IRAN: EXIGENCIAS DE DEMOCRACIA
El cierre de algunos diarios por supuestos y no precisados delitos de prensa y la aparición de un documento policial que pedía mayor represión contra los informadores, provocó en Teherán ųla capital iraníų una fuerte protesta democrática, unida a una huelga periodística. Los universitarios salieron a la calle y la policía los reprimió sangrientamente, con un saldo de al menos dos muertos, según los propios estudiantes.
La magnitud de los motines y las movilizaciones superó todo lo visto desde la revolución que, bajo la conducción de Ruhola Jomeini, derribó en 1979 al sha Mohamed Reza Pahlevi y modificó profundamente la situación en Medio Oriente y el Golfo Pérsico. La lucha de los estudiantes puso así dramáticamente de manifiesto que una parte importante de la sociedad iraní no se reconoce en el fundamentalismo religioso y las costumbres medievales que quieren imponer los clérigos más conservadores. Estudiantes interrogadas por la prensa extranjera, por ejemplo, denunciaron haber sido condenadas a 30 latigazos por no cubrirse con el velo tradicional que, por supuesto, no usan en el seno de sus familias.
Este conflicto entre la modernización del país y su régimen político se expresó abiertamente en la elección del clérigo moderado Mohammad Jatami como presidente, con más de 70 por ciento de los votos, pero se refleja igualmente en la impotencia de aquél ante el poder de Ali Jamenei, quien controla los poderes legislativo y judicial y encabeza al clero más conservador y a las milicias islámicas.
Jatami, en efecto, aunque pudo cambiar a los gobernadores de las provincias ųpara facilitar así un voto más libreų y cuenta con el apoyo de comerciantes, profesionistas y universitarios, ha tomado distancia de las manifestaciones estudiantiles de los últimos días, esperando ganar las elecciones parlamentarias en febrero próximo para disminuir el poder de Jamenei. Este, por su parte, acaba de utilizar como ariete los sermones del último viernes (día santo islámico) en todas las mezquitas y se ha volcado contra los estudiantes quienes, según el régimen, estarían manipulados por potencias extranjeras. De este modo, cientos de jóvenes detenidos en redadas especiales podrían sufrir penas durísimas y hasta ser colgados si la moderación gubernamental o la protesta estudiantil ųque pide la liberación de los presos y el cese del jefe de policía culpable de la represiónų no consiguiesen conjurar esas amenazas.
En la revolución contra el sha se unieron dos fuerzas opuestas, una urbana, modernizadora y laica, fuerte entre el estudiantado y los obreros, y otra, mayoritaria, islámica y encabezada por la única dirección política presente en cada aldea y en todo el país: el clero fundamentalista chiíta. Ahora, ambos sectores comienzan nuevamente a enfrentarse, con la salvedad de que una parte de los clérigos se orienta hacia una reforma democratizadora ųlenta y cautelosaų del régimen, debilitando así el poder omnímodo de Jamenei, el sucesor de Jomeini. El bloqueo y las agresiones económicas y diplomáticas que, a diferencia de las potencias europeas, practica Estados Unidos contra Irán, restan fuerza al sector favorable al cambio y a la democratización, al presentarlo ante los sectores más pobres y conservadores como un agente del extranjero, como occidentalizante y enemigo de la religión.
Es evidente, por lo tanto, que las presiones que en el exterior se puedan hacer en favor de la democratización en Irán deben ser firmes, pero no deben confundirse con las que son vistas, no sin razón, como maniobras de intereses extranjeros e intervencionistas.