DISQUERO Ť Pablo Espinosa

Hacia Asia izquierda El prestigio incólume de la música de la India no descansa tan sólo en la cítara de Ravi Shankar. Una multitud de grandes artistas puebla el paisaje sonoro asequible en cualquier tienda de discos. De entre los vastos territorios de la así llamada "música carnática", el señor L. Subramaniam aparece como el violinista máximo, además de un congregador de maravillas, entre ellas un disco estupendo grabado con el recientemente fallecido, también violinista, Stephane Grappelli. Colaboraciones célebres asimismo las realizadas con Herbie Hancock, Joe Sample, Stanley Clarke y otros grandes del jazz. Además de sus composiciones védicas, su apego a la gran tradición musical europea y su maestría creadora, las virtudes del doctor Subramaniam parecen ser inagotables. Una prueba de ello es su más reciente grabación: Global fusion (Warner), una verdadera maravilla nacida de una idea integradora, humanística y que congrega en cinco composiciones tradiciones sonoras tan luengas y profundas como fascinantes, virtud esta última que domina el disco del que hoy nos ocupamos. Las colaboraciones son aquí fundamentales: en el primer corte interviene el ensembla de Nyoman Wenten y el Coro Burat Wangi; la combinación del didjeridu, instrumento tradicional australiano y la percusión hindú es irresistible. Lo es más todavía la conjunción, en el corte 2, del koto, instrumento tradicional japonés, con el violín hindú de Subramaniam. Más: guitarra gitana, voz femenina hindú, percusiones, corte 3. Sublime: el corte 4, con dos instrumentos similares pero de orientación diversa, aquí conjuntada: el ehru chino y el violín, europeo, de Subramanian, hindú. La pieza final es apoteósica.

En círculos polares derecha En el círculo polar ártico florecen maravillas. La música de Finlandia sobresale de entre aquel paisaje gélido por un encanto cuya fragancia puede percibirse en plenitud en el disco Angelit: Mánnu (Warner). Trátase de la reciente grabación de un agrupamiento cuya trayectoria es angelical: Angelit fue fundado en 1997 con el nombre de A11. Sus fundadoras, Ursula y Tuuni Lansman, cambiaron después el apelativo del grupo hacia A11 el Nieiddat. Hubo otra transición: antes de llamarse, definitivamente, Angelit, el grupo era Girls of Angeli, por ser ellas nativas de Angeli, al norte de Finlandia, exactamente en el área mágica y misteriosa de la aurora boreal. En ese sitio hablan sámi, la más reducida de las minorías étnicas de Finlandia. Hacia 1982, Angelit estaba conformado por cinco chavas y un chavo. Su primer álbum apareció en 1992: Dolla, seguido al año siguiente por Giitu. El flamante Mánnu (en español: Luna) irradia historias cantadas, contadas con canto, cuentos tradicionales, relatos conocidos como yoik. A la raíz sonora étnica añaden las angelicales chavas de Angelit máquinas de ritmos, loops, ambientes sonoros electrónicos y toda una serie de recursos estéticos que acercan el oído al ojo y ambos al corazón. Escuchando la música de Angelit uno construye en el imaginario una fogata encima de un campo de hielo, nieve, flores, fantasías impávidas porque el aura de chamanismo no está en ningún momento ausente en recitativos tales, en construcciones sónicas de tal hondura, en poesía campirana recitada en finlandés, tan musical el encanto como mágico es el canto y las instrumentaciones tan plenas de espontaneidad y de frescura que el círculo polar queda convertido en pira.