En los programas oficiales para combatir a la delincuencia apenas merece una mención genérica.
Es la primera escuela de muchos de los delincuentes más peligrosos del país.
Y -sólo después del narcotráfico- la actividad ilícita más productiva para el crimen organizado en México, con ganancias anuales por 57 mil 777 millones de pesos.
Es el robo de autos.
Según Interpol, cada día desaparecen de las calles del país entre 400 y 500 autos, un promedio de 20 cada hora.
Esto significa que, en un año, las bandas roban 182 mil 500 vehículos, prácticamente la mitad de la producción de automóviles nuevos que se ofertan en el mercado nacional.
El 13 de febrero el entonces secretario de Gobernación Francisco Labastida Ochoa se ufanó de que en 1999 se aplicaría el presupuesto más grande de la historia para combatir la inseguridad pública -6 mil 500 millones de pesos-, con el cual ``quebraremos el crecimiento del índice delictivo''.
Fue más allá. ``No puede la delincuencia tener fuerzas superiores a las que tiene el estado mexicano'', dijo.
Pero en 1998, según datos de Interpol y la Industria Nacional de Autopartes (INA), las bandas mexicanas ganaron nueve veces lo que el gobierno federal destina para combatir al crimen organizado.
Según autoridades judiciales, han llegado al punto de emprender su modernización y explorar mercados internacionales.
Actualmente, en Hong Kong, Moscú, París, Lyon, Orlando, Chicago, Miami, Austin, Honolulu, Los Angeles, Guatemala, Tegucigalpa, San Salvador y La Habana circulan autos que en algún momento fueron robados -pistola en mano- a conductores mexicanos.
Y no es cuento.
En enero pasado, la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) localizó 36 unidades reportadas como robadas y que transitaban en Francia, donde se cree que existen, al menos, otras 300. Y recuperaron 45 más que se vendieron en negocios de Florida.
Es apenas la punta de un iceberg que tiene una base común: todos los autos salieron legalmente del país. Incluso, los que se encontraron en Francia contaban con permiso de importación autorizado.
¿Cómo lo consiguieron?
La única forma, dice Mario Croswell, director de la oficina Coordinadora de Riesgos Asegurados (OCRA), es con la ayuda de las funcionarios que estuvieron en activo o están en funciones.
``Tienen que cruzar retenes en las carreteras, pasar aduanas, embarcarse. Solos no pueden hacerlo''.
No le falta razón. El lunes pasado, en Los Pinos, el presidente Ernesto Zedillo puso sal en la llaga. ``Los peores delincuentes son los que actúan amparados por placas de policías'', dijo ante abogados.
Y se comprometió, en lo que resta de su gestión, ``a revertir substancialmente'' los índices de criminalidad.
Vochitos en Francia
A Philippe Grenat le gustaban tanto los vochitos mexicanos que decidió llevarlos a su natal Francia.
Con su esposa y un socio, Bruno Desesquelle, creó las empresas Framex -que instaló en Jalapa- y Cofram, ambas especializadas a la exportación de autos usados.
Durante un par de años el negocio marchó viento en popaÉ hasta mediados de 1998.
Un vochito que apareció abandonado en un centro comercial de París desenredó la madeja.
El sedán, con placas XZZ 4702 de Veracruz, llamó la atención de la policía francesa que, al revisarlo, descubrió que había ingresado al país a través de una empresa que por esos días estaba sujeta a investigación: Framex.
La noticia se comunicó a México. El cerco empezó a cerrarse.
En enero pasado peritos de las aseguradoras mexicanas viajaron a París para revisar el sedán, y descubrieron que había sido robado con violencia el 12 de julio de 1997.
Poco después, se descubrió que ambas compañías facturaban los vehículos que exportaban a través de empresas fantasma.
No fue todo. En ese mismo viaje analizaron cuatro camionetas -dos Voyager y dos Town & Country-, que formaron parte del lote vendido por Grenat.
Las cuatro habían sido reportadas como robadas.
De acuerdo con la averiguación previa PGR/UEDO/011/99, se localizaron ya otros 30 autos mexicanos que entraron a Francia con el mismo procedimiento, es decir, fueron exportados por medio de las secciones aduanales 43 y 47, con el visto bueno de los agentes José González González, José Luis Gómez Sañudo y Joaquín Lascares Martínez.
Hasta el momento existen seis personas detenidas en México y cuatro más en Francia.
Mientras, la filial de Framex en México y Cofram cerraron sus puertas. En sus oficinas hay personal de la secretaría de Hacienda que investiga una fuerte evasión fiscal.
Pero la historia aún no termina. En dos años de operación, ambas compañías exportaron más de 300 unidades. No se sabe cuántas de éstas eran robadas.
