La Jornada Semanal, 11 de julio de 1999



Germaine Gómez Haro

entrevista con Alberto Ramírez

Un oaxaqueño en París

Una de óleo por dos de carbón es el título de la exposición pictórica de Alberto Ramírez que se presenta actualmente en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO). Es una selección de 24 lienzos que dan cuenta del trabajo realizado en 1992 y 1998 en París, donde el artista oaxaqueño, nacido en 1959, reside desde hace quince años. Germaine Gómez Haro lo entrevistó y, gracias a su hábil interrogatorio, descubrió los amorosos motivos que llevaron a Alberto a Francia y la presencia del Nuevo Expresionismo Alemán en la admiración y la obra del artista oaxaqueño.

Sueños de Oaxaca que se pintan en Paris
y asombran en cualquier parte

Fernando Solana Olivares

París: ¡qué privilegio para un artista vivir en esa ciudad-museo! ¿Cómo fue que decidiste dejar Oaxaca y cómo era entonces el ambiente artístico en esa ciudad que se ha convertido en el núcleo cultural más importante de nuestro país?

-Yo estudiaba en la Escuela de Bellas Artes pero en realidad nunca me interesó obtener un grado académico o un diploma, ni siquiera presentaba los exámenes. La escuela era un caos: un hervidero de problemas políticos internos y un nivel de estudios muy pobre. La otra opción era el Taller Tamayo que dirigía Roberto Donís, pero era como un claustro de monjas al que difícilmente se permitía la entrada. Siempre tuve el ``gusanito'' de salir de México, pues sentía que la información que nos llegaba a Oaxaca era muy limitada. Todavía no existía la Biblioteca del IAGO y la de la escuela era prácticamente inexistente. El único espacio de exhibición era la galería de la Casa de la Cultura. Francisco Toledo estaba en París y todavía no se vislumbraba el auge cultural que se vive ahora. Realmente me sentía ahogado. Entonces incidieron varios factores: uno de ellos fue la muerte de mi padre, quien me legó una cantidad de dinero; eso coincidió con la invitación que me hicieron unos amigos para visitarlos en su casa de Nueva York. Allí permanecí alrededor de seis meses entre andanzas y vagancias, pero también empapándome de todo lo que pude ver en museos y galerías. Fue una experiencia determinante.

-¿Cómo das el salto a París?

-Había vivido anteriormente con una novia francesa en Oaxaca y eso me empujó a brincar el charco para ir a buscarla a Toulouse. Al poco tiempo gané un premio internacional de pintura. Luego se rompieron las relaciones entre nosotros y decidí moverme a París. En ese momento preciso se estaba conformando el Centro Cultural de México en París y me invitaron a trabajar en el proyecto, lo que me dio la posibilidad de instalarme en esa ciudad y poco a poco me surgieron propuestas para participar en exposiciones.

-Después de tu periplo por Nueva York, y ya instalado en París, ¿cómo era tu pintura?

-Empecé a desarrollar el tema de los sueños, que es básicamente lo que he venido pintando hasta la fecha. Es un tema muy libre que no parece agotarse. Yo no me siento tan influenciado por el mundo exterior como la mayoría de mis paisanos, sino más bien me atrae el universo infinito que extraigo de mis sueños, de ese estado inconsciente que me da la posibilidad de sacar a la luz mis obsesiones. Mi pintura es un producto híbrido que resulta de una extraña mezcla de ensoñación y vigilia.

-Efectivamente, la tuya no es una pintura narrativa. Reconocemos elementos del mundo real, pero ubicados en un contexto ajeno a nuestra realidad circundante. Percibimos una libertad de expresión y de interpretación que tiene que ver justamente con el ámbito de lo onírico. No es una pintura racional. ¿Se podría decir que también juega un papel importante el azar?

-Definitivamente. Yo lo llamaría accidente, y cumple una función determinante. Muchas veces comienzo un cuadro con puros chorreados, y a partir de ellos me dejo guiar por las formas que van surgiendo solas. La adrenalina comienza a fluir, y con la ayuda de una buena música que me acompañe, el cuadro mismo me va dictando el camino y me pide reposo. De alguna manera es como soñar despierto.

-¿Cuáles consideras que han sido tus influencias?

-En especial el Nuevo Expresionismo Alemán, que he seguido de cerca en forma constante y el cual siempre me ha impactado. Reconozco que me siento muy cercano a esa corriente y, de manera deliberada, me he dejado invadir por ella. Pero además hay una enorme cantidad de información que uno absorbe inconscientemente y que poco a poco se va procesando. Me interesa estar siempre abierto a toda nueva información.

-¿Cuántos años permaneciste en Europa sin volver a México?

-Seis años.

