n "No venimos a ver si podemos; sabemos lo que hacemos"
Aunque ya cansados, los paristas reiteraron: no nos vamos a doblar
n Los contingentes demostraron estar "en el carril de aguantar"
Hermann Bellinghausen n Lo sorprendente no es que ya se vean estudiantes cansados de su mal dormir, desvelados, en el campamento más largo de sus vidas. No, lo que deveras sorprende es que todavía haya tantos estudiantes con ánimo y entusiasmo para inundar el Paseo de la Reforma y la avenida Juárez, bailando, corriendo y diciendo "no nos vamos a doblar".
Bailan y se ríen, se pintan el pelo y la cara de rojo y negro, distribuyen miles de papelitos con mensajes, proclamas y explicaciones al público en general, y al pueblo en particular. En todo caso a esa parte del pueblo que se asoma a mirar el paso de los estudiantes la tarde entera.
"Somos más de los que todos esperábamos", dice cerca del neo-caballito un estudiante de Química. Su facultad en particular marchó con un contingente muy grande, y todavía con mucha cuerda.
"La escuela de Barnés, y mira cuantos en la huelga", comenta un colega fotógrafo. Es una marcha de resistencia, un tour de force de la huelga más larga de la UNAM.
Larga como el dragón de cientos de globos color de huelga que serpentea entre los marchistas al ritmo de su propia batucada.
Una manta de la ENAH abre la marcha estudiantil que transita del Museo de Antropología al Zócalo: "No venimos a ver si podemos. Sabemos lo que hacemos. Somos lo que hacemos".
Y aunque larga la marcha, en el ánimo de todos queda claro que vinieron menos que en otras ocasiones. Muy abundantes todavía las facultades de Ciudad Universitaria (Ciencias, Filosofía, Ingeniería y Políticas, sobre todo), así como el CCH Sur y el Oriente.
Están en el carril de aguantar. La gran manta verde del CCH Azcapotzalco, y los rumberos gritos que la traen lo confirman, reitera: "Exigimos diálogo abierto, público y resolutivo ya".
Algunas chavas traen sobre blusas negras brassieres de lencería pintados de rojo a brochazos. Uno, creo que de Ingeniería, se trepó en una glorieta de Reforma para encuerarse, salvo una capa rojinegra. La batucada de los de Música trae un elemento conchero de resultados posmodernos.
Y los de Derecho: "ƑPor qué arrodillarnos cuando nos hemos levantado?".
Lumbre en la lluvia
La lluvia alcanza a los marchistas antes que la noche, al arribar al Zócalo. Hubo tres opciones: quedarse así nomás, mojándose, total ya qué; cubrirse con los plásticos, tres pesos, y los paraguas; o bien, trasladarse a los portales del Gobierno capitalino, que se llenan de gente presenciando el mitin.
Muchos colores (por el plástico) y un toque de melancolía (por la lluvia), atienden los fuertes discursos de oradores chorreando en la frente y la barbilla. Pero todo es posible: un globo chino de papel asciende en llamas al cielo, desafiando con su lumbre la llovizna.
Acompañan en su recorrido a los insistentes huelguistas grupos de trabajadores, del SME, telefonistas, INAH y la UAM. Los padres de familia, aguantando también; con todo y niños, dado el caso.
Pero además han aparecido comités de apoyo a la huelga universitaria formados por ex alumnos, profesionistas, empleados, obreros, profesores y colonos. Varios de ellos exhortan "al pueblo en general a formar comités de apoyo para fortalecer al CGH ante la embestida de que es objeto". Estos grupos se llaman Demetrio Vallejo, Miguel Hernández, Emiliano Zapata, Ricardo Flores Magón, Lázaro Cárdenas, José Vasconcelos, Javier Barros Sierra, Josefa Ortíz y San Andrés.
El Sindicato del Colegio de Bachilleres sostiene: "No hay dinero para la educación y sí para la corrupción". Y el STUNAM: "No permitiremos el uso de la fuerza pública". Además, los apoyos espontáneos, como el de unos niños que se les pegaron a los del CCH Naucalpan cuando abordaron los camiones hacia Chapultepec. No dijeron nada. Llegando, se bajaron y, por su cuenta, se unieron a la marcha. Sacaron una manta larga y estrecha que nadie había visto, y la extendieron. Decía: "Zedillo-Barnés: la Universidad es del pueblo. No permitiremos que la privaticen". El mayor, de unos 13 años, y sus hermanitas de 9 y 6.
Justo los de Naucalpan, al alcanzar la esquina de la Torre Latinoamericana, donde murió atropellada su compañera Alejandra Trigueros, se detienen y realizan una guardia silenciosa y triste. Las banderas en el piso, y muchos, también una rodilla. Ahora son la escuela de la controversia. Los audaces que saltaron a la palestra en días pasados, viendo el revuelo que causaron, parecieran aconsejados por sus enemigos.
Las organizaciones populares que han acompañado a los huelguistas aguantan con ellos el viento y las lluvias del último 26 de julio del siglo, y ya muchos de estos chavitos ni se acuerdan qué aniversario es hoy, aunque del Che Guevara no se bajan.
