Un basquetbolista que encesta canastas de tres puntos designado como presidente del Congreso local. Un oreja de seguridad nacional que es nombrado secretario de Gobierno. Una empresa creada 30 días después de la llegada del gobernador interino del interino a la que se le otorga la concesión para distribuir los desayunos escolares y que, según los diputados del PAN, reparte alimentos en mal estado. Un Congreso que aprueba formar nuevos municipios al margen de sus habitantes, trata de amnistiar a paramilitares y hace leyes indígenas de caricatura. Todo ello podría ser parte de la trama de una novela policiaca. No lo es. Se trata, simplemente, de la política que lleva como sello Hecho en Chiapas.
Reynol Osuna Hening es un maestro de educación física que tiene como mérito principal en la vida pública el haber jugado basquetbol con el gobernador interino de Chiapas, Roberto Albores. Y, como el deporte forja lealtades a toda prueba, tan pronto como su compañero de cascaritas fue ungido por el dedo de Los Pinos como jefe del Ejecutivo de su estado, emprendió una meteórica y ascendente carrera política. Primero fue electo diputado local de la 60 Legislatura. Después pasó a dirigir el PRI local. Y, tan pronto como José Antonio Aguilar Bodegas abandonó la presidencia del Congreso para incorporarse a la campaña por la candidatura presidencial de Francisco Labastida, ocupó su lugar. El conato de rebelión que protagonizaron nueve diputados del tricolor por su nombramiento fue rápida y jugosamente sofocado.
El profe Osuna muy pronto pagó el favor recibido, haciendo aprobar en el Congreso local la creación de siete nuevos municipios en la zona de influencia del EZLN en contra de la opinión de sus pobladores. Fiel a su cinismo, Albores Guillén, responsable de la iniciativa, afirmó que con ello se cumplía con lo establecido en los acuerdos de San Andrés. Obviamente esto no es así.
En las últimas semanas, desde el gobierno federal se ha insistido extraoficialmente en que habría un cambio en la política oficial hacia el EZLN. Los hechos, son, sin embargo, los hechos, y la saliva es la saliva. Las acciones gubernamentales en la entidad, incluida la incursión de 6 mil efectivos militares más en la Selva para "sembrar arbolitos", desmienten los anuncios sobre el cambio de rumbo.
Durante cerca de diez años, el comiteco Alfonso Utrilla fue informante del Cisen. El sube y baja de la política local y su cercanía con Albores Guillén le permitieron ocupar transitoriamente la dirección de Servicios Educativos. Su paso a la noble tarea pedagógica no implicó que su vocación de tira informante desapareciera. La infraestructura escolar sirvió no sólo para enseñar, sino también de cobertura para montar sofisticados servicios de inteligencia para vigilar tanto a maestros como a comunidades. Como la cereza en el pastel de su carrera profesional fue nombrado recientemente secretario de Gobierno de la entidad.
En ambos personajes ųhay muchos otros ejemplosų se resume el estilo de gobierno del interino del interino. Amiguismo, visión conspirativa y policiaca de la política, despotismo, complicidad y negocios son el cemento que da cohesión a la clase política local. Y, también, que provoca escándalos como el de la distribución de alimentos descompuestos en los desayunos escolares que sirve una empresa privada.
Treinta días después de la llegada de Albores Guillén a la desgubernatura de Chiapas se creó la empresa Abasto Global S.A. de C.V. Curiosamente, las iniciales de la compañía son las mismas de los apellidos del jefe del Ejecutivo en Chiapas, quien hizo buena parte de su carrera política como funcionario de la Conasupo. A pesar de que Diconsa tiene en el estado una importante infraestructura, y de que el nuevo negocio contaba con un capital social de apenas 50 mil pesos, se le asignó, entre otros, el contrato para distribuir los desayunos escolares en el estado. El presupuesto para esta actividad es de aproximadamente 80 millones de pesos al año. Recientemente, el PAN denunció que Abasto Global distribuía comida en mal estado.
En Chiapas, tener pena significa no sólo sentir tristeza sino, además, vivir pánico. Ejercida por personajes surgidos de la farsa y el terror y construida sobre la simulación, el negocio, la amenaza y el chantaje, la política oficial chiapaneca de estos días da pena. Es, simultáneamente, un castigo, una aflicción y un temor. Es el sello de la casa que dice: Hecho en Chiapas.