Ayer sábado terminaron los trabajos de los seminarios convocados por Agenda 2000. Después de examinar y discutir ponencias sobre los temas de la arquitectura institucional, la diversidad, el lugar de México en el mundo, la política económica y las fortalezas y debilidades de la economía, el desarrollo social, el medio ambiente y su defensa frente al implacable deterioro, los participantes en este ejercicio ambicioso de producción ciudadana se abocaron a plantearse las preguntas a hacer a partidos y candidatos, en la perspectiva de la campaña presidencial del 2000 y la formación del nuevo gobierno que emanará de las elecciones del próximo julio. Nada más, pero tampoco menos. El ejercicio, de alta calidad en las ponencias y el debate, permite alentar esperanzas de una confrontación política alimentada por la reflexión y por la búsqueda de una agenda de gobierno, que encare la gravedad de la situación que enfrenta el país al terminar el siglo. Permite, también, aspirar a dejar atrás el país de las certezas manufacturadas desde la cumbre, para empezar a explotar el país de las preguntas: ir a la política de los programas, las cuestiones serias y difíciles, para luego, y sólo a partir de ahí, plantearse la elaboración de respuestas que desemboquen en un nuevo gobierno.
Esta debe y puede ser la campaña del año entrante y, después, el gobierno mexicano que inaugurará siglo y milenio. Un gobierno que, al emanar de un contexto como el que puede forjarse con iniciativas como la de Agenda 2000, pueda ser un gobierno basado y comprometido con la discusión como forma esencial de gobernar el Estado y la sociedad.
Más que como la necedad de unos cuantos desvelados, ambiciosos de una política diferente, este esfuerzo y esta convocatoria debían ser vistos como una necesidad nacional de todos, y más que nada como una condición obligada para la proyección de una ciudadanía que puede construirse pronto. Agenda 2000 convoca e invita a difundir y enriquecer su catálogo de preguntas argumentadas. Los destinatarios son partidos políticos y candidatos, pero los intermediarios privilegiados son, deben ser, los medios de información y sus trabajadores, reporteros, articulistas, directivos: es en ellos en quienes descansa la realización de esta posibilidad abierta por los seminarios con los que se inició la construcción de esta agenda plural y poliédrica para el futuro cercano del próximo siglo.
Están en marcha ya iniciativas y esfuerzos similares, como los que ha emprendido Vertebra y llevan a cabo desde antes agrupaciones como Diversa, Causa Ciudadana, el Instituto de Estudios para la Transición Democrática e Iniciativa 2000, entre otras.
Es una invitación abierta que vale la pena recibir y aceptar. Los partidos tienen en ella la oportunidad de oro de ampliar sus ofertas y enriquecer sus plataformas. Y los medios, la provisión de preguntas bien sustentadas que pueden ayudarlos a volver su empeño informativo en aporte formativo. Nada sobra en este propósito de asentar la democracia apenas estrenada y ya atribulada por mil y una amenazas, por sobre todas ellas la de nuestra propia impreparación para vivir y gozar el debate como forma principal de hacer e imaginar la política. Por encima de todo esto, ejercicios como el hecho en Agenda 2000 permiten vislumbrar otra forma de hacer sentir la voz ciudadana e imaginar nuevos y más habitables ámbitos para la lucha política que es propia de la pluralidad democrática. Es sólo cuestión de hacer camino.
Algunos ya empezaron
En las páginas de Agora net y la propia Agenda 2000 estarán pronto los materiales del encuentro: www.Agora.Org.mx; www.Agenda2000.org.mx e-mail: [email protected]