Carlos Martínez García
La descatolización de Chiapas

Según se le quiera ver, Chiapas es el estado menos católico o más protestante del país. Varias son las razones para que el crecimiento de grupos no católicos encuentre tierra fértil en ese estado. Por un lado está la teoría de la conspiración, que mal explica el auge de los movimientos evangélicos y para evangélicos como resultado de la llegada masiva de misioneros estadunidenses, que traen una agenda encubierta (desmexicanizar para facilitar la invasión cultural de Estados Unidos) bajo el pretexto de venir a evangelizar a los chiapanecos. Por otra parte se encuentran las consideraciones de algunos líderes protestantes, quienes reducen todo a factores llamados espirituales, a la alta demanda de experiencias extáticas que el catolicismo romano tradicional no puede proveerles cotidianamente a los que deciden cambiar de identidad religiosa.

La descatolización chiapaneca ha despertado interés entre diversos sectores de la sociedad mexicana. Uno de ellos, por supuesto, es la Iglesia católica que sabe cercano el momento en que esta confesión dejará de ser la mayoritaria en el estado. De la misma manera, aunque por otros motivos, es creciente la atención de antropólogos y sociólogos en el fenómeno de expansión de los credos distintos al romano en las comunidades preponderantemente indígenas. Por ejemplo, en la entrega del mes que corre de la revista Este País el tema que domina es el de las interpretaciones sobre las causas y el desarrollo del conflicto chiapaneco. De manera indirecta aparece el tema de la pluralidad religiosa, el que tocan distintos autores (Juan Pedro Viqueira, Federico Reyes-Heroles, Jan de Vos y Judith Adler Hellman), pero en el que ninguno(a) de ellos profundiza porque el tópico central de sus artículos es otro. Tanto en la portada de la revista como en interiores (p. 53) aparece que los católicos, según el Censo de 1990, representaron en ese año 57 por ciento de la población de Chiapas.

Por razones profesionales conozco bien las cifras relativas a la adscripción religiosa de los chiapanecos, por lo mismo desde el primer momento me percaté de que en el porcentaje citado había un error de diez puntos. De todas maneras chequé las cifras del Censo mencionado, al igual que los trabajos de otros(a)s autores que han estudiado desde hace varios años el tema de la fragmentación del campo religioso en Chiapas. El Censo de hace casi una década, en números redondos, arroja que la población católica ascendió a 68 por ciento, la protestante o evangélica 16 por ciento, la judaica una décima parte de un punto porcentual, los que dijeron tener otra religión distinta a las citadas llegaron a casi 2 por ciento, los de ninguna confesión religiosa 13 por ciento, y los que no especificaron fueron 1.5 por ciento. Quién sabe cuál Censo consultó quien elaboró la tabla aparecida en la revista, porque el que aparece como fuente da otros resultados como hemos visto. El error es mayor en el extenso artículo de Judith Adler Hellman ("Chiapas real y virtual: el realismo mágico y la izquierda"). La autora, citando una fuente secundaria, afirma que según al Censo de 1990 "51 por ciento de todos los chiapanecos es católico...". Hoy este porcentaje posiblemente se encuentre cercano a la realidad, pero afirmar que ello era cierto hace diez años es un desconocimiento de los datos reales sobre el tema.

Como en estos asuntos de cifras más vale no confiarse plenamente en las operaciones matemáticas de uno, cotejé mis cálculos con las de estudiosos de la problemática como Xochitl Leyva Solano (en varios de sus ensayos agrupados en el libro Lacandonia al filo del agua, FCE), y en el anexo estadístico de la obra coordinada por Gilberto Giménez, Identidades religiosas y sociales en México (IFAL-IIS-UNAM). La descatolización chiapaneca ha sido intensa, pero no al grado que le atribuyen los trabajos del mensuario que llegó a su número cien en este mes.

El protestantismo en Chiapas está cerca de cumplir un siglo de presencia en la entidad. No arribó a esas tierras hace tres o cuatro décadas, ni su principal agente de promoción fueron los misioneros estadunidenses. Si el arraigo del cristianismo de corte evangélico ha sido tan intenso en todas las regiones del estado, es porque su difusión ha descansado mayoritariamente en creyentes comunes, que no dependen de logísticas foráneas para sus actividades proselitistas. Todavía está pendiente un estudio acerca de cómo el protestantismo abrió la posibilidad de cambios en sociedades, las indígenas de Chiapas, sin alternativas. De alguna manera extendió el abanico de posibilidades de un campo religioso cerrado, sobre todo en los pueblos indios, y posibilitó las disidencias en otros asuntos. El protestantismo contribuyó a fortalecer la noción de derechos individuales en comunidades habituadas a convivir con normas que se consideraban incuestionables. Fueron los evangélicos los precursores en reconocer derechos sexuales y reproductivos a las mujeres, así como en abrir espacios a los liderazgos femeninos en sociedades tradicionales.