Como sea, el caso francés no es único. Este año la FBI localizó en Miami dos negocios que vendieron 70 autos robados en México, 45 de los cuales ya fueron repatriados por Ocra. También hicieron lo mismo con cinco vehículos localizados en Austin, Texas.
Y de Hawai se recuperaron ocho más.
¿Son los únicos destinos para los autos robados en México?
No. Datos de la Interpol revelan que existen unidades circulando en países de Europa del Este, como Rusia y Checoslovaquia. También se detectaron vehículos en Hong Kong, que llegaron procedentes de Centroamérica, además de un número no determinado en Cuba.
Todos son vehículos de lujo como BMW y Mercedes Benz, además de camionetas como Cherokee, Pathfinder, Voyager, Windstar y Lincoln.
De hecho, los únicos autos baratos que se exportaron fueron los vochitos que llegaron a Francia. ¿Por qué?
``Allí se les consideran autos de colección'', explica Mario Croswell. ``Los llegan a vender hasta en 110 mil francos, como 200 mil pesos''.
El sistema
¿Cuántas bandas de robacoches existen? Quien sabe, pero de acuerdo con la PGJDF tan sólo en la capital operan 20 organizaciones grandes que acaparan una parte importante del mercado.
Pero no son todas. Porque a diferencia de los cárteles de la droga, que dependen de unas cuantas fuentes de abastecimiento, a los ladrones de autos les basta con salir a la calle para obtener materia prima.
Sin embargo, prácticamente nadie actúa por su cuenta. ``El ladrón que solito se roba un coche y lo desmantela para venderlo está en vías de extinción'', dice Mario Croswell.
Es la competencia por el mercado.
Los negocios donde podrían vender las piezas robadas, por ejemplo, están copados por las grandes bandas. Y los grupos pequeños frecuentemente colaboran con los más grandes.
Por eso -explica Arturo Gutiérrez Velasco, coordinador de Investigación de Robo de Vehículos de la Procuraduría capitalina- el robo de autos está íntimamente ligado al crimen organizado.
``Se parecen mucho al narco por la alta especialización de los delitos. Saben usar las rutas, cómo deben burlar a las autoridades, cómo pasar los retenes. El problema es que no tenemos identificaciones, como ocurre con los Arellano o Amado Carrillo'', lamenta.
Al igual que el tráfico de drogas, en el robo de autos intervienen muchas personas que casi nunca se conocen entre sí. ``El rata que se lleva el coche de la calle no conoce al que lo remarca, ni éste al que falsifica los papeles y ninguno sabe quién es el jefe'', explica el funcionario.
Se trata de una actividad altamente generadora de empleos:
El proceso empieza con el robo del auto, que puede ser con violencia o bien, cuando se encuentra estacionado en la calle.
Los encargados de hacerlo -generalmente jóvenes de entre 18 y 35 años, con educación promedio de secundaria- pocas veces actúan al azar.
``Los robos se hacen sobre pedido'', explica Gutiérrez Velasco. ``Por ejemplo en estos días se están robando Volkswagen sedán y Voyager; los primeros porque es el periodo de revista para los taxis y necesitan refacciones, y las camionetas porque están de moda en Francia''.
Con el auto en su poder, el ladrón lo lleva a un lugar previamente acordado, donde lo entrega al intermediario que le paga por el trabajo. Las tarifas dependen del automóvil: si es del tipo comercial -sedán, Tsuru- la comisión es de cuando mucho 3 mil pesos.
Pero si se trata de una unidad de lujo, la recompensa puede subir hasta a 10 mil pesos.
El siguiente paso es llevar el vehículo a un taller donde, según la especialidad y el tipo de auto, se desmantela o remarca para venderlo entero.
¿Qué determina el tratamiento? La ganancia potencial.
``A los vochos y tsurus les puedes sacar hasta 500 piezas, por eso valen más desarmados. Pero el valor de una Cherokee es venderla enterita''.
En este fase intervienen otro tipo de delincuentes: los hojalateros que esmerilan los números de identificación y colocan otros, y los impresores que, con scanner y computadoras especiales, falsifican las facturas.
``Es un trabajo de artistas'', dice Gutiérrez Velasco. ``Nos hemos encontrado con placas VIN (el número que identifica al vehículo) que tienen remaches originales, o facturas con papel oficial de las armadoras. Esto quiere decir que hay personal de las empresas que está coludido''.
Después entran en acción los gestores (coyotes) quienes, con las facturas falsificadas, tramitan placas y engomados.
El penúltimo escalón en la pirámide es la venta del vehículo.
Si la unidad se queda en el país, muy probablemente se ofrezca en el avisos oportuno de los periódicos.
