Compay, ser querido e iluminado

Ernesto Márquez * Es curioso, pero hace sólo unos años Compay Segundo vivía en el más completo de los olvidos y ahora, en un tris, se ha convertido en el personaje más asediado, más querido y más iluminado. Todo mundo quiere verle, tocarle, escucharle. El escritor Gabriel García Márquez ha acudido a su presencia para confesarle su admiración, Almodóvar se desvive en halagos y Charles Aznavour le ha suplicado que grabe con él un bolero en su próximo disco.

Así va la vaina.

Recientemente, el gobierno de Cuba en una ceremonia llena de protocolo le ha distinguido con la Orden Félix Varela, la más alta condecoración en el mundo de las artes en Cuba. Y en Santiago de Cuba, ciudad donde vivió su infancia (nació en Siboney), en el más contundente lugar común, le nombraron "hijo predilecto".

A Compay todo eso le divierte y lejos de tener algún resentimiento lo toma con filosofía: "La vida es corta y hay que vivirla", dice.

Sencillo como un suspiro y cálido como un sol, señala que tener cerca su guitarra, un tabaco y un traguito de ron para disfrutar con los amigos es "šlo mejor de la vida, caballero!".

Pero Ƒdónde estaba Compay?

Muy pocos dan una pista. Unos dicen que estaba dedicado a su viejo oficio de tabaquero, otros que tocaba con su grupo en un escondido centro nocturno de La Habana. El único que le atina es el propio Compay, quien asegura que todo ese tiempo se la pasó "chancheando", que en buena traducción del cubano quiere decir šgozando!

Aunque uno no le cree del todo al pensar tan sólo en el cómo se vive en la Cuba de hoy.

Compay Segundo estuvo perdido por más de dos décadas, y no, no fue Ry Cooder su salvador, como se dice y se cree. Quien lo saca a la luz, quien le regresa la dignidad de trovador excelso, es el eminente musicólogo Danilo Orozco, quien le lleva, en 1989, al Instituto Smithsoniano de Washington para participar como invitado especial en el Festival de culturas tradicionales americanas que se realiza en aquella ciudad del norte.

En este renacer de Compay tuvo también mucho que ver Santiago Auserón (ex-vocalista de Radio Futura), quien le produjo sus primeros trabajos discográficos en el extranjero: Yo vengo aquí y una Antología.

Luego de eso es que aparece míster Cooder. Aunque cuenta la leyenda que Ry viajó a Cuba no para verle a él y mucho menos hacer el Buena Vista Social Club, tan famoso, sino en busca del tresero Andrés Echavarría (Niño Rivera), con quien deseaba concertar un proyecto discográfico parecido al realizado con el guitarrista africano Alí Farka Touré y que al enterarse de que Rivera había fallecido preguntó por alguien que "fuera capaz de igualarle".

Tan sólo ver y oír tocar a Compay, Cooder, que según esto, se come la guitarra, se quedó perplipendejo con el punteo, la manera de armonizar y, sobre todo, de afinar del maestrazo Repilado. Pero lo que más le hormigueó fue ese híbrido de guitarra y tres que Compay llama "armónico" y que por más que estuvo atento y hasta llegó a filmarle en video nunca descubrió cómo es que logra sacarle al instrumento un sonido tan limpio, tan lleno y tan rotundo. Y como no se quiso ir sin arrancarle el secreto se quedó un mes en la isla fraternizando con su ahora mentor.