n Con mis discos busco establecer un puente entre creadores y escuchas, dice


Villanueva: la música folclórica sí tiene rostro, nombre y biografía

n ''Los verdaderos valores y talento están en las raíces del pueblo mexicano'', considera

Angel Vargas n En la grabación de campo, René Villanueva encontró el vehículo idóneo para refutar la ''equivocada creencia" de que la música folclórica carece de rostros, nombres y biografías, así como de que sea un género exclusivo del pasado.

Heredero directo de los pioneros de ese tipo de grabación en México, el investigador musical oaxaqueño, nacido en 1933 e integrante del grupo Los Folkloristas, editó recientemente los discos compactos Sones zapotecos de Juchitán y Flauta chontal de Tabasco, los cuales forman parte de una serie cuyo sentido fundamental consiste en ''establecer un puente entre los hacedores de la música folclórica y la gente que la escucha, disfruta y valora".

Saldar una deuda con la flauta

Precedidas por La boda huasteca y otros sones, Cantos y música de Michoacán, Música y cantores de Guerrero, Arte musical del Ecuador y La flauta indígena en México, realizadas todas por Ediciones Pentagrama con el apoyo del Instituto Politécnico Nacional, ambas producciones son la continuación directa de la última en mención.

Villanueva explica que se trata de una deuda que tenía con la flauta en particular, ya que es el instrumento que toca con Los Folkloristas y cuya importancia, dice, no es suficientemente reconocida.

''Al pito o chirimía se le reconoce en la música andina, pero en la mexicana prácticamente pasaba inadvertido. Me di cuenta de lo injusta que era esa apreciación, que refleja profundo desconocimiento y alejamiento hacia ese aspecto de la cultura que, a mi modo de ver, es la expresión más arraigadamente indígena dentro de la pluralidad cultural de México. Es un valor, como tantos otros, arrumbado, despreciado y discriminado."

Tras precisar que sus recientes discos centran su interés en la zona chontal y zapoteca, el musicólogo apunta que la flauta indígena mexicana padece el mismo descuido, falta de memoria y valoración que los hacedores de música indígena.

Acota Villanueva: ''Los verdaderos valores y talento están en las raíces del pueblo mexicano. Es necesario que el sector urbano también aprenda a reconocer lo propio, que salga de esa burbuja que lo coloca en el siguiente milenio y ponga los pies en su tierra, y mediante la música, que es una llave que abre los corazones de todos los seres, pueda entender y estar más al tanto de lo que sucede con los grupos indígenas".

Sin estar en contra de los cambios que se suscitan en esas comunidades, en particular los que tienen que ver con la expresión musical, ''siempre y cuando sean resultado de la asimilación natural y no de la imposición de un esquema cultural o la imposición violenta propiciada por una situación bélica", René Villanueva enfatiza que con su trabajo de grabación de campo ha procurado contraponer el uso habitual de que la música folclórica es anónima.

''Estoy en contra de esa percepción que es el reflejo de una actitud discriminatoria, en muchos casos racista y sobre todo clasista de que el nombre, el apellido y la biografía los tienen todos menos los indios. A ellos se les trata siempre como personajes anónimos. Esa visión que tanto me molesta, quise refutarla con argumentos contundentes, como los que da la estética, la calidad interpretativa, el nivel musical, la originalidad y la autenticidad de estas expresiones. De ahí que cuando presento estos trabajos son una manera de decir que la música indígena sí tiene un nombre y toda una historia de vida."

Por ejemplo, cuenta que para su disco de sones zapotecos tuvo la oportunidad de conocer a don Germán López López, un pescador y campesino maestro de la flauta en la música zapoteca:

''Me pareció importante que se escuchara el sonido de su flauta, de sus tambores y de sus caparazones de tortuga, de toda su dotación musical y de sus sones cantados en lengua zapoteca. Esta es también una manera de recordarnos a los mexicanos la importancia de que hablemos otros idiomas aparte del inglés y del español que estamos olvidando."

Luego de apuntar que ni los antropólogos ni demás estudiosos se preocupan por plasmar en sus libros o investigaciones el nombre de los hacedores de la música folclórica, abunda que el sentido del anonimato dentro de ella en ocasiones también obedece al factor de que es un fenómeno colectivo.

Reivindicar el género

''El músico campesino es generoso y cuando compone alguna melodía o canción se alegra de que el pueblo se la apropie, aunque esto signifique que su nombre pase a segundo plano o, incluso, se olvide. Además, muchas veces la estructura de la vida entre ellos es comunitaria", dice Villanueva.

En otro rubro, el investigador indica que sus trabajos de grabación de campo, cuyos comienzos se remontan a tres décadas atrás, le han servido también para detectar una serie de ''focos rojos" en los cuales hay riesgo de que se interrumpa el fenómeno de transmisión cultural en algunas comunidades indígenas.

''Estoy tratando de efectuar un proyecto, ojalá alguien lo recoja, para ir a las zonas donde he detectado esos focos rojos y tratar de advertir de ese peligro de ruptura cultural, en el que con la muerte de maestros ejecutantes se están yendo todas las tradiciones musicales. Se mueren esos viejos y con ellos se acaba toda una cadena de tradición cultural. Es una obligación prevenir que eso pase".

Para concluir, René Villanueva asegura desconocer cuántos volúmenes más sumará a la serie, ''porque afortunadamente la música folclórica es un barril sin fondo", pero lo que sí precisa es que el sentido de su trabajo en este rubro de la investigación está orientado a que las personas conozcan y aprendan a amar a los hacedores de música mexicana, como si se tratara de Mozart o cualquier otro gran autor: ''Lo fundamental es establecer un puente entre los que escuchan, disfrutan y valoran este tipo de música y quienes la producen".