* Muestra organizada por Carmen Ramírez Degollado


El comal le dijo a la olla preserva la riqueza gastronómica nacional

* Incluye obra de Ehrenberg, Buenrostro y Parra, entre otros

Ollas untadas de óleo, salpicadas de azules y amarillos que cubren toda su redondez; ollas rojas de rubor o todas blancas, pintadas de insólitas figuras: una luna, un inflado pez, un frondoso nopal; ollas de barro, grandes y menudas, amplias de contorno y cuajadas incluso con piedras de colores.

Y también hay comales, anchos como las faldas de las cocineras, sobre cuya superficie, como si se tratara de un lienzo, quedaron dibujadas un par de mojarras o unas cebollas muy juntitas, verdes puntas de maguey, largas sirenas o un toro a punto de embestir amorosamente a una mujer.

No falta en la exhibición un alambique con vientre de olla o aquellos cucharones de madera escurriendo poemas; tampoco las cazuelas con elotes de cerámica y un curioso recipiente para almacenar lágrimas de cocinera.

Utensilios tradicionales de la cocina nacional, transformados en objetos artísticos por pintores, escultores, artesanos, aficionados y enamorados del arte culinario, quienes ''guisaron" su obra para la exposición denominada El comal le dijo a la olla, organizada por Carmen Ramírez Degollado y que se presenta durante todo julio en el restaurante El Bajío, de avenida Cuitláhuac 2709.

Su propósito es ųdice la especialista en cocina mexicanaų ''mostrar la riqueza de nuestra cultura gastronómica", cuya sabrosa tradición ''paulatinamente se pierde por la globalización".

No obstante, afirma, nada sustituye a las cazuelas, al metate, al comal; los frijoles no saben igual si no son de olla, y las quesadillas o las tortillas quedan bien calientitas en un buen comal.

Rememorar un rito amoroso

Por eso, desde hace tres años ha expuesto, en sendas muestras, utensilios tradicionales de la cultura mexicana, piezas con memoria y pasado. La primera se llamó Las cucharas del sabor y, la segunda, Metate y petate.

Para esta exposición participaron, entre otros, los siguientes creadores:

Felipe Ehrenberg, Marco Buenrostro, Carmen Parra, Alejandro Gómez Oropeza, Arturo Guerrero, Arturo Hinojosa, Carlos Lupercio, Tomás Pineda, Yolanda Cabrera, Juan Manuel de la Rosa, Juan Alcázar, Israel Vicente, Guillermo Gadda y Justina Fuentes.

Inaugurada por el delegado de Azcapotzalco, Pablo Moctezuma Barragán, la muestra tiene buen sabor y pueden encontrarse en ella diversos materiales y técnicas que rememoran el rito amoroso del comal y la olla, como utensilios inseparables, señala en el texto de presentación otra cocinera muy avezada en tales menesteres, Lourdes Hernández Fuentes.

''Y aquí está, ante nuestros ojos, este escenario múltiple de los antiguos amantes. De lo que se dijeron, dicen, el comal y la olla. De lo que le susurró la olla al comal cuando amaban y vivían deteniendo el tiempo. Cuando ni siquiera pasó por su cabeza decirse 'ya estás vieja' o 'ni ánimas que oculten los cien años que te tragas'".

Es la misma cocinera atrevida quien, en una charla durante la inauguración, considera que el comal, la olla, el metate, las cucharas de madera y otros utensilios adquieren otra dimensión al exhibirlos así, como piezas artísticas; ''desde esta plataforma te das cuenta que pueden ser muy hermosos, que pueden ser disfrutables, que son objetos que contienen memoria, pasado, que te hablan de cosas muy profundas y que tú estás acostumbrada a usarlos o no, pero desde aquí adquieren una dimensión distinta".

Festín de los sentidos

En igual sentido opinó Cristina Barros, coautora de la columna Itacate que se publica en este diario, mientras Marco Buenrostro, quien participó en esta muestra en calidad de ''artesano" y autor junto con Barros de la columna citada, destacó la capacidad de convocatoria de Ramírez Degollado.

''Para los artistas es un reto", opinó por su parte Hernández Fuentes, ''porque tienen que trabajar sobre un tema específico y porque ingresan a un mundo de elementos que no pertenecen a las artes plásticas."

Los artistas participantes y los comensales asiduos al restaurante El Bajío ųdirigido desde hace más de 20 años por Ramírez Degolladoų tuvieron esa noche un festín múltiple, del paladar, sí, pero también de los otros sentidos.

Y ésa, de acuerdo con la anfitriona, es una de las principales características de la cocina mexicana, esto es, su capacidad consentidora: del tacto, la vista, el olfato y hasta los oídos, que se deleitan con el quebrar de las tostadas, amén de otros alimentos que tienen su propio ritmo. (Yanireth Israde)