DINERO Ť Enrique Galván Ochoa

Ť El cachondo don Pepe

Ť Informe Tucan

Ť Serfin, costoso fiasco

Para Ripley: un banco (Serfin) resulta estatizado dos veces en menos de 20 años. Primero en 1982, en el ocaso del sexenio del presidente López Portillo; hoy, otra vez, al final del gobierno del doctor Zedillo. Por los pasillos de Los Pinos todavía corre la anécdota de que fue la piernuda Rosa Luz Alegría, la musa de entonces, quien inspiró al cachondo don José la idea de estatizar los bancos mexicanos --excepto Citibank, para no meterse en líos con los güeros--. De ese modo salvaría su honor ante la historia, pues serían los banqueros quienes aparecerían como culpables del caos financiero que iba a heredar a su sucesor. Miguel de la Madrid mantuvo la banca bajo control del gobierno. Salinas de Gortari halló el santo remedio: regresarlos al sector privado. Serfin salió a subasta. El encargado del reparto, Guillermo Ortiz, inclinó la balanza a favor de Adrián Sada. Alejandro Ortiz, hermano del funcionario, ocuparía uno de los puestos más importantes del grupo financiero. Llegó el doctor Zedillo a Los Pinos y le bastaron 20 días para darle el tiro de gracia a todo el sistema financiero con la devaluación de 1994. Cinco años después, Sada y socios devuelven Serfin, quebrado, al Estado.

Operación Tucan

Ahora bien: no sólo estamos presenciando el multimillonario fiasco de Serfin, sino el fracaso de dos experimentos: primero, la estatización, y luego la privatización del sistema bancario. Se impone, en serena reflexión, una pregunta: ¿cuál sería la tercera opción? Un intento de diputados de oposición por conocer la entraña del desastre a efecto de plantear soluciones futuras --y responsabilidades actuales-- los llevó a contratar los servicios de un auditor extranjero, Michael Mackey. Ya hay resultados finales de la investigación, pero los documentos han pasado a formar parte de algo que comienza a conocerse como el Informe Tucan (Todos Unidos con Acción Nacional). Sucede que funcionarios de Hacienda, del Banco de México, de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, legisladores priístas y algunos banqueros se han aliado para que el contenido del informe no se conozca o se desvirtúe. Curiosamente, al parecer los más interesados en que se mantenga en secreto son los diputados de Acción Nacional, quienes en otro tiempo pugnaron por que la auditoria se realizara y sus resultados se conocieran, pero ahora les urge enterrarlos, pues comprometerían los fines de su obra maestra, el Fobapan.

Tenemos un e-m@il

Sería interesante saber por qué el rector de la UNAM declara que por la huelga se han perdido 55 millones de pesos diarios (19 mil 800 millones anuales), cuando el presupuesto sólo es de 9 mil millones. Buscando una salida al problema del financiamiento, también sería interesante analizar el renglón de los salarios. Ochenta por ciento del presupuesto se va en la nómina. ¿Cuántos empleados de confianza existen y cuánto ganan? Si el Presidente está en el rango (al menos nominal) de 150 mil pesos mensuales y los diputados andan por 45 mil, ¿cómo puede la UNAM, en época de austeridad, pagarle al rector un sueldo de 106 mil pesos y además extenderlo por cuatro años después de que concluye sus funciones? Esto significa pagarle al rector en turno y al anterior, o sea, como si hubiese dos. Simpáticos números, ¿no?

Alberto Raso Cano

CGH-Ingeniería

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