RIESGOS DE MILITARIZAR LAS POLICIAS
La integración a la Policía Federal Preventiva (PFP) de un número considerable de efectivos del Ejército Mexicano -4 mil 899 hombres, 352 vehículos y 99 perros adiestrados- aunque podría reducir el tiempo y el esfuerzo necesarios para que esa instancia de seguridad pública dé comienzo a sus importantes actividades, tiene detrás una serie de inconvenientes operativos, políticos, cívicos y legales que no deben pasar inadvertidos.
Por principio de cuentas, la participación de soldados en acciones de índole policial podría contravenir las disposiciones del artículo 129 de la Constitución de la República, en el que claramente se señala que "en tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar". Ciertamente, se ha señalado que los efectivos castrenses que laboren en la PFP estarán supeditados a las autoridades civiles, pero no debe olvidarse que la responsabilidad técnica y administrativa de ese destacamento -como lo señaló el propio titular de la Secretaría de la Defensa Nacional- correrá a cargo de las estructuras castrenses y que, como sucede en todo agrupamiento militar, la oficialidad y las diferentes jerarquías tendrán una participación preponderante en las operaciones de los efectivos bajo su mando. Así, esta circunstancia podría significar un involucramiento de integrantes del Ejército Mexicano en tareas ajenas al ámbito que la ley fija para las Fuerzas Armadas.
Por otra parte, resulta inquietante que cuando en el discurso del Ejecutivo federal se ha reiterado que la seguridad pública es uno de los asuntos prioritarios de la agenda nacional, se recurra al Ejército para integrar, así sea de manera parcial o temporal, una corporación con responsabilidades tan significativas como la PFP. ƑPor qué no se destinaron a ese nuevo agrupamiento los recursos humanos y materiales suficientes para el cumplimiento de sus atribuciones y debió recurrirse a las Fuerzas Armadas para integrar una parte importante de su personal y de su infraestructura? ƑLa impreparación o la descomposición moral que impera en numerosas corporaciones que podrían haber aportado personal a la PFP sig- nificó un impedimento para conformar a este organismo con elementos puramente civiles? ƑPor qué no se constituyó una nueva estructura policiaca, como lo ha demandado reiteradamente la sociedad?
Finalmente, no debe olvidarse que cuando en ocasiones anteriores se ha optado por militarizar las tareas de seguridad pública y combate a la delincuencia no sólo no se han obtenido resultados significativos sino que se han propiciado confrontaciones, duplicidades de mando e irritación e intranquilidad entre la ciudadanía, circunstancias que en poco contribuyen a la necesaria reducción de los índices de criminalidad que se registran en el país.
El control de la delincuencia y el abatimiento de los niveles de inseguridad en México requieren de estrategias integrales que abarquen no sólo lo estrictamente policiaco, sino también los aspectos profesionales, morales, económicos, sociales y políticos relacionados con el crecimiento del crimen organizado y con las graves limitaciones y vicios que agobian a las policías y al aparato de procuración y administración de justicia. Si no se atacan de manera frontal estos problemas, el establecimiento de una nueva corporación con una importante participación castrense no será sino un nuevo paliativo a un mal que amerita acciones más amplias y comprometidas de parte de las autoridades nacionales.