Ť La vida que se va es el título de su nueva aventura literaria


En las novelas es mejor ser fiel a la verosimilitud que a la verdad: Leñero

Ť Inventar un buen narrador es necesario para atribuirle la responsabilidad de la obra, dice

César Güemes/ I Ť Por alguna razón de método Vicente Leñero da fuego a sus cigarros con un cerillo y no con encendedor. Con tranquilidad sostiene, apagado, el cilindro de tabaco que ha de consumir más tarde y lo prende sólo cuando la conversación tiene una pausa natural. Quizá la idea de método la tomó de su padre, don Vicente Leñero Orozco, o de uno de los hermanos de éste, Bernardo. Lo seguro es que a jugar ajedrez aprendió con los dos. Y esa enseñanza que le viene desde niño y que lo ha acompañado siempre en las diversas variantes literarias que practica, aparece ahora en la temática y la estructura de su nueva novela, La vida que se va, publicada por Alfaguara.

ųCuente cómo llegó el ajedrez a su vida.

ųMi padre era un muy buen jugador, un poco como el personaje Don Lucas de la novela. El club de ajedrez de San Juan de Letrán existía y a él iba mi padre. No era un club de competencia sino formado por jugadores líricos que sabían mucho. Mis hermanos y yo aprendimos viendo jugar a mi papá. Nunca practicamos contra él porque no le dábamos pelea. Cuando salíamos de viaje se llevaba su tablero. Recuerdo que en el tren iba preguntando a los pasajeros quién jugaba, lo mismo en los hoteles. Claro, casi siempre los que le decían que sí eran menos aficionados que él y les ganaba. Ver el movimiento de las piezas y su dedicación hizo que me naciera el interés sobre este juego.

El ajedrez, elemento a rescatar

ųDe modo que, como trascendió en su momento, esta novela es en algún sentido autobiográfica.

le–ero-vicente.1 ųHay muchos saqueos de mi vida en toda la historia. ƑDe dónde más va a obtener uno sus historias si no es de lo que le ha sucedido? En alguna ocasión, por ejemplo, llegó a México un campeón español de apellido Pomar, hecho semejante al que sucede en la novela. Yo era un niño. Acompañé a mi padre a jugar simultáneas contra él. A mi papá no le gustaba entrar en competencias, ni pertenecer oficialmente a una asociación, pero acudió. El español ofrecía simultáneas y como yo era muy joven, me maravillé con esa posibilidad. Lamentablemente la sesión se suspendió porque al campeón le dio una hemorragia nasal incontenible. Fue decepcionante. Sé que mi padre, ya viejón, iba a jugar a la Casa del Lago, pero fue cuando estaba muy enfermo. Murió como a los 70 años, ni siquiera tan grande. El caso es que siempre regresaba de esas visitas mofándose de quienes jugaban contra él. Era usual que ganara. Pero de pronto dejó de contarnos sus hazañas, y es que empezó a perder. No jugó más. Tenía un tumor en la cabeza y de eso falleció.

ųƑNunca jugó contra él?

ųUna vez, cuando él ya era grande, y le gané pero en ese momento no resultaba ninguna gracia.

ųEs célebre la entrevista que le hace a Juan José Arreola en donde más que de literatura la conversación es sobre ajedrez.

ųCuando conocí a Juan José fue porque le llevé mis cuentos. Yo había ganado un concurso de narrativa en la universidad y él era parte del jurado. Como estaba ansioso de su opinión sobre mi trabajo, le pedí que me recibiera para llevarle textos. Me invitó a su casa, y lo que me encontré al entrar fueron puras mesas de ajedrez, ni un sillón. Resulta que él y González Avelar se dedicaban a hacerlas creo que para la federación. El caso es que nos pusimos a jugar de inmediato. Los miércoles de cada semana asistía Eduardo Lizalde para jugar, junto con varios de sus amigos. También Homero Aridjis, que era una fiera.

ųEl aparece en la novela.

ųSí, por eso lo incluyo. En las reuniones se jugaba, sobre todo, y se comentaba un poco de literatura. Nunca supe en esas tardes la opinión de Arreola sobre mis cuentos. Lo que hizo fue invitarme a su taller de literatura. El caso es que me hubiera gustado mucho dedicarme a jugar. Ahora que lo recuerdo, un tío de nombre Bernardo fue el que me enseñó los primeros movimientos. Así que este juego estuvo desde el principio relacionado con mi vida y era un elemento que deseaba rescatar. Cuando pensaba en el personaje de Norma quería darle alguna actividad que resultara importante, que sostuviera su quehacer. Por eso la hice jugadora de ajedrez. Me costaba un poco de trabajo porque no sé suficiente, no juego como Pérez-Reverte. Quise darle, pues, esa característica al personaje.

