OBSERVATORIO

CIUDADANO DE LA

EDUCACIÓN

COMUNICADO No. 13


El gasto de las familias

en educación

 

* Los pobres pagan más * Indispensable, corregir la política

de financiamiento y recuperar la rectoría del Estado

Aproximadamente 90 por ciento de la población matriculada en el sistema educativo mexicano acude a instituciones públicas. Puesto que el financiamiento de este tipo de instituciones recae en el Estado, generalmente se piensa que el gasto que realizan las familias en educación es mínimo. Esta apreciación no es correcta, pues considera que los únicos gastos que afrontan las familias son los de inscripción y colegiaturas, dejando de lado otros que implican mantener a sus hijos en las instituciones educativas y que para algunas familias son tan importantes que pueden determinar no sólo el tipo de instituciones en las que inscriben a sus hijos (públicas o privadas), sino además su permanencia en ellas.

La participación de las familias en el financiamiento educativo comprende los siguientes rubros: matrícula (inscripciones y colegiaturas), manutención (gastos asociados a la asistencia escolar, como libros, útiles escolares, uniformes y transporte), aportaciones de la comunidad (donativos, subsidios y actividades que realizan los particulares para el sustento de las instalaciones educativas) y el costo de oportunidad (el ingreso que los jóvenes podrían obtener si trabajaran en vez de estudiar).

Al observar la distribución del gasto total de las familias según su nivel de ingreso, se puede apreciar que los hogares incrementan la proporción que destinan a la educación según aumenta su nivel económico. En 1984, mientras 10 por ciento de la población que percibía los ingresos más bajos destinaba 53.1 por ciento (aproximadamente 2 mil 35 pesos por hogar1) del gasto total a alimentación y sólo 1.8 por ciento (76 pesos) al gasto en educación y cultura, el 10 por ciento superior destinaba 31.2 por ciento (17 mil 687 pesos) y 4.1 por ciento (2 mil 511 pesos), respectivamente. Para 1996 (cuando el ingreso había descendido por efecto de la crisis de 1994) el 10 por ciento de los hogares más pobres incrementó la proporción del gasto alimentario a 57.6 por ciento (mil 926 pesos), pero esto no repercutió en que disminuyera la proporción destinada a educación y cultura, sino que ésta aumentó a 3.9 por ciento (156 pesos), lo cual significa que esos sectores tuvieron que sacrificar otros rubros de gasto. Por su parte, el decil de los hogares con los ingresos más altos disminuyó la proporción del gasto alimentario a 22.7 por ciento (11 mil 649 pesos) e incrementó la proporción destinada a educación y cultura a 14.4 por ciento (7 mil 201 pesos). (Ver gráfica 1).

 

Inadecuadas políticas

de financiamiento

 

El conocimiento de la forma en que contribuyen las familias al financiamiento educativo lleva a analizar los resultados que están produciendo las políticas del Estado en las economías familiares. Son innumerables las evidencias de que el actual modelo económico está incrementando la concentración de la riqueza y la desigual distribución del ingreso. Por ejemplo, entre 1994 y 1996 el número total de hogares pobres en México se incrementó 17 por ciento (i. e., hogares donde el ingreso per cápita es menor que la línea de pobreza, la cual se estima en razón del costo de una canasta básica alimenticia que cubra los requerimientos nutricionales mínimos ). Por su parte, la desigualdad en la distribución del ingreso, que se había venido incrementando paulatinamente desde 1984 hasta 1994, disminuyó ligeramente en 1996; sin embargo, el descenso de la desigualdad que se experimentó en 1996 se debió a que la crisis económica de 1994 --cuyos efectos se sintieron en los años posteriores-- provocó una drástica caída de los ingresos de todos los hogares, también de los menos pobres. Aunque el nivel de desigualdad en 1996 fue menor al de 1994, la mayoría de grafica2 grafica1 los hogares enfrentó peores condiciones económicas que en 1994 e incluso en comparación con 1984.

En economía, La Ley de Ernest Engel establece que a medida que aumenta el ingreso disminuye la proporción del gasto alimentario en relación al gasto total de las familias y, en consecuencia, entre menos peso tiene este rubro en los gastos, se incrementa la demanda de servicios y viceversa. Esta ley se confirma en el caso presente: la proporción del gasto alimentario de toda la población disminuyó entre 1984 y 1994 (de 44.5 a 33.6 por ciento, respectivamente) y se incrementó en 1996 (35.8 por ciento). Consiguientemente, la proporción del gasto destinado a educación y cultura se incrementó paulatinamente durante todo el periodo (de 2.8 por ciento en 1984 a 10.6 por ciento en 1996). En las circunstancias de pauperización de los hogares, este aumento de la proporción del gasto educativo puede interpretarse en razón de que la población le concede un alto valor a la educación, sea como vía de acceso al mundo laboral o por otros motivos. Esto significa que, dependiendo de sus posibilidades económicas, la población tiende a afrontar los costos educativos aun a costa de sacrificar otros rubros importantes de gasto, como salud, vivienda, vestido y calzado.

