Ť Los aromas de jazmines llegaron la noche del viernes al Salón 21


El tango, placer de la alucinación

tango.1 Pablo Espinosa Ť De la misma manera que las grullas se aparean, ocho pares de piernas se entrelazan. En escena, cuatro cuerpos femeninos y sus complementos masculinos ofician el arte del tango-baile.

Así como las corvas de ellas sueltan un chasquido cuando chocan con los muslos de ellos, las curvas de la música forman un oleaje en medio del cual un bandoneón respira. Fiebre copular, el clamoroso rumor de las caderas teje abalorios con jazmines, mientras un violín levanta en vilo el alma y allá, en la inmensidad de las alturas, se levanta más en un suspiro.

Perfumes de tango se titula el espectáculo que la compañía argentina Tango X2 presenta desde el viernes en el Salón 21, convertido en catedral de esa porción carnosa de la divinidad llamada baile.

Hermanados en orígenes, elegancia y actitudes, tango y danzón encontráronse en su genial genialogía durante las últimas horas del viernes y las primeras de este sábado. La tarde de hoy, domingo, ocurrirá la última de las tres funciones programadas. De la primera danzonera de América, la orquesta de Acerina, abrió de par en par los párpados, mariposas como holán en vuelo. Los grandes artesanos del arte del danzón, los integrantes de la orquesta de don Consejo Valente (tal era el nombre de ese músico genial que el mundo conoció como Acerina) pusieron en órbita a los maestros bailadores y una que otra pareja crecida en el furor del baile.

tango.4 Introducción, desplante, paseillo, descanso, flujo de clepsidras flotando en alta mar, la pista del Salón 21 ųotras veces receptáculo de yuppies, pirrurros, ricos alivianados en pos del lugar de modaų es ahora, en cambio y merced a la magia potentísima de una música atemporal, clásica, un limbo iniciático donde lasparejas encuentran su razón de ser. La elegancia de aquellos bailadores en edad madura, junto al entusiasmo apasionado de los principiantes, forman escenas antológicas, de esas que vienen a la mente cuando las personas evalúan recuentos de aquellos instantes que signan lo que los filósofos desde edad antigua cifran como anhelo, búsqueda y consecución de la felicidad. Epifanía.

Luego de la fiebre del danzón, la escena subió desde la duela hacia el escenario: Perfumes de tango recorre, con una orquesta de primerísimo nivel y ocho bailarines de supremacía alucinatoria, una breve historia del tango-baile, completada con botones del tango-canción, en la voz de la cantante Gabriela Liliana Maceira. La coreografía y puesta en escena de Miguel Angel Zotto y Milena Plebs despliega (como lo hace Ettore Scola con su historia social de Europa en su filme El baile) casi un siglo de avatares del espíritu: la manera como el tango se ha bailado, cantado, sentido, florecido.

La obertura corre a ritmo de milonga, para que enseguida cunda el primer duelo de piernas, con La Cumparsita y, desde luego, el hímnico Mi Buenos Aires querido, en homenaje a la cantante Azucena Maizani, quien en los treinta cantaba tango vestida como un hombre. De puro guapo y Retintin, composiciones de Laurenz y de Arolas, para más adelante mostrar el tango antiguo que originalmente lo bailaban hombres en competencia de virtuosos por la decisión de una mujer. Alumbramientos de emociones, confluencias con el vals, el tango moderno y con otras tradiciones, la cátedra de tango se demora en la actitud contemplativa que despierta la música de tango y en la contemplación de los desplazamientos coreográficos, todo en un hilo de placeres próximos a la alucinación.

tango.11 Gardel, por supuesto, en escena, pero también Piazzolla y el maestrísimo Pugliese. Los ojos entornados, el pecho que flota en el delirio de las piernas-colibríes, el placer que se despliega en donosura. Hay sueños que son más sueños, porque acontecen en vigilia. Y son entonces reales. en medio de la pista, a un lado, entre el oleaje de la orquesta y de los bailarines, flota un aroma de jazmines. Se mueven, en acompasado diapasón, dulces los cuerpos y el tiempo queda detenido en el suspiro, allá a lo alto, de la respiración entrecortada de un sinuoso bandoneón.

De salón fufurufo, de Corrientes 348, de charcos de Luna temblando en plenas grupas, de salón de baile y de arrabal, el viaje en música y en baile por la historia tanguera, esta vuelta al mundo en ochenta minutos de tango incluye El Entrerriano, ese baile inspirado en El Cachafaz, que fue el bailarín más famoso de los años treinta, hecho inmortal en un filme llamado de manera simple y contundente Tango (1933). De ahí a un dúo de bandoneones (Oscar González y Alejandro Saaverio, en la más pura escuela de su ilustrísima Arturo Penón, bandoneonista por excelencia del ya ido Osvaldo Pugliese) y de ahí a los efluvios inconfundibles del impresionismo porteño a lo Piazzolla: el Tango del alba, la Toccata Rea, Libertango, en una galería de la imaginación que retrotrae, a fuer del músculo tensado y vuelto baile, las pintas, los desplantes y la iconografía de los Gardel, Le Pera, De Caro, Bardi, los grandes bardos y los mayores artífices de esta música que nos vuelve más humanos.

Tango. Arrebato. Seducción. Amor. La manera de sonar y de moverse que tienen las caricias. La manera de soñar y de moverse que tienen las delicias. Tango.