* Comentaron su muestra pictórica El gran circo del mundo, que alberga el MAM


La de Zenil no es la obra de un provocador: Monsiváis

Merry Mac Masters * La mesa redonda organizada en el Museo de Arte Moderno (MAM) sobre la exposición Nahum B. Zenil. El gran circo del mundo dio pie para recordar los sucesos de 1988, cuando un cuadro de Rolando de la Rosa fue calificado ''moralmente con un intento de linchamiento", como dijo Carlos Monsiváis. Para el escritor y periodista, Zenil, como muchos otros artistas, se ha ''beneficiado" del escándalo de hace once años, mismo que llamó ''una despedida grotesca de la asociación de la pintura con la realidad y del enjuiciamiento penitenciario" de la misma.

Abundó Monsiváis: ''A partir de ese momento creo que quedó tan al desnudo la estupidez de quienes procedían así que los pintores ya han sido mucho más libres porque se necesita, deveras, instalarse habitacionalmente en las cavernas para seguir diciendo que esta pintura es lo que representa: una blasfemia, una provocación, un insulto a la memoria de Dios, o lo que sea".

Teresa del Conde, directora del MAM, quien fue la otra ponente, explicó a los presentes que el entonces responsable del recinto, Jorge Alberto Manrique, fue el ''chivo expiatorio" de la situación promovida por el grupo Pro vida y que también estuvo cerca de haber un linchamiento del subdirector, Antonio Luque.

Retomó la palabra Monsiváis: ''Hicieron una misa -no me opongo a que haya una misa en el museo- para exorcizar un cuadro... Se les pasó la mano de tal forma que evitó en adelante acusaciones tan rídiculas como ésa. Me parece que eso a la generación siguiente les quitó un peso enorme de encima".

En su ponencia el autor de Amor perdido había apuntado: ''sin que el escándalo estalle, sin duda la mirada escandalizable, la más prejuiciada de las miradas, se ha depositado sobre el trabajo de Zenil, imprimiéndole la interpretación sesgada que asocia un cuadro con una declaración de principios y de fines". Todo, por su temática, ''si se quiere gay, si se quiere homofílica, si se quiere exploradora de las posibilidades del cuerpo".

En seguida, Monsiváis afirmó que Zenil no es un ''provocador", aunque su obra tenga que ver con ''sus obsesiones, sus admiraciones, sus convicciones de la autonomía personal, pero no transformadas en hecho artístico sino en apoyo visual".

Prosiguió: ''Lo que aparece compulsivamante en esta obra no son Nahum, Gerardo, la madre, Frida Kahlo, las flores que estallan en las concavidades, el deseo y el crimen detenidas en las vísperas del orgasmo. Lo que reitera es la presencia de formas que desempeñan en cada cuadro una función (...) Formas que fueron figuras, formas que fueron deseos o contemplaciones de la materialización del deseo. Pero de no darse este canje de las figuras y los significados en formas, no habría simplemente pintura".

Del Conde, por su parte, se remontó a 1974 cuando empezó a ver con ''insistencia" trabajos de Zenil en la Galería José María Velasco del INBA, obras muy diferentes a las que hoy presenta. Respecto de El gran circo del mundo, repitió su desacuerdo con que se le pusiera un ''letrerito" de que los niños tienen que venir acompañados de sus profesores, sus padres o un mayor, porque en el MAM ''hay guías que pueden explicar muy bien todo".

 

Arte para motivar la reflexión

 

El arte de Nahum B. Zenil, acotó Del Conde, es altamente icónico, está basado en relaciones de semejanza, sin que por ello se asimile ni al naturalismo ni al realismo ni al hiperreralismo.

Más adelante apuntó que la proclividad de Nahum de evidenciar su condición, sus sufrimientos, sus relaciones más íntimas, sus amores y desamores, sus denuncias, sus obsesiones religiosas, el imperio del falo como significante, no como pene, ''hacen las delicias de cualquier psicoanalista lacaniano, freudiano o de cualquier otra corriente".

Pero, precisamente la claridad con la que cuenta sus historias hacen de éstas algo de ''doble filo". Y precisó: ''La aprehensión de la intencionalidad del autor, puede aclararse, pero sólo en parte, acudiendo a su historia o acudiendo a su verbo, pero una cosa es lo que él formula desde su conciencia y otra lo que ese otro dentro de él pergeña desde estratos inalcanzables de su sique".

De un silencio ''tan elocuente como su pintura", como dijo Carlos Monsiváis, Zenil agradeció la oportunidad de exponer en el Museo de Arte Moderno, ''después de tantos años de haberlo deseado". Agregó que ''mi intención ha sido nada más decir mis ideas, lo que pienso y siento, con el propósito de que mueva un poco a reflexión y que de algo les sirva".