad no hay problemas. Ahorita como está la Seguridad Pública estamos tranquilos. La gente está de acuerdo en que el Ejército y la policía se queden en el pueblo. El sábado se reunieron representantes de cinco rancherías -para organizar una nueva entrega de armas-, queremos invitar al gobernador Roberto Albores Guillén para la ceremonia, porque le queremos pedir ayuda de proyectos productivos y seguridad''.

Vigilancia y amenazas por tierra y aire

Las Tazas es una región militarizada. Además de los retenes colocados en los caminos, cada día un helicóptero del Ejército sobrevuela a baja altura las comunidades de la cañada. Al mismo tiempo, el Ejército federal y la policía estatal patrullan cotidianamente el camino de tierra que atraviesa la zona. ''Pasan cuatro camiones del Ejército Mexicano acompañados de otros tantos de Seguridad Pública. En algunos casos van gentes de civil con ellos, incluso los paramilitares viajan ahí", asegura Francisco.

Sobre el camino, Renato, un hombre mayor de ropas muy humildes, nos cuenta: ''Los soldados a veces se detienen frente a las comunidades zapatistas y se bajan. Los militares nos señalan con la mano y amenazan de que van a entrar a atacarnos. Algunos toman fotos de los campesinos que encuentran en el camino. Siempre paran frente a mi casa y se bajan de sus carros y se meten armados. El mando me ha dicho: 'Ƒqué pasa paisa, no te gusta que pase el Ejército por aquí? Pues ponte abusado porque te podemos chingar'. Los niños se asustan y se van corriendo, los soldados nomás se ríen''.