La Jornada sábado 10 de julio de 1999

Miguel Concha
Profundizar el diálogo

A lo largo de los ochenta días de huelga se han puesto en juego algunas de las características fundamentales que el mandato de la sociedad le ha otorgado a la UNAM, como son la autonomía, la orientación de la investigación, docencia y extensión universitaria al servicio del interés público, del bienestar de la mayoría de los mexicanos, así como su capacidad para resolver sus problemas mediante la razón y el diálogo, lo que implica necesariamente el reconocimiento de ``los otros'' como otros, como diferentes. Todos estos puntos nodales del México que deseamos para el próximo milenio.

A la enérgica demanda de diálogo público entre los universitarios y el gobierno, el entonces presidente Díaz Ordaz respondió en 1968 con la construcción imaginaria del movimiento estudiantil como extremista, comunista y perverso, a través de los medios masivos de comunicación y posteriormente con la masacre de Tlatelolco, sin reconocerlo como interlocutor y sin haber dialogado con él.

Hoy el conflicto universitario se da en un marco nacional e internacional diferente, en el que se juega la viabilidad de México como nación soberana e independiente. Existe una urgencia o fuerte presión del FMI para que el país lleve adelante la segunda generación de reformas neoliberales a la política económica nacional, consistente en acelerar la privatización de la industria eléctrica, el petróleo, la educación superior y la salud pública, así como en seguir ablandando las leyes laborales en lo que se refiere a los derechos conquistados por los trabajadores y sus contratos colectivos fuertes, lo que sin duda significa una grave hipoteca de la soberanía nacional y de los fundamentos económicos y culturales elementales para el México de las futuras generaciones. Otro aspecto central del marco actual es el fin de la forma tradicional de definición de la sucesión presidencial y de realización de las elecciones del 2000, con la vigencia de una ley que hasta ahora permite al Instituto Federal Electoral conducir los procesos electorales con autonomía de los partidos y del gobierno federal.

A pesar de la nueva construcción imaginaria de los estudiantes como indiscriminadamente intransigentes, vagos, ultras, fachosos, delincuentes, por parte de los medios de comunicación y de algunas autoridades universitarias, con la instalación de la mesa del diálogo se reconoce públicamente que en el conflicto hay dos partes, dos identidades diferentes, dos propuestas de educación, dos constelaciones simbólicas del deber ser de la Universidad en el futuro y, finalmente, dos proyectos diferentes de democracia y de nación. Implicados de una u otra forma nos encontramos millones de mexicanos que sabemos que está en juego el futuro del país, y que en primer lugar exigimos el diálogo como forma adulta y universitaria de dirimir conflictos y de aprender a vivir creativamente con nuestras diferencias.

Frente al diálogo ya iniciado nos preguntamos con angustia si este dispositivo, el único que nos corresponde a todos, contribuirá efectivamente a la escucha de los otros y sus razones y propuestas, para hacer de la Universidad un espacio de reconstrucción de la vida, la ciencia y la cultura nacional, y si a partir de la autonomía universitaria, y no de las presiones y encargos autoritarios de una pequeña élite que procesa las recomendaciones que vienen de fuera, será posible definir las prioridades e intereses de las grandes mayorías de mexicanos y mexicanas.

Nos parece que si en la Universidad se profundiza el diálogo, si se acuerda que los estudiantes del CGH tienen derecho a hacer uso de los espacios públicos que la Universidad tiene, para dar a conocer sus puntos de vista sobre ella misma, si de parte del Consejo Universitario se establecen los compromisos de que una vez levantada la huelga se desarrollen foros o eventos académicos de alto nivel, para discutir a fondo los problemas pendientes, comprometiéndose moralmente a acoger sus resolutivos, la huelga puede todavía levantarse pronto y con fruto para los actores en conflicto, y sobre todo para el país, que tiene en la UNAM un baluarte académico, científico y cultural indiscutible, para impulsar un México más digno y justo para las próximas generaciones.