* Balance del proyecto del Instituto de Cultura del DF
Existen 262 libro-clubes y el reto es llegar a 400 este año
* Los textos no son objetos decorativos, sino para leerse: Aura
Yanireth Israde * Aquella mañana de junio, el escritor Alejandro Aura invitaba a los asistentes a estrujar los libros, zarandearlos, hacer anotaciones al margen, subrayarlos, leerlos una y otra vez, compartirlos, llevarlos como amuletos, y no importaba si sobre sus hojas quedaban las marcas de los dedos sucios o si, a falta de separador, los lectores preferían doblar las hojas para no olvidar la página donde se quedaron. Los libros son para eso, decía entusiasta: no son objetos decorativos, hay que usarlos, amarlos, apapacharlos, pasearlos y leerlos, quedito o fuerte pero, ante todo, leerlos.
Las señoras y señores presentes, los jóvenes y algunos niños que componían el auditorio abrían los ojos, sorprendidos, Ƒcómo?, Ƒqué los libros no debían cuidarse, colocarse en un librero y prestarse sólo de manera excepcional?
Era el 21 de junio de 1998. Aura inauguraba el primer libro-club de la ciudad de México.
Ese asombro ante lo que decía el entonces director de Socicultur, se tradujo más tarde en francas risas. šVaya, y uno que pensaba que cuando se hablaba de libros debía ponerse cara de solemnidad! Uf, qué alivio.
El lugar: la colonia Alfonso Ortiz Tirado, de Iztapalapa, en un espacio que durante muchos años fue usado como salón de fiestas y que los vecinos reclamaron para actividades culturales. Ahora es un centro en el que lo mismo se programan conciertos de rock que sesiones de lectura en voz alta y asambleas en las que se discuten temas de interés común.
Al final del acto, acompañado de su comitiva así como del ahora ex delegado en Iztapalapa, Elio Villaseñor, el funcionario se trasladó a un cuarto anexo donde se abrió el libro-club de la colonia.
Ahí fueron instalados los 548 volúmenes que el organismo encabezado por el escritor había donado al centro cultural, con títulos de diversos sellos editoriales: CNCA, Editores Mexicanos Unidos, Era, Fondo de Cultura Económica, Porrúa, UNAM, SEP-Libros del Rincón, Pórtico de la Ciudad de México y Cal y Arena.
En un librero donado por la comunidad se apretaban volúmenes de autores clásicos y contemporáneos: Anton Chejov, Emilio Carballido, Ernest Hemingway, Federico García Lorca, Franz Kafka, José Martí, Rubén Darío, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Gabriel García Márquez, José Emilio Pacheco, José Revueltas, Alfonso Reyes, Augusto Monterroso, Juan Rulfo, Rosario Castellanos, Salvador Novo, Agustín Yáñez, Martín Luis Guzmán, Aldous Huxley, Charles Baudelaire, Edgar Allan Poe, Emilio Salgari, Fedor M. Dostoievski, Shakespeare y Flaubert, y un largo etcétera que incluye más de un centenar de libros infantiles.
El libro-club comenzó a funcionar el mismo día. Ya tenía su responsable: Javier Aguilar Reyes, quien colocó el letrero de plástico ųproporcionado por el Instituto de Cultura junto con un libro para registros, credenciales y sellosų y se le bautizó como Javier Barros Sierra, en memoria del ex rector de la UNAM.
Centros de irradiación cultural
Un año después hay 262 libro-clubes en diversos espacios: 156 en casas, recintos culturales, delegaciones y partidos políticos; 83 en locales no gubernamentales, como casas particulares, colegios, grupos religiosos, sindicatos, asociaciones civiles, etcétera; otros en misceláneas, panaderías, papelerías, peluquerías, restaurantes, cafeterías y mercados. Existen, además, 18 que se abrieron para ''grupos vulnerables'' en reclusorios, hospitales psiquiátricos y de atención a la salud; asilos, grupos de la tercera edad y asociaciones que dan apoyo a personas con sida o a sexoservidores y personas violadas, también para niños de la calle y discapacitados, invidentes y debiles visuales.
El subdirector de Fomento a la Lectura del Instituto de Cultura de la Ciudad de México (ICCM), Víctor Meza, informa en entrevista que para el segundo semestre del año se reforzará el establecimiento de estos libro-clubes para grupos vulnerables.
Atendidos por voluntarios, los centros de lectura no funcionan sólo como biblioteca de préstamos gratuitos a domicilio, ''sin tramitología", sino que entre sus elementos singulares destacan las sesiones de lectura en voz alta cada semana, con lectores y promotores capacitados. En algunos libro-clubes, sin embargo, las sesiones son quincenales, al mes, o todavía no hay.
Pronto, añade Meza, se incorporarán nuevas actividades, como clases de ajedrez y talleres diversos; el propósito es convertirlos en ''centros de irradiación cultural". Además, se abrirán el próximo mes 16 libro-clubes ''especializados" en jóvenes.
La meta para 1999 es llegar a 400. De acuerdo con estadísticas del Instituto de Cultura, se han entregado 137 mil 765 libros en las delegaciones; Gustavo A. Madero es la que más reporta (41), mientras que Cuajimalpa sólo tiene tres.
El registro indica asimismo la cifra de 25 mil 725 socios o usuarios; 70 por ciento son mujeres y niños. La mayor demanda se centra en narraciones breves y poesía.
Biblioteca de iniciación
El instituto adquirió los libros por medio de donaciones de las editoriales y compró otros. El acervo se eligió a partir de una consulta que Aura efectuó entre escritores e intelectuales mexicanos.
Empero, lamenta Meza, ''no están todos los libros que quisiéramos; de Reyes sólo tenemos un par, de Octavio Paz únicamente Libertad bajo palabra".
El ICCM no sólo provee libros a los centros, ''verifica su funcionamiento, los evalúa, supervisa y propone estragias de mejora, pero no de manera paternalista".
De los 262 libro-clubes registrados, 30 presentan problemas de funcionamiento atruibuidos a un manejo burocrático o al desinterés de algunos responsables. Lo que se hace en estos casos, acota el subdirector del Fomento a la Lectura, no es cerrarlos, sino buscar una nueva ubicación entre los vecinos para que no se pierda el servicio en la zona.
Otros de los problemas, generado por la carencia de recursos, es la falta de promoción y difusión, pues el programa ''funciona de manera local, de boca en boca".
No obstante, Meza formula un balance posititivo; califica de ''exitosísimo" el proyecto, porque ha sido recibido con entusiasmo, ''ya que va a sitios donde no había oferta cultural".
En el instituto, el fomento a la lectura es un programa central. Meza explica: ''Una persona que lee está más informada y puede tomar mejores decisiones. La lectura contribuye a formar mejores ciudadanos".
La red de libro-clubes celebra hoy su segundo convivio en el foro Las Tazas, primera sección del Bosque de Chapultepec, a las 11:00 horas. Asisten Carlos Monsiváis, Felipe Garrido, José Agustín, Juan Villoro y Aura.
Cualquier grupo de ciudadanos puede abrir un libro-club. Interesados comunicarse al 55 35 56 95.