Tal es el caso de la ciudad de México, donde según el funcionario de la Procuraduría ``muchos de los coches que se anuncian son robados''.
De ser el caso, una vez que se vende, el jefe de la banda recibe su parte del negocio. La cantidad varía, pero se calcula que en los distintos pagos a quienes falsifican un auto de lujo se gastan alrededor de 40 mil pesos... Y el vehículo se vende en más de 400 mil.
Si es para exportación entonces se vende en establecimientos fijos del país al que se envía.
Clonaciones, injertosÉ
Además de la estructura operativa, en el robo de autos intervienen factores que lo distinguen de otras actividades delictivas.
Gutiérrez Velasco cuenta el caso de Rafael Corrales Aranda, hijo del ex gobernador de Guanajuato Rafael Corrales Ayala y a quien se acusa de vender alrededor de 500 autos robados.
``Ganó un juicio mercantil. El juez le dio los papeles originales de un coche y con ellos hizo como 50 copias iguales'', cuenta. ``Es el maestro de los falsificadores, me cai''.
Otra. ``Un día encontramos una Silverado reportada como robada. Con la factura le hablé al dueño y le digo oiga, ya encontré su camioneta. `¿Cuál? -me responde-. A mi nadie me ha robado nada'. Ya luego investigamos y resulta que en la agencia donde la había comprado sacaron cuatro copias de sus documentos''.
-¿Fotostáticas?
-No, con papel oficial de la armadora y todo. Hasta los hologramas falsificaron.
A este procedimiento, explica, se le llama clonación de facturas, pero no es el único: también existen los injertos.
``Compras un coche destrozado, de esos que las aseguradoras consideran pérdida total. Luego te robas un coche parecido, le quitas al chocado los números originales y se los pones al otro. Es todo''.
Por estas razones, dice, es muy difícil detectar un auto robado.
``Tu ves la factura que está en orden, el vendedor te enseña su credencial de elector que casi siempre es falsa, te firma contratos, los números del auto coinciden. Aparentemente todo está legal, pero cuando menos te lo esperas te apañan, y ni modo, allí pierdes todo porque el coche se queda confiscado y hasta se inicia una averiguación en tu contra''.
Palos de ciego
Al tomar posesión como secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa se fijó tres prioridades: Chiapas, reforma del estado y seguridad pública.
En el primer caso el diálogo sigue suspendido. El segundo punto, que incluye necesariamente una reforma electoral, está en veremos.
Labastida se convirtió en precandidato del PRI y de sus tres objetivos sólo en el último se registraron acciones concretas, como la red nacional de telecomunicaciones, los convenios de colaboración con los gobiernos estatales y la Policía Federal Preventiva.
Pero no hubo tratamiento especial para el robo de autos.
Este año, en los meses que se mantuvo en el Palacio de Covián, Labastida Ochoa no abordó directamente el tema del segundo delito más importante del país. De hecho, la actividad ilícita más mencionada en sus discursos fue el narcotráfico.
Ahora, como precandidato, se mantiene en la misma línea, pero no es el único.
En las críticas contra la inseguridad que vive el país, los otros tres precandidatos del PRI se refieren tangencialmente al robo de autos.
Tal actitud parece ser un reflejo de los hechos.
El Programa Nacional de Seguridad Pública contempla la creación de un sistema de información nacional, con capacidad para albergar hasta 55 millones de huellas digitales, fichas de delincuentes y datos de autos robados.
El sistema, sin embargo, estará en pleno funcionamiento hasta el año próximo.
Parte de la estrategia es conectar a todos los estados con este equipo, y para ello se establecerá una red nacional de telecomunicaciones.
Pero en el caso del Distrito Federal, después de un intercambio de acusaciones entre la SG y el gobierno capitalino, apenas el 7 de julio se firmó el convenio respectivo, a pesar que es aquí donde se concentra la mayor incidencia delictiva.
Más. Para detectar los autos robados en la Procuraduría capitalina se creó el sistema Conauro, una base de datos donde se archivan todas las averiguaciones previas relacionadas con este ilícito, las filiaciones de los presuntos responsables, modus operandi y demás.
Junto con este equipo se instalaron 100 computadoras en igual número de patrullas, a fin de efectuar el rastreo directamente en las calles.
Las computadoras no sirven. Y a pesar que en el estado de México y Jalisco, junto con la capital, concentran 80 % de los robos de autos de todo el país, el intercambio de información por medio del Conauro es muy difícil:
Con el estado de México las interrupciones del servicio son constantes. Y con Jalisco, apenas este mes se firmó el convenio para instalarlo.
Por si fuera poco, a pesar de que se tienen detectadas las rutas por donde transitan y salen del país los autos robados, no hay forma de evitarlo que se vayan.