El Frente Popular Francisco Villa, la Central Unica de Trabajadores, UPREZ, Asamblea de Barrios y cerrando la marcha, el Frente Zapatista de Liberación Nacional.
Otra escena de verdor político: cuando el contingente, sumamente joven, de la Preparatoria 5, llegó ante la embajada de Estados Unidos, aparatosamente resguardada tras un muro de alambre de varios metros de altura y atrás la policía. Y uno preguntó: "ƑPues qué es allí?"
"La embajada gringa", le dijeron, y entonces resolvió: "Compañeros, a estos les tocan Campanitas", y todos corearon un jingle navideño: "Campanitas, campanitas/ Navidad, Navidad/ chinguen a su madre/ los que están allá".
La Asamblea Universitaria Académica, además de marchar en buen número, dirigió desde el mitin en el Zócalo un mensaje de agradecimiento y apoyo a los huelguistas que, mojados y despiertos, llenaban un buen pedazo de Zócalo, aún en espera de una buena razón para levantar su huelga, misma que las autoridades no les dan.
n Ayer más que nunca, el apoyo de organizaciones sociales fue evidente
Huelga, hasta que se cumpla el pliego petitorio: CGH
Karina Avilés n En una marcha que demostró la unidad en torno a las demandas del Consejo General de Huelga (CGH), miles de estudiantes, académicos, trabajadores y padres de familia hicieron suyas las principales calles de la capital del país para defender una vez más el derecho a la educación pública y gratuita, el patrimonio cultural y contra la privatización de la nación.
Agrupados por escuelas, facultades, preparatorias, CCH y organismos sindicales y populares, miles de manifestantes partieron de las afueras del Museo de Antropología al Zócalo para refrendar que la huelga de la principal institución educativa del país no se levantará hasta que se cumplan los seis puntos del pliego petitorio.
Luego de casi tres horas de marcha, en el mismo templete empleado para la presentación de Mercedes Sosa y Charly García, el CGH adivirtió: "De ninguna manera permitiremos que las decisiones que ya tomó Barnés sobre cómo deben funcionar la admisión, el pase automático y la permanencia en la UNAM se mantengan en pie".
Por ello, afirmaron, "nadie debe esperar que levantemos la huelga, mientras las medidas no sean derogadas y no sean desmantelados los aparatos de represión y espionaje político montados por las autoridades de nuestra universidad".
Y aunque el CGH reconoció que "100 días de huelga son muchos", aseguró que frente a la alternativa de claudicar "aceptando propuestas que son falsas salidas a nuestras demandas", no duda en continuar la lucha. Es falso que el CGH sufra una "fractura mortal", como lo han hecho creer "nuestros enemigos".
De Chapultepec al Zócalo
A las 4.35 de la tarde los contingentes, encabezados por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), partieron de la explanada del Museo de Antropología dispuestos a aguantar la lluvia que ya se avecinaba.
En los diferentes grupos hubo caras nuevas. Victorino, quien se declaró punk, habló sobre la necesidad de pertenecer a este movimiento, ya que "si un día un hijo quiere estudiar, yo como gente proletariada estoy luchando porque eso pueda suceder".
Y además de los rostros nuevos, la manifestación también dejó ver "artículos de temporada" como "caramelos de huelga", "antifaces de paro", así como innovadoras pintas rojinegras como el bigote al estilo Dalí que lució un estudiante.
Otro de los manifestantes que despertó ternura a su paso por el Paseo de la Reforma fue un alumno de la FES-Cuautitlán que, enfundado en un traje de peluche que no se sabía bien a bien si era oso, conejo o incluso burro, cargaba en la espalda una cartulina en la que se leía: "Para nosotros el futuro negado, para nosotros nada, para los mexicanos nada".
La Facultad de Ciencias mostró con lo nutrido de su contingente por qué sus decisiones pesan en el CGH, pero también impactó a quienes observaron su avanzada: una fila de universitarios con máscaras de gasa y yeso que parecían muertos.
En la retaguardia, un par de estudiantes envueltos en papel periódico y con una caja de cartón en la cabeza simulando una televisión manifestaron su repudio a la prensa: "No a la falsa información".
En algunas mantas, la sombra de una salida violenta al conflicto se hizo presente: "No más 68. Preparatoria 6", "La fuerza pública, eslabón de su estupidez" .
Y ahora más que antes, el apoyo de las organizaciones sociales fue evidente, pues casi cubrieron la tercera parte de la manifestación. Pequeños y grandes contingentes siguieron casi en silencio a los paristas en su recorrido. Sólo después de cruzar Insurgentes se escucharon con frecuencia las consignas.
Al llegar la mayoría de los contingentes al Zócalo iniciaron los discursos, entre ellos el de la Asamblea Universitaria Académica, que convocó a la unidad interna del CGH, así como a la organización unitaria de las luchas dispersas para caminar "hacia una creciente unidad organizada, acumular fuerzas, sitiar al sistema e iniciar una genuina transición democrática incluyente". El CGH también recibió la solidaridad de SME, STUNAM, SITUAM, Asamblea General de Padres de Familia y el Comité 68-98, entre otros. (Susana González G.)