Por otra parte, en relación con las políticas de financiamiento de la educación, aunque el gasto público en educación, en pesos constantes de 1980, mostraba una tendencia a recuperarse entre 1984 y 1994 (de 3.6 a 5.3 por ciento del PIB), en la presente administración, hacia 1996, experimentó una caída de 13 por ciento y aún no se recuperan los niveles de 1994 (ver Comunicado No. 2). Esta situación tiene fuertes repercusiones para los hogares más pobres, ya que son éstos los que dependen directamente de los recursos asignados por el Estado al sector educativo (Ver gráfica 2).

En suma, entre 1984 y 1996 aumentó la desigualdad de la distribución del ingreso, cayeron los ingresos de la mayoría de las familias, se dio un incremento generalizado de los costos de vida --que incluyen aspectos como materiales y artículos educativos y otros asociados a la asistencia escolar-- y, por otra parte, descendió en términos reales el gasto público en educación. Todo lo anterior significa que durante este periodo se incrementaron las dificultades que afrontan los sectores más desfavorecidos, que en mayor medida dependen del sector público para educar a sus hijos. Así, aunque aumentó la proporción del gasto destinado por las familias a educación y cultura, esto sólo fue posible mediante el sacrificio del gasto destinado a otros servicios. En un contexto de desigualdad y empobrecimiento creciente, es obvio que los recursos públicos para la educación se deberían incrementar.

El apoyo financiero a las familias de los sectores más pobres (a través de becas de manutención, transporte, materiales y artículos educativos, como se hace en los actuales programas compensatorios), constituiría el ''piso necesario'' para incrementar la probabilidad de que los niños y jóvenes tengan mayor acceso a la educación postobligatoria y culminen con éxito esos estudios. Sin embargo, para que estas medidas tengan el impacto requerido, sería necesario, además, que estuvieran acompañadas de otra serie de acciones encaminadas a mejorar las remuneraciones del magisterio, la infraestructura de los planteles y otros aspectos relacionados con la calidad de la educación.

 

Interrogantes

 

* En estos tiempos de rescates bancarios, debe preguntarse, tomando en cuenta el importante papel de la educación en la formación de los recursos humanos necesarios para el desarrollo económico y social, así como el incremento de los costos educativos que tiene que afrontar la población, Ƒpor qué no se instrumenta un plan de rescate financiero para la educación que abarque todos los niveles?

* En lugar de propiciar que aumente la participación de las familias en el gasto educativo, como lo hace el gobierno, Ƒno sería más conveniente estructurar un plan que brinde apoyo económico a las zonas y estratos sociales más pobres, con el fin de aligerar los costos educativos que afrontan las familias?

ƑNo habría que plantear las políticas de financiamiento de la educación en función de su efecto sobre la distribución del ingreso y sobre el crecimiento y distribución global de la matrícula en todos los niveles escolares?

* En lugar de apostar al mercado como mecanismo regulador de la calidad educativa, Ƒno es indispensable que el Estado asuma plenamente su responsabilidad ante la sociedad?

 

 

Gráfica 1. Gasto de las familias en educación y cultura (GEC)*

 

* El decil I corresponde al 10 por ciento de los hogares con más bajo ingreso y el X al 10 por ciento con los ingresos más altos.

Porcentajes en relación con el gasto corriente monetario trimestral para cada decil de ingreso.

 

Fuente: Encuestas nacionales de Ingreso y Gasto de los Hogares, INEGI.

Como consecuencia de la crisis, los más pobres incrementan la proporción de su gasto en educación

 

 

 

 

Gráfica 2. Gasto nacional ejercido en educación, 1984-1996.

(Millones de pesos de 1980)*

 

* Datos deflactados según el índice de precios al consumidor, INEGI.

Fuente: Anexos estadísticos de varios informes de Gobierno. La administración actual no ha podido sostener la recuperación de los años anteriores

 

 

1 Este dato como los subsecuentes, hacen referencia al gasto corriente monetario trimestral que en promedio destina cada hogar en el decil respectivo, expresados en pesos constantes de 1980.

 

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