-Es mucho tiempo. Mientras tanto, en Oaxaca se gestaba una serie de cambios propiciados por los proyectos culturales encabezados por el maestro Toledo, que culminarían en el impresionante movimiento artístico que existe hoy en día en esa maravillosa ciudad. Lo que resulta notable es que al salir de México aún no te iniciabas profesionalmente y, desde luego, no contabas con una galería que te respaldara, por lo que me parece sorprendente que de inmediato hayas recibido apoyo de algunos curadores locales que te incluyeron en numerosas exposiciones que viajaron por diversos países de Europa, cuando por lo general los artistas mexicanos que se presentan en el extranjero cuentan ya con cierto currículum en nuestro país, desde donde son propulsados por alguna instancia cultural o comercial. ¿Cómo lograste esto?

-No lo había pensado, pero efectivamente es algo curioso. Desde que llegué a París mi trabajo despertó interés en algunos curadores locales, como Christine Frérot; fui invitado a participar en salones y bienales y me incluyeron en muchas exposiciones. También recibí apoyo del Centro Cultural de México, que es un excelente mecanismo promotor hacia el público francés.

-Curiosamente, a diferencia de la mayoría de tus coterráneos, no se percibe en tu trabajo la huella toledesca, o cuando menos no se ve de manera obviaÉ

-Desde luego, Toledo es una figura muy importante para todos los oaxaqueños y yo no soy la excepción. Sin embargo, eso que dices quizá se deba a la lejanía física que se ha dado con relación a mi tierra y a la extensa información que he asimilado a lo largo de todos estos años en Europa, y que tanto me ha enriquecido. La verdad, no séÉ

-Es bien sabido que la proliferación de artistas activos hoy en día en Oaxaca tiene que ver con la fuerte demanda de un público poco exigente que se contenta con llevarse copias, a veces por demás burdas, de los maestros reconocidos. Esto ha dado lugar al surgimiento de numerosos pintores complacientes que se sirven de fórmulas comerciales para vender sus trabajos casi en forma masiva. Habrá muchos pintores en Oaxaca pero, a mi parecer, son pocos los verdaderos artistas. ¿Qué piensas de esto?

-Pienso que tienes razón. Yo creo que se está dando un fenómeno socioeconómico que hay que observar con objetividad. Se dice que si levantas una piedra en Oaxaca, sale un artista. Más bien creo que, tomando en cuenta que es el Estado más pobre de la República, la pintura se ha convertido en una forma fácil de supervivencia, y esto ha sido propiciado por la cantidad de turistas que quieren llevarse por pocos dólares un Toledito, un Moralitos, un pseudoZárate o inclusive ahora un Sergito (por Sergio Hernández). Ahora me encuentro con gentes de muy variados oficios que han dejado su profesión para dedicarse a la pintura, y con gran éxito. Tal es el caso de mi amigo carnicero que ahora está pintando y le va de maravilla. Qué bueno, me parece excelente y no lo critico. En todos ellos hay talento, sin duda. Sin embargo, no siempre hay calidad ni mucho menos originalidad. Por eso vemos ahora mescolanzas y repeticiones constantes. Me parece una pena, pues esto significa tomar el camino fácil. Ya el tiempo lo demostrará.

-¿Qué recomendarías para evitar esta situación?

-A mi juicio, uno de los principales problemas es la falta de crítica seria en Oaxaca. Y también de autocrítica. La mayoría

de las galerías son complacientes con tal de vender. También insisto en que hace falta información. Afortunadamente contamos ya con una biblioteca extraordinaria que es la del IAGO y cada vez llegan mejores exposiciones. Pero aún así, yo recomiendo ampliamente a todos los que de verdad quieran comprometerse con un trabajo serio, que salgan al extranjero y se desliguen por un rato del ámbito tan cerrado que es el oaxaqueño.

-Tu pintura coincide con la de algunos oaxaqueños en el gusto por la materia y la profusión de colores. Sin embargo, en el plano iconográfico no están las consabidas referencias a la magia, a los mitos y tradiciones populares regionales que utiliza la mayoría de tus coterráneos.

-No sabría decirlo, pero creo que si en algo coincido con la mayoría de mis paisanos es en el interés por la figuración, pues es algo que comúnmente llevamos dentro, por educación. En mi caso, veo que poco a poco he tendido a desligarme de ese universo plenamente figurativo y he tratado de integrar elementos abstractos que justamente enriquezcan mis figuras en otra dimensión. Más que narrativa, mi pintura intenta ser simbólica. Como se puede constatar en esta muestra que es una síntesis de mis últimas tres exposiciones en México en la Casa Lamm (1994, 1997 y 1998), mi interés por la figura humana ha sido una constante, algo así como el hilo conductor de mi lenguaje pictórico, sóloÊque ahora pretendo descontextualizarla. Para ello me he propuesto hacer una especie de resumen de todo mi bagaje artístico y depurar mi lenguaje. Esto significa que no por querer decir muchas cosas hay que atiborrar el espacio. Al contrario, ahora siento la necesidad de decantar mi vocabulario: conseguir mayor expresividad con menos elementos. Eliminar lo superfluo. Pienso que esto es un trabajo que me va a llevar toda la vidaÉ