Jesús Martínez Saldaña*
El rechazo del voto migrante

El PRI ha cometido un gravísimo error político al rechazar el voto de los mexicanos en el extranjero.

Si bien los migrantes nunca consideramos que el partido de Estado estuviese muy entusiasmado con la reforma, que finalmente reconocería nuestro más fundamental derecho ciudadano, las discusiones y negociaciones que sostuvimos con dirigentes del tricolor y representantes del Ejecutivo federal nos dejaban una pequeña esperanza de que se volvería realidad una demanda que tiene sus orígenes en 1929, año que coincide con el establecimiento del PRI.

La última promesa se nos había hecho el 8 de junio en Los Pinos, en una reunión entre el jefe de asesores del Presidente y una delegación de migrantes. Sin embargo, los hechos cuentan más que las palabras. Ahora nos ha quedado claro que para el PRI y el gobierno de Ernesto Zedillo no importan los derechos de los 10.7 millones de mexicanos migrantes que estaríamos en condiciones de votar en el año 2000.

El PRI y el Presidente calcularon mal al oponerse a nuestro voto.

Ahora, no hay razón para que migrante alguno simpatice con el PRI. Y quienes nunca hemos sido priístas, tenemos mayores razones para terminar con el régimen de partido de Estado.

A lo largo de la lucha que hemos forjado hemos visto que es posible crear un movimiento trasnacional a favor de los derechos de los migrantes. Un resultado organizativo de este esfuerzo que se ha llevado a cabo en México y Estados Unidos es la creación de la Alianza Binacional por el Voto sin Fronteras, que surge del encuentro de organizaciones civiles de ambos lados de la frontera, y que se llevó a cabo el pasado 8 de junio en la sede del Movimiento Ciudadano por la Democracia.

En el año electoral que hoy comienza, los integrantes de la alianza se esforzarán por extender y fortalecer los lazos entre organizaciones en los dos países, realizarán trabajo organizativo en las comunidades migrantes, acudirán ante instancias internacionales para denunciar la violación a nuestro derecho al sufragio, colaborarán con fuerzas políticas que han demostrado su compromiso con la población migrante, y presentarán propuestas para los programas de gobierno de candidatos a la Presidencia.

Además de lo que haga la alianza, las organizaciones de migrantes haremos lo posible para que las decenas de millones de nuestros familiares en México voten en contra del PRI. También nos aseguraremos que nuestros aliados cuenten con los recursos para triunfar en el 2000. Si cada año enviamos 7 mil millones de dólares a nuestros familiares en México, seguramente no nos causará problema alguno canalizar, aunque sea un pequeño porcentaje, a nuestros aliados políticos.

Un ejemplo de la relación que se puede establecer entre la población migrante y un candidato a puesto público se encuentra en el triunfo de Ricardo Monreal en Zacatecas el año pasado, algo que no hubiera sido posible sin el apoyo migrante. En ese caso, los migrantes más priístas le dieron la espalda al tricolor al encontrar una oferta política más atractiva. Ahora haremos lo posible para reproducir el fenómeno a escala nacional.

Al rechazar el derecho al sufragio de los migrantes, un sector social que representaría 15.38 por ciento del electorado nacional en el 2000, el PRI atentó contra la democracia. A estas alturas de nuestra historia eso es algo que no podemos tolerar ni los migrantes ni el resto de la nación mexicana.

* Miembro de la Coalición de Mexicanos en el Exterior Nuestro Voto en el 2000 y de la Alianza Binacional por el Voto sin Fronteras.

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