Capital, la presencia femenina

ųEn la novela el ajedrez es una técnica narrativa y no sólo parte del entorno.

ųSe fueron conjuntando varios elementos un poco casualmente. El tema central y mi obsesión eran las posibilidades de la vida, como las variantes en el juego. En mí la disyuntiva era muy clara: irme a ingeniería o seguir por la literatura. Las decisiones para tomar un carril u otro me han despertado mucho interés. Para ese propósito cazaba muy bien la idea del juego: o comes el peón o lo dejas pasar y la partida va a ser muy distinta. Eso se acercó a mi avidez por las estructuras. En el original hay partes que taché, en las que estaban muy claramente señaladas las jugadas que iban comportando las reacciones de los personajes. Era demasiado. Yo quería hacer una novela que se leyera sabroso, en la que la técnica no fuera lo primero.

ųEn su obra narrativa las mujeres no son necesariamente protagonistas, a diferencia de La vida que se va. ƑCuál es la historia detrás de Norma?

ųLa presencia femenina ha sido un tema capital en mi literatura. Pero cuando pienso en una trama, es muy natural que lo haga en masculino. Casi todos los escritores se desdoblan en personajes de su mismo sexo. Aunque en su momento me llamó mucho la atención Juan García Ponce, que trabaja con gran facilidad novelas en donde las protagonistas eran mujeres. Pienso en La casa en la playa o en Figura de paja, por ejemplo, que fueron hechas con ese recurso. Entonces, escribir pensando como varón o como mujer, me representó siempre un reto. Además, está la problemática de entender bien el mundo femenino y su punto de vista para poder reflejarlo. Casi todo mi teatro y mi narrativa se ha centrado en hombres, hay obras teatrales en las que prácticamente no hay niuna mujer. Cuando me puse a confeccionar la novela y lo comentaba con mi esposa, ella me preguntó: Ƒy por qué no ocupa una mujer el papel protagónico?, Ƒpor qué no asumes el reto, ya que te interesa tanto encontrar la manera de hacer obras de ficción a partir de las mujeres?

''Cuando me lo formuló, me fui de espaldas. Me dije: no voy a poder. Así que se dio el reto, me interesaba saber qué iba a suceder. Sentí que era muy complicado porque no quería que la Norma que se queda en Guanajuato fuera distinta de las otras Normas, quería que resultara en todos los casos la misma mujer. Claro, empleando diversas técnicas narrativas, por ejemplo la primera persona en el mundo de Guanajuato y la tercera en el de la ciudad de México. Bueno, pues todo eso para mí resultó satisfactorio. Terminé la novela con una protagonista mujer, algo que nunca había hecho. Y hasta donde siento, funciona como tal, no es un hombre desplazado."

Humanizar a los personajes

ųAunque cuenta con el contrapunto del reportero que busca la información y la entrevista.

vicente ųY al que se le puede echar toda la culpa de las cosas que no funcionan en la novela porque finalmente es el reportero el que la escribe. Los errores serán de él y no del autor. Creo mucho en eso, en el punto de vista dominante del narrador, aunque haya varios narradores después del principal. Esa voz que conduce la novela me inquieta mucho. Al tomar un punto de vista así, ya se pueden subdividir las otras perspectivas. Como facilidad de la escritura eso es muy bueno. Uno teme equivocarse en los puntos de vista, en la lógica del personaje, por eso cuando uno consigue inventar un buen narrador, ese puede ser el responsable de todos los errores que se cometan a lo largo de la novela.

''Y pienso que eso humaniza a los personajes, porque hay unos que mienten, otros que olvidan datos. Uno tiene constantemente la preocupación por escribir novelas en donde la lógica sea absoluta, como si se quisiera ser muy fiel a la verdad y no a la verosimilitud. Parece que si describimos una calle de la ciudad de México ha de resultar igual a la calle real. Por eso se dan los personajes que no dicen mentiras y los acontecimientos que suceden lógicamente. Entonces, el romper eso con un narrador que puede tener mayores alcances, le da a uno gran libertad y la posibilidad de apreciar mejor cómo cada ser humano ve las cosas, las recuerda y las registra de muy diferente manera. El caso es que mis antecedentes periodísticos me exigían que la realidad que todos miramos fuera correspondiente con lo que sucede al interior de las obras. Y no, lo que cuento es lo que registré, nada más. La literatura se puede desembarazar fácilmente de eso para trabajar con una idea más lúdica, más humana. Esto es parte de lo que buscaba.''