Las garitas nacionales no tienen información de estos vehículos. Y, por ejemplo, en Estados Unidos el único banco de datos sobre autos robados en México no es del gobierno.
Lo instaló Ocra.
¿Es una batalla perdida?
Quién sabe.
Lo único cierto es que el asunto no es fácil.
Como dice Arturo Gutiérrez, ``desmembramos una banda y aparecen diez''.
Un auto robado tiene muchos usos:
- Para transportar asaltantes de bancos.
- Para facilitar la huida de los ejecutores del cómico Paco Stanley.
- Para inmovilizar el auto en que viajaban los elementos del Estado Mayor Presidencial, que fueron baleados para robarles 500 mil pesos.
- Para estallar, junto con una bomba, en Plaza Universidad, en enero 1994.
- Para transportar el equipo e invitados del candidato priísta a la gubernatura de Guanajuato, Ignacio Vázquez Torres.
- Como evidencia para detener al director de Gestoría y Atención Ciudadana del Congreso de Morelos, Israel Adame González, confeso de vender un vehículo robado.
- Para iniciar a Daniel Arizmendi y Alfonso Calettri en la delincuencia.
- Y en algunos estados, para transportar a los agentes judiciales que investigan el robo de autos.
La suerte de un auto robado puede saberse por la forma en que fue hurtado:
Si el conductor es despojado con violencia seguramente el vehículo será revendido, sobre todo si se trata de un modelo de lujo. La razón: para comercializarlo son necesarias las llaves originales.
En cambio, si hay cristalazo, desarmador, ganzúa o varilla de por medio, ese auto será deshuesado y por ello no importa el daño que se le pueda causar en el robo.
Los ladrones, sin embargo, tienen distintas formas de operar.
Alejandro Cruz Jiménez, director Ejecutivo Jurídico de la Coordinación de Investigación de Robo de Vehículos de la Procuraduría capitalina, dice que el método más socorrido entre los rateros es hacerse pasar por judiciales.
``Se te emparejan en otro auto, te muestran una placa y te obligan a detenerte. Cuando lo haces, sacan la pistola, te exigen las llaves y se van''.
En estos casos -explica- las víctimas son seleccionadas. ``Las siguen por varias calles, estudian sus movimientos y eligen el sitio más propicio''.
Otra: la única forma de robar automóviles blindados es esperar a que el chofer se baje.
En este caso, la operación generalmente se realiza en pocos segundos.
Otros asaltantes ``se dan tiempo de platicar con las víctimas. Los amenazan para que no denuncien o los tratan de convencer de que roban por necesidad'', relata el funcionario.
Y otros más, de plano aprovechan para saquear las tarjetas bancarias de sus víctimas, piden rescate a sus familiares y hasta los obligan a llevarlos a su domicilio para robar. En estos casos los ladrones utilizan una fuerte dosis de violencia.
Famosos por su crueldad son los integrantes de la banda del Stratus rojo, que operaba en Las Lomas y se hacían pasar por judiciales. ``Obligaban a las víctimas a que les dijeran todo lo que había en sus casas, con detalles, y después lo pedían como rescate. Tenían una memoria asombrosa, a pesar de que siempre estaban drogados, y si faltaba alguno de los objetos se desquitaban a golpes''.
Sin embargo, los del Stratus rojo son amables en comparación con los jóvenes que integraban la banda de Tlalpan, quienes aún después de someter a las víctimas solían dispararles.
El jefe de este grupo, David Alejandro Galván Urióstegui, confesó 14 homicidios. Está detenido, al igual que sus colegas del Stratus.
Casos como esos ``son pocos'', dice Cruz Jiménez. ``Para la mayoría el robo es como un trabajo cualquiera; incluso cuando atracan ruegan a Dios no tener que usar la pistola, que su chamba les salga limpia. Pero eso no los exime, de todas formas son delincuentes''.
La última de las variantes es el robo de autos cometido por policías, generalmente los asignados a la investigación de este delito.
El método es simple. Uno de los cómplices del agente se roba con violencia un coche, lo entuza (esconde) por unos días, y después, cuando la averiguación previa está en proceso, se comunican con la víctima y le piden una recompensa ``por haber encontrado su auto''.
No es todo. Después de que reciben el dinero -la cantidad varía- avisan al cliente que ingresarán el vehículo al corralón, requisito indispensable para cerrar la averiguación previa.
Aquí viene la segunda parte del asunto. Al reportar el ingreso el agente cumple con su trabajo, que es investigar y recuperar el auto. Y de paso recibe una recompensa de la compañía que aseguró la unidad.
¿Cuánto puede ganar de esta manera? Poco. Hasta 600 mil pesos al mes.