Emilio Pradilla Cobos
Amnesia económica neoliberal

Los neoliberales del PRI, el gobierno federal y sus aliados son quienes padecen de ``amnesia'' voluntaria: ignoran, olvidan u ocultan la realidad, los hechos y sus propios actos, como parte de su práctica política. Repasemos algunos datos económicos oficiales, con énfasis en la ciudad de México.

Luego de la profunda crisis de 1982-1984, que llevó a Miguel de la Madrid a iniciar la aplicación de las recetas e imposiciones del proyecto neoliberal, se produjeron las crisis de 1986, 1993 y 1995; y la desaceleración en curso presagia una nueva recesión. Entre 1954 y 1981, en el intervencionismo estatal, la media de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) fue superior el 6 por ciento anual; de 1980 a 1996, en el neoliberalismo, ha sido de 2.07 por ciento anual. Los estados que tuvieron una caída del PIB en el largo periodo fueron Tabasco (-4.67 por ciento anual), Chiapas (-0.35 por ciento anual) y, en tercer lugar, el PIB del Distrito Federal sólo creció 1.50 por ciento anual.

El crecimiento anual del PIB fue inferior al de la población, 2.58 por ciento (1980-1985), dando lugar a una caída del PIB por habitante de -0.03 por ciento anual acumulativa, pasando de 9.215 a 9.165 pesos de 1993. El PIB por habitante cayó en 12 estados, llegando a -7.47 por ciento anual en Tabasco, -3.66 por ciento anual en Chiapas y -1.42 por ciento anual en el estado de México; en el Distrito Federal creció a 1.43 por ciento anual gracias a su bajo crecimiento poblacional y su peso económico concentrador.

El sector agrario no sale de su crisis; su PIB creció sólo un 0.95 por ciento anual de 1980 a 1996, como resultado de la apertura comercial y la ausencia de política de desarrollo agrario, hundiendo a los campesinos en la miseria; en diez estados, el sector decreció, y en nueve más se creció por debajo de la raquítica media nacional. En este periodo, la industria manufacturera, motor de la acumulación y el empleo, creció a un 2.0 por ciento anual, menor que el PIB total, mostrando la desindustrialización del país. Los estados cuya industria decreció, son: Distrito Federal, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Nayarit y Tabasco y seis estados más crecieron por debajo de la media nacional. La exportación, impulsada por el ``libre comercio'', se concentra en un 50 por ciento en 300 empresas y si se suma la maquila, llegamos al 96 por ciento; el auge exportador ha sido nulificado por el importador, por el aumento de la dependencia externa en términos de bienes de capital e insumos. Sólo la frontera norte se beneficia con la nueva industrialización. Decenas de miles de micro, pequeñas y medianas empresas han desaparecido por el impacto de la competencia externa, la contracción del mercado interno, la carencia de crédito y la usura bancaria.

A pesar de un gasto público de 80 mil millones de dólares, el 19 por ciento del PIB nacional --que tendremos que pagar todos los mexicanos (cerca de mil dólares por cabeza)--, la banca privatizada, que fue botín de banqueros ineficientes y corruptos y fuente de financiamiento ilegal del PRI, carece de solidez, no cumple su función crediticia y cae rápidamente en manos del capital extranjero; millones de deudores fueron expropiados de su patrimonio por la usura bancaria después de 1995. Los mexicanos estamos pagando el fracaso de la privatización carretera; y el sector azucarero y Altos Hornos de México, también privatizados, se encuentran al borde de la quiebra.

La estructura económica de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y otras metrópolis se ``terciariza'' y pierde la heterogeneidad que le permite sobrevivir, al ceder terreno la industria y el comercio popular, polarizándose entre un pequeño núcleo financiero, bancario y comercial de élite, poco creador de empleo, y un enorme sector informal de baja productividad. Cerca del 45 por ciento del empleo creado en el DF entre 1987 y 1994, se localiza en el sector informal, es inestable y mal pagado; este sector, plagado de conflictos, ocupa al 42 por ciento de la mano de obra total.

La política neoliberal priísta ha sido incapaz de garantizar el crecimiento económico sostenido, incluyendo a Tabasco, tierra de su ``crítico'' de ocasión. Esta es la terca realidad; no se trata de una discusión académica, sino del futuro de